SABADO Ť 20 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Immanuel WallersteinŤ

Los dilemas de una superpotencia

Es obvio que el presidente Bush y sus asociados han estado debatiendo intensamente sobre cómo van a enfrentar el desafío (al poder y la seguridad estadunidenses) impuesto por los ataques del 11 de septiembre. Parece ser que lo han hecho con cuidado y es probable que estén bastante consternados por las consecuencias negativas que puedan acarrear las acciones del gobierno de Estados Unidos.

El primer problema que encaran es la envergadura de la "coalición" que desean conjuntar en su "guerra al terrorismo". La prensa mundial reporta constantemente que existen dos puntos de vista muy diferentes al interior del gobierno. La opción A es una coalición amplia con una definición de objetivos restringida. La opción B es una alianza restringida con una definición amplia de los objetivos fijados. La prensa anota que Colin Powell es el vocero más prominente de la opción A, y el subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, el vocero más importante de la opción B. Por el momento, parecería que el presidente Bush, el vicepresidente Cheney y probablemente el secretario de Defensa Rumsfeld están a favor de la opción A. De entrada, ésa es la que Estados Unidos acomete.

ƑQué implica la opción A? Se trata de hacer que todos los gobiernos del mundo suscriban el objetivo de perseguir a Bin Laden. Esto no es difícil ya que Bin Laden y Al-Qaeda parecen sostener puntos de vista negativos en torno de todos los gobiernos del mundo, excepto el talibán. Por supuesto denuncian primero que nada a Estados Unidos, y también a Israel, por supuesto. Pero también denuncian a Rusia, China, Arabia Saudita, Pakistán, Egipto e Irán. No les gusta el régimen iraquí. Qué casualidad que casi todos estos gobiernos hacen recíproco el cumplido. El objetivo de "someter a Bin Laden ante la justicia" es suscrito con presteza.

Pero cómo somete uno a Bin Laden. Parece que la respuesta es presionar al talibán, que es, de facto, si no de jure, el gobierno de Afganistán. Qué clase de presión. Bueno, bombardear. Un poco de bombardeo ha logrado, por lo menos, respaldo tácito por parte de la "coalición". ƑY mucho bombardeo? Habrá que ver. ƑY hacer extensivo el bombardeo a Irak, como insisten los partidarios de la opción B? Muy pocos gobiernos apoyarían eso.

Estados Unidos no ha descartado la opción B. Simplemente decidió probar primero la opción A. El presidente Bush ha tenido el cuidado de añadir frases a sus aseveraciones para dejarle la puerta entreabierta a la opción B. También quedó abierta la puerta para una variante: la coalición puede ser lo más amplia posible, pero las acciones militares las llevarían a cabo dos países, Estados Unidos y Gran Bretaña.

Esto no es casual. Al momento de la Guerra del Golfo, el primer presidente Bush pidió autorización a la ONU. Esto significó que Estados Unidos tuvo que aclarar, sobre la marcha, varias cuestiones a muchas personas. Así, cuando se presentó el asunto de Kosovo, el presidente Clinton tuvo el cuidado de dejar fuera a Naciones Unidas y pidió autorización únicamente a la OTAN. Según el gobierno, resultó que incluso ésta restringió mucho la mano militar estadunidense. Esta vez, cuando la OTAN ofreció ayuda militar, Estados Unidos dijo no. Se dice que Alemania resintió especialmente el punto. Sin embargo, operar de esta manera significa que si Estados Unidos pasa a la opción B tiene que ser claro, por lo menos con Tony Blair. (La prensa sugiere que incluso Blair podría no ser tan entusiasta en cuanto a extender sus acciones a Irak.)

ƑQué es todo esto? Dado que Bin Laden ha desafiado abiertamente la valentía militar estadunidense, Estados Unidos enfatiza su determinación de reafirmarla. No se trata solamente de proteger a sus ciudadanos y a sus residentes de un ataque, sino de restablecer la creencia mundial de que Estados Unidos es una superpotencia invencible. ƑPuede hacerlo?

El problema con la opción A es que las incursiones de bombardeo a Afganistán no van a lograr gran cosa. Es muy probable que el siguiente paso sea enviar fuerzas especiales. Bin Laden lo sabe, y seguramente lo está esperando. Parece estar seguro de que los afganos derrotaron a la Unión Soviética y derrumbaron su sistema. Por supuesto, Estados Unidos cree que derrumbaron la Unión Soviética, pero no que sea el punto de vista de Bin Laden. Este espera, desea, que Estados Unidos corra la misma suerte que la Unión Soviética en Afganistán, y que la consecuencia sea el "derrumbe" de esta superpotencia. Parece fantasioso, pero hace apenas dos meses nos habría resultado igualmente fantasioso el derrumbe de las Torres Gemelas en Nueva York.

Bush, Rumsfeld y Blair nos repiten, casi como letanía, que la guerra será "larga" y con esto parecen decir: por lo menos de un año (Ƒo dos o tres?). Por tanto "preparan" a Estados Unidos y a la opinión pública mundial para el hecho de no vislumbrarse victoria instantánea alguna. El problema con una guerra "larga" es que su misma duración favorece el objetivo de Bin Laden: desnudar los pies de barro de la superpotencia. Si la guerra se prolonga (y comienza a cobrar muchas vidas), sin logros militares visibles, ocurrirán varias cosas. La "coalición" se hará trizas, sobre todo en cuanto al apoyo que Estados Unidos pudiera lograr por parte de Pakistán y Arabia Saudita. Comenzará a emerger un "movimiento pacifista" en Estados Unidos, después en el mundo occidental y por último en el resto del planeta.

Pero para el gobierno de Bush, lo peor de todo es que es probable que comience a desgarrarse a sí mismo. Los partidarios de la opción B alzarán la voz y denunciarán con más fuerza a los partidarios de la opción A. Quién sabe quién renunciaría.

Para el presidente Bush un desenlace así no es sano políticamente. Además, han ocurrido uno o dos golpes de Estado en los países del Medio Oriente, y sus gobiernos son ahora menos amistosos hacia Estados Unidos; esto podría exacerbar las cosas, y si se escala la violencia en otros frentes (no sólo el de Israel-Palestina, sino en Irlanda del Norte, Indonesia y quién sabe dónde más), la idea de que Bin Laden es el "terrorista" más malvado del mundo comenzará a parecer poco plausible.

Desde el punto de vista del gobierno de Estados Unidos, por supuesto, este panorama sería funesto. Los partidarios de la opción B dirán que esto puede evitarse. Urgirán a que se apruebe ya no la opción B, sino tal vez una versión más intensa, digamos la utilización de armas nucleares tácticas en algún sitio. No es éste un escenario imposible. Si se cumpliera, Estados Unidos podría quedar dramáticamente aislado a nivel diplomático. Por otra parte, si se atiene a la opción A y no logra eliminar a Bin Laden, podría perder el apoyo diplomático que hoy mantiene.

Estados Unidos juega con riesgos muy grandes. Se ha convencido con la idea de que, después del colapso de la Unión Soviética, es en verdad una superpotencia y de que nadie se interpondrá en su camino. Mal interpretó, como evidencia de que es cierto, sus muy limitadas victorias en la Guerra del Golfo y en Kosovo. Quizá resulte que no es así y entonces tendrá que reconsiderar, tal vez dramáticamente, cómo se relaciona con el resto del mundo. Bin Laden afirma sostener las añejas demandas del mundo islámico. Avizora un mundo sustituto donde muy pocos de nosotros encontrarán sitio, uno que sea vivible. Con toda seguridad no será un mundo mejor, ni siquiera para los musulmanes. Pero Bin Laden es un hombre listo, comprometido ideológicamente, que está sacando ventaja de las debilidades estructurales de la posición estadunidense -un poder hegemónico en declive. Y no está claro que los gobiernos de Estados Unidos (ni el de Bush ni antes el de Clinton) hayan entendido las realidades geopolíticas, como sí lo hizo Al-Qaeda. En la guerra como en la diplomacia, no hay sitio para lo ilusorio.

 

Traducción: Ramón Vera Herrera

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