SABADO Ť 20 Ť OCTUBRE Ť 2001

Ť Leonardo García Tsao

El espectro de la guerra

Con su tercer largometraje -El espinazo del diablo-, Guillermo del Toro confirma ser el realizador nacional con mayor sensibilidad para el género de horror en la historia del cine mexicano. Por lo pronto, es el único que lo ha acometido con pleno conocimiento de su historia, sus resonancias y constantes, con el fin de darle un giro renovador.

Coproducida entre España y México, la cinta se sitúa a fines de la Guerra Civil española en el aislado orfanato de Santa Lucía, bajo el cuidado de Carmen (Marisa Paredes) y el doctor Casares (Federico Luppi), quienes se preparan para abandonarlo en cualquier momento, pues las tropas nacionales se acercan a ese sitio de "rojos cuidando a hijos de rojos". Allí es llevado el niño Carlos (Fernando Tielve), quien desde su llegada ve la aparición fantasmal de Santi, un huérfano desaparecido bajo circunstancias misteriosas. Sólo el hostil compañero Jaime (Iñigo Garcés) sabe que Jacinto (Eduardo Noriega), el rudo conserje y amante de Carmen, fue el responsable de esa desaparición.

espinazoSobre esos elementos, Del Toro construye una inquietante historia gótica de fantasmas entrelazada con la realidad de una guerra. Es decir, el horror sobrenatural está fundamentado por los horrores físicos de un conflicto armado, que llegan a filtrarse por los muros del orfanato a pesar de su aislamiento. Una bomba fascista que ha caído en el patio del orfanato, sin explotar, sirve de expresiva metáfora visual de esa carga latente de violencia a punto de ser detonada. Es El espinazo del diablo, ni más ni menos, representación constante del espíritu bélico y su capacidad destructora.

Aunque la actuación monocorde de Noriega no alcanza a sugerir las implicaciones de su malevolencia, Jacinto significa la encarnación del resentimiento vengativo que, a fines de los 30, está a punto de dominar a España, con el consecuente sacrificio del pensamiento liberal y de la inocencia emblemática de los niños. El espinazo del diablo es de hecho una película muy española en su mirada, su sentir, su forma de estallar con una violencia seca y brutal, digna de La familia de Pascual Duarte.

Pero también es una realización característica de su autor. Ahí está ese encierro en una atmósfera mortecina, con la cual Del Toro ejerce su capacidad de sugerir la belleza de lo repulsivo. La fotografía de Guillermo Navarro apoya esa intención, revelando el aspecto siniestro de algo tan inocente como un huevo duro. Otra contradicción de la cual el cineasta deriva tensión dramática es la forma en que trata a sus personajes, con dosis iguales de crueldad y afecto. Casares, al igual que el protagonista de Cronos (no en balde ambos son interpretados por Luppi), es un hombre modesto, impotente en más de un sentido, que intenta ponerse a la altura de las circunstancias; aunque su heroísmo resulta frustrado ("siempre me quedo a la mitad", se queja en plan profético), el realizador le permite un acto final de redención.

No faltan las referencias católicas: un acto de comunión seglar, bombarderos con aspecto de crucifijos voladores, un Cristo que es cargado de mala gana por los niños (¿es impresión mía, o su rostro está modelado en la tristeza de Luppi?). Tampoco los guiños de ojo cinéfilos: no obstante la gravedad de la cinta, uno se divierte con la aparición de un villano idéntico a Tor Johnson, el actor fetiche de Ed Wood; o la venganza tribal de los niños, cumplida bajo el espectro literal de El señor de las moscas.

Por encima de todo, El espinazo del diablo denota el placer de un realizador por el cine mismo, por enriquecer una mitología que está poblada de fantasmas, en efecto. "Un evento horrible condenado a repetirse una y otra vez... algo muerto que parece por momentos vivo aún", así describe el narrador a los fantasmas. ¿No podrían usarse las mismas frases para describir una colección de clásicas películas de horror?

EL ESPINAZO DEL DIABLO

D: Guillermo del Toro/ G: Guillermo del Toro, Antonio Trashorras, Diego Muñoz/ F. en C: Guillermo Navarro/ M: Javier Navarrete/ Ed: Luis de la Madrid/ I: Marisa Paredes, Federico Luppi, Fernando Tielve, Iñigo Garcés, Irene Visedo/ P: Anhelo Producciones, El Deseo, Tequila Gang, con la participación de Canal + España, Sogepaq. España-México, 2001.
 
 

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