La
Jornada Semanal, 11
de noviembre del 2001
núm. 349
(h)ojeadas
Cuentos
como nubes
Guillermo
Vega Zaragoza
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Mario
González Suárez (selección y notas),
Paisajes
del limbo. Una antología de la
narrativa mexicana del siglo XX,
Tusquets
Editores,
México,
2001.
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Mónica
Lavín (edición) /
Gustavo
V. Segade (traducción),
Points
of departure. New stories from México,
City
Lights Books,
Estados
Unidos, 2001. |
Bárbara
Jacobs (selección e introducción),
Alberto Arriaga (colaborador),
Los
mejores cuentos mexicanos.
Edición
2001,
Joaquín
Mortiz,
México,
2001. |
Hace
unas semanas, en la sección cultural de La Jornada apareció
un reportaje de Arturo Jiménez en el que entrevista a media docena
de escritores cultivadores del género cuentístico en México.
Todos coincidieron en una obviedad: somos un país de excelentes
cuentistas. El siempre incendiario Gerardo de la Torre aseveró que
mientras en la poesía hay mucha charlatanería y en la novela
se siguen persiguiendo modelos del siglo XIX, en el cuento "marchamos con
la hora de todo el mundo, no estamos atrás".
Como aseveró Augusto Monterroso
en el mencionado reportaje, pese a ser un género que se cultiva
y publica quizá un tanto de manera marginal, siempre se ha hecho
con gran calidad. Mientras espera tomar la forma de libro, el cuento se
refugia en suplementos culturales y revistas literarias, y con el advenimiento
de las nuevas tecnologías, se ha revelado como el género
perfecto para ser difundido a través de internet, donde lo demuestran
espacios como www.ficticia.com.
Los entrevistados también coincidieron
en algo que no es tan obvio: que se podría estar gestando un "buen
momento editorial" para el cuento, dado el leve pero constante aumento
en la publicación de libros y antologías acerca del género
en tiempos recientes. En efecto, en la segunda mitad del año han
aparecido las tres sustanciosas colecciones que son motivo de esta reseña.
Debido a la gran cantidad de textos que, en conjunto, se incluyen (estamos
hablando de cincuenta y dos cuentos), nos abocaremos a resaltar los criterios
de selección y, en su caso, a mencionar las sorpresas y perplejidades
que nos provocó la lectura de cada una de ellas.
Como ya se sabe, toda antología
requiere aplicar un criterio: el del responsable de la recopilación.
Se puede estar o no de acuerdo con el criterio utilizado para seleccionar
tal o cual obra o autor y dejar fuera otras y otros tantos. Lo importante
en cualquier caso es que el criterio sea explícito y, si se puede,
por lo menos convincente, para que al final el lector pueda decir: "Yo
hubiera preferido que incluyera a fulano, pero siendo así
" La decisión
de aplicar un criterio determinado tiene mucho que ver con el objetivo
de la antología y en los tres casos que nos ocupan nos encontramos
con propósitos diferentes, por lo que sólo son equiparables
en dos sentidos: se refieren a un mismo género narrativo y los responsables
son autores que lo ejercen de manera sobresaliente. Esto último
ya plantea una diferencia importante en relación con otro tipo de
recopilaciones, sobre todo las de corte académico, realizadas más
por investigadores y no por creadores.
De
esta forma, Mario González Suárez, autor de libros como Nostalgia
de la luz (1996), La materia del insomnio (1997), De la infancia
(1998) y El libro de las pasiones (que en 1997 recibió el
Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen), decidió apostar al
azar y convocar a doce autores como si se tratara de una tertulia de la
que han tardado en retirarse y deciden leer alguna de sus creaciones. El
compilador encontró vasos comunicantes en la aparentemente disímbola
asamblea: "estos narradores manifiestan una abierta repulsión por
el mundo de la materia, miran con olímpico desdén la realidad
social y política", los hermana también "la creación
de una obra que ha sabido navegar por debajo de la marea literaria nacional",
por lo que "su universo no se ubica en un país sino en el limbo",
"un lugar donde transita libremente el alma y sabe que ella misma es el
espacio; allí se ubica el sujeto como centro de su soledad y su
conciencia".
Así, sin ningún tipo de orden
cronológico y ni siquiera alfabético, se suceden los relatos
de siete autores ya fallecidos: Francisco Tario, Juan Manuel Torres, Pedro
F. Miret, Jesús Gardea, Efrén Hernández, Arqueles
Vela y Juan Vicente Melo, así como los de cinco escritores aún
vivos y vigentes: Guadalupe Dueñas, Daniel Sada, Álvaro Uribe,
Ricardo Elizondo Elizondo y Salvador Elizondo. Cada texto está precedido
por una nota de semblanza y comentario acerca de la obra del autor, por
lo que, a pesar de su aparente arbitrariedad, el libro adquiere una sorprendente
y disfrutable unidad, pues se trata de textos (algunos de ellos colindantes
con la novela corta) de atmósferas y personajes extraños
e inquietantes, en efecto, poco comunes en la literatura actual, tan afecta
al realismo y reacia a lo fantástico, por lo que resulta sumamente
agradecible el esfuerzo de González Suárez por poner de nuevo
en circulación y abrir al gran público escritores tales como
Tario, Vela y Miret, que se han convertido en algo así como "autores
de culto"; recuperar a creadores supuestamente "difíciles" como
Gardea, Elizondo y Melo, y "redescubrirnos" a contemporáneos como
Sada y Uribe.
En este sentido, Paisajes del limbo
puede entenderse más como la antología de un autor que busca
compartir con el lector las obras de escritores que lo entusiasman y con
los que comparte una cierta visión del mundo, que es algo muy diferente
al propósito de la antología realizada por Mónica
Lavín, Points of departure, publicada originalmente en inglés
por la editorial de San Francisco, City Lights Books, la cual dirige aún
el poeta beat Lawrence Ferlinghetti, a partir de la célebre librería
fundada por él y que lleva el mismo nombre. En principio, se trata
de un libro encaminado a dar a conocer al público estadunidense
a recientes cultivadores del género en nuestro país. Se trata
de diecisiete autores nacidos entre las décadas de los cincuenta
y sesenta, a quienes la compiladora llama "la última generación
romántica del siglo xx", aquellos que crecieron entre el rock &
roll y los ingenuos sueños utópicos, muchos de los cuales
no habían sido traducidos aún al inglés.
En la introducción del libro, Lavín
(Premio Nacional de Literatura Gilberto Owen 1996 por Ruby Tuesday no
ha muerto) revela que el objetivo de la compilación era reunir
una colección de historias que mostrara la maravillosa diversidad
de temas y estilos, la originalidad, y las diferencias y coincidencias
de los autores en relación con las tradiciones literarias de México
y el mundo. En este sentido, nos dice Lavín, "el nuevo cuento mexicano
es más urbano y menos atado a las estructuras canónicas.
No refleja mundos exóticos vistos a través de los ojos de
un extranjero, sino mundos singulares que son aún más seductores".
En los cuentos seleccionados, "uno encuentra un desfile de ambientes y
soledades, códigos grupales, estratos sociales diversos, placeres
y terrores, todo ello desde la perspectiva de individualidades modernas,
con estilos tan diferentes como los tópicos que abordan". En este
sentido, el libro refleja un mundo moderno y cosmopolita, en el cual la
voz personal de cada autor, en su propia cadencia, habla "de las preocupaciones
de los seres humanos de cualquier parte". Los individuos, su soledad y
sus luchas, son los "puntos de partida", desde los que se muestra la diversidad,
la vitalidad y la originalidad de expresión de este grupo de narradores
mexicanos. Incluso, por esta amplitud de registros, cabe preguntarse si
no valdría la pena publicar la antología en español
tal como está.
De
esta forma encontramos relatos de doce hombres: Sada y Uribe (que aparecen
de nuevo, aunque con textos diferentes), Eduardo Antonio Parra, Bernardo
Ruiz, Rafael Pérez Gay, Humberto Rivas, David Toscana, Juan Villoro,
Juvenal Acosta, Mauricio Montiel, Enrique Serna y Francisco Hinojosa, así
como de cinco mujeres: Josefina Estrada, Rosa Beltrán (cuyo cuento
titulado "SchehereSade", apareció precisamente en este suplemento
en febrero de 2000), Rosina Conde, Ethel Krauze y la propia Lavín.
La muestra de autores resulta lo suficientemente diversa como para que
los lectores norteamericanos entren en contacto con obras y autores que
tienen un registro más amplio que el estereotipo del "realismo mágico",
que es lo que frecuentemente esperan encontrar en la literatura mexicana,
debido sobre todo al éxito de "aguas para chocolate" y demás
artilugios de mercadotecnia. La traducción de Gustavo Segade, profesor
emérito de la Universidad Estatal de San Diego, es especialmente
brillante, sobre todo a la hora de encontrar equivalencias con ciertos
giros del lenguaje y juegos de palabras de difícil interpretación
en inglés.
Hemos dejado para el final la que podría
ser la más discutida de las colecciones que nos ocupan, quizá
debido a lo ambicioso de su propósito: ¿bajo qué criterio
se consideraron los textos incluidos como los "mejores cuentos" publicados
en México durante el año pasado? Como se sabe, desde 1999,
Joaquín Mortiz ha publicado esta serie de colecciones. En años
anteriores, los responsables de la selección fueron Hernán
Lara Zavala y Enrique Serna. En esta ocasión, la tarea recayó
en Bárbara Jacobs (Premio Xavier Villaurrutia 1987 por su libro
Doce cuentos en contra), quien incluyó veintitrés
textos, mientras sus antecesores apenas escogieron diecinueve y dieciséis,
respectivamente, lo cual habla de la saludable proliferación del
género en nuestro país, pero también del ingente trabajo
de recolección de Alberto Arriaga, quien le dio seguimiento a una
treintena de publicaciones, entre revistas y suplementos, de todo el país
durante todo un año.
Decisión difícil, si las
hay, establecer un criterio válido para utilizar la criba y separar
lo valioso de lo que no lo era. En la preselección, Arriaga apostó
a la calidad intrínseca del texto en lugar de dejarse deslumbrar
por la fama o el prestigio: antes de leer cada cuento tachó el nombre
del autor con plumón negro. Por su parte, para que la selección
tuviera "algo de autoridad", a Jacobs se le ocurrió ir comparando
cada cuento que leía con el célebre "Tachas" de Efrén
Hernández, y según se acercaran a él, seleccionarlos.
En resumen, Jacobs les pedía a los cuentos que le oprimieran el
corazón, que fueran "bellos y capaces de conmover", que estuvieran
"bien hechos", aunque tuvieran "imperfecciones", pero sobre todo que le
transmitieran "experiencias ajenas a la suya" y que la llevaran "como sobre
una nube, a territorios diversos".
Así, encontramos textos inconfundibles
de escritores consagrados: José de la Colina, José Joaquín
Blanco (ambos campeones indiscutibles de la serie, pues llevan tres de
tres) y Gerardo de la Torre; Serna, Villoro y Lavín coinciden (desde
luego que con otros textos) con la antología antes mencionada, recopilada
por esta última. Están presentes también practicantes
del género más jóvenes, como Verónica Volkow,
Noé Cárdenas, Alberto Chimal, Guillermo Fadanelli, Ana García
Bergua, Luis Ignacio Helguera, Mauricio Molina, J. M. Servín, Cristina
Rivera Garza, Juan Antonio Rosado y Gabriel Wolfson, así como autores
cuyos nombres resultan poco familiares, quizá porque haya sido la
primera vez que publicaron un cuento: Eduardo Boné, Jaime Ortiz,
Ricardo Pandal, Laura Quintana Crelis y María José Gómez
Castillo. Y una sorpresa: un texto desconocido de Francisco Tario, rescatado
en un suplemento.
En 1997, en la célebre y ya desaparecida
revista El Cuento, fundada por Edmundo Valadés, Lisandro
Méndez Caballero escribió: "En su calidad de experiencia
artística, el cuento es una obra no sólo de la imaginación,
sino también de la inteligencia y la sensibilidad, una revelación
interna de las pasiones humanas y los vicios de la sociedad que mueven
en su diario acontecer al mundo." En este sentido, con la certeza de haber
disfrutado los cincuenta y dos relatos ofrecidos en estos tres libros,
y en espera de que los lectores también los disfruten, coincidimos
en que el cuento mexicano goza de cabal salud
p
o e s í a
La
ciudad iluminada
José
García-Candás
|
Eduardo
Hurtado,
Sol
de nadie (1973-1997),
Universidad
Nacional Autónoma de México,
México,
2001.
|
¿A usted le gusta su ciudad, esta ciudad,
tal cual es? ¿Le agrada vivir en ella? No me refiero al hecho de
que viva en determinada colonia o barrio, sino al ambiente general que
produce la ciudad en su conjunto; a su atmósfera y carácter.
¿Le agrada lo que ve, lo que siente
cuando la recorre en sus momentos más triviales, sea en el trabajo,
el ocio o la vida diaria? ¿Le agrada esta imagen, desnudada de encuadres
o filtros para comercial o folleto turístico, de conceptos publicitarios
y consignas políticas, la que vemos con nuestros ojos sin truquear?
Si es sincero, dudará antes de decir que sí, y si su respuesta
es "no", habrá que esperar a que repita usted su negativa dos veces
más para que sumen tres y así recapacite sobre su parecer,
como a Pedro le pasó con Cristo, porque si de verdad no le gustara,
no seguiría gastando el destino entre sus calles y hasbitaciones.
Probablemente no estaría siquiera leyendo estas palabras.
Admitámoslo: la ciudad de México
no es una ciudad bella, en el sentido más estricto de la estética.
Tampoco es sofisticada o ha sido tocada por una magia singular. Pero todos
la aceptamos porque es nuestra, porque de un modo u otro la hacemos cada
día como es, para bien o para mal. Algunos la construyen con cemento
y ladrillos, otros la pintan o la ensucian y otros más la destruyen
y la bordan a balazos y mentadas de madre todos los días. Incluso
los hay (y no tan pocos como creemos) que se han decidido a recrearla a
través de la literatura, comenzando por la poesía, con la
esperanza de rescatarla, dotarla de personalidad y hacerla más humana
con el simple hecho de renombrarla y transformarla a través de la
metáfora.
Eduardo
Hurtado (1950) es un magnífico ejemplo de esta afirmación.
Capitalino, poeta, ensayista y editor, ha creado a lo largo de su carrera
una serie de poemarios que recorren una y otra vez las posibilidades y
paisajes de la ciudad ya no solamente como el lugar geográfico donde
se vive y malvive, donde se consumen tiempo y alcoholes, sino también
como el espacio donde se pueden dar pequeños milagros y a la vez
donde se viven las pérdidas más dolorosas y personales, las
que no se pueden rescatar de la memoria ni endulzar con arrebatos líricos,
como sucede en uno de sus poemas, en el que cuenta el suicidio de un amigo
muy querido, describiendo la escena sin la menor piedad pero con el recuerdo
intacto de los actos del difunto, última muestra de respeto a una
voluntad y a una ausencia que con su pérdida aniquiló una
parte del autor.
Es en Sol de nadie, la antología
de su obra poética, donde Hurtado despliega su vocación ya
no de citadino o de chilango, sino de urbanita, de ermitaño
en medio de las multitudes y las habitaciones infinitas que configuran
las arterias de la metrópoli. Todo para él es materia poética,
dispuesta para ser transformada en mar cargado de sirenas y de misterio,
en bosque enigmático, en un lugar de magia sorprendente que puede
ser rescatado por entre avenidas y azoteas, en bares y cuartos de hotel,
resguardado en los habitantes y los amantes, los fantasmas y las inevitables
putas.
No es fácil, pero Hurtado logra
esto, sin caer en el lugar común o el amaneramiento. Todo el volumen
titulado Sol de nadie es poesía dotada de espontaneidad,
compuesta con frases coloquiales de uso diario entre los habitantes de
carne y hueso que existimos entre sus versos. Sus invenciones convocan
a la cotidianidad redescubierta una y otra vez en las cosas más
simples, en los momentos más ordinarios, apegándose ante
todo a la certeza de que la poesía no hará mejor esa memoria,
pero la renovará y trascenderá con la ayuda de la música
que aporta y las imágenes que renuevan la vista de siempre, salvándola
del olvido inagotable que nos agobia.
Sol de nadie es, como lo expresa
bien su título, una antología poética sobre un mundo
citadino que conoce la luz, pero que no logra aprehenderla en sus ventanas
porque está demasiado habituado a las tinieblas y teme la dureza
solar, despiadada y acogedora al mismo tiempo. Es una colección
de cantos sobre habitantes y lugares que conocen la derrota, pero que también
esperan con ansia su renovación y la realización de sus anhelos,
sin esperar milagros ni treguas. Para ello sólo exige al lector
que se sumerja entre los versos y que asuma sin miedo, a través
de ellos, esa ciudad que recorre día a día, sin temer a los
claroscuros que componen la existencia.
Después de todo, la vida y la ciudad
son nuestras. Y si las estamos perdiendo, el primer paso para recuperarlas
es darles nombres para nombrarlas y renombrar nuestros días y sus
rincones, para llamar a la ciudad como se llama a los amantes, sean éstos
crueles o buenos. La poesía es para eso. Para poner nombres y reinventar
con ellos las cosas más simples, comenzando por el sol que nos ilumina
a todos y a toda la ciudad
|
n
o v e l a
Un
grito hacia el polvo
Pablo
Ortiz Águila
|
John
Fante,
Pregúntale
al polvo,
Anagrama,
España,
2001.
. |
Durante los años treinta, en
ese lugar del mundo abarrotado de calor y suciedad, aromas fétidos
y perfume que se llama Los Angeles, California, en la nación más
"civilizada" del orbe, el gran Arturo Bandini se promete a sí mismo
y al mundo convertirse en el dueño de las más espléndidas
palabras y discursos de las letras universales.
Un prólogo de Charles Bukowski se
amalgama y entrelaza con el principio de la novela, dejándonos en
claro la admiración que le profería a John Fante.
Camila
es el nombre del cincuenta por ciento de los problemas del "ilustrísimo"
Bandini; el otro cincuenta por ciento consiste en alcanzar la fama precisamente
en la prodigiosa tarea de escribir, definitivamente un trabajo de tiempo
completo ya que ambas labores se empalman dando forma y plasticidad a este
texto que es una suerte de vagabundeo y un recorrido por las esferas suburbanas
de la mencionada ciudad.
La novela deviene una crítica de
la sociedad estadunidense que no es tan diferente de la actual, toda una
cultura de la violencia en gestación si se le mira de una manera
retrospectiva. En la obra se percibe el sabor ácido de la vejez
y la soledad que desemboca en la locura de un rostro arrugado en una atmósfera
sofocante de abandono, que es el abandono de las cosas y de los seres.
Asimismo degustamos el amargo sabor de una leche que siempre fue agria,
y bajo el calor que evapora a las cosas y a la gente buscamos la belleza
que queda bajo los escombros.
Arturo Bandini no es más que el
italiano-gringo que no se arredra frente a la hecatombe parafraseándolo
a él mismo, y que domina esa arma que no mata pero de la que todos
se acuerdan: su pluma. Grandilocuente, furioso, un poco loco, un poco primitivo
y entrañable, es el alter ego del propio autor, reconocido,
para no variar en la tradición, una vez bajo tierra.
Nuestro interés como lectores se
fija en ese su camino diario, desde la perspectiva del trabajo cotidiano
de un artista aunado al deseo de conquistar a un enigmático personaje
de la mitología urbana de los suburbios de Bunker Hill, una mujer-diosa
llamada Camila, rebelde y medio mexicana, bruja y princesa.
Ante este panorama luce narcisista y siempre
erguido Arturo Bandini, a medio camino hacia el mar, a medio camino hacia
el desierto, jugando con sus propias reglas como antihéroe y con
la pregunta articulada en un grito hacia el polvo
XXI Feria
Internacional del Libro Infantil y Juvenil. Espectáculos, talleres,
espacio interactivo de cómputo, conferencias, seminarios internacionales,
presentaciones de libros, ceremonias de premiación, exposiciones,
350 fondos editoriales y más de 50 mil títulos. Del 10 al
20 de noviembre de 2001, de 10:00 a 20:00 horas, en el Centro Nacional
de las Artes ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col.
Country Club, Metro General Anaya, teléfono: 5420 4400, página
electrónica: www.cnca.gob.mx.
Entrada gratuita. (En algunas actividades el cupo es limitado.)
Canadá en México.
En el marco de las actividades de "Otoño canadiense. Ciudad de México"
y en el contexto de la XXI Feria Internacional del Libro Infantil y Juvenil,
del 12 al 16 de noviembre, se presenta el libro Huevos rancheros,
de Stefan Czernecki, con el autor, y el seminario "Qué y por qué
leen los niños". Librería Canadá. En el Centro Nacional
de las Artes ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col.
Country Club, Metro General Anaya. Entrada gratuita.
Presentación de libro.
La Universidad Autónoma Metropolitana le invita a la lectura de
poemas y presentación del libro Antología personal,
de Carlos Montemayor, con la participación del autor. La cita es
el miércoles 14 de noviembre de 2001, a las 19:00 horas, en el Salón
Vitrales de la Casa del Tiempo ubicada en Pedro Antonio de los Santos núm.
84, col. San Miguel Chapultepec.
Cine. Dentro del ciclo "Mujeres
vs. Violencia", del Cineclub de la Biblioteca de las Artes, se proyectarán
las cintas Yo, la peor de todas, dirigida por María Luisa
Bemberg, el 16 de noviembre, y la cinta neozelandesa Somos guerreros,
de Lee Tamahori, el viernes 23 del mismo mes. La cita es a las 18:00 horas,
en la sala de usos múltiples del Cineclub de la Biblioteca de las
Artes, del cenart ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan,
col. Country Club, Metro General Anaya.
Noviembre en el Teatro Santa
Fe. Perro Teatro AC presenta Don Juan Tenorio, de José
Zorrilla, bajo la dirección de Ana Luisa Alfaro, y con la actuación
de Víctor Roldán, Pedro Adame, Fernando Morales, Berenice
Camacho, Ana Paola Izquierdo y Jorge Robles. Las funciones son los lunes
a las 19:00 horas.
Danza. El grupo
de danza contemporánea Barro Rojo presenta su espectáculo
Viento de Lorca. Las funciones son los miércoles a las 17:00
horas.
Espectáculo
para niños El sastrecillo valiente, basado en el clásico
de los hermanos Grimm, bajo la dirección de Ernesto López.
Las funciones son los domingos de noviembre y diciembre a las 12:00 horas.
Mayores informes sobre
estas actividades y en general sobre el proyecto de Perro Teatro de rescatar
el Teatro Santa Fe, a los teléfonos 8500 0485 y 5516 2163, o directamente
con Perro Teatro en Palenque núm. 633, col. Letrán Valle,
cp 03650, México df, teléfonos: 5604 7349 y 8500 0485, correo
electrónico: [email protected].
Música. Difusión
Cultural de la unam invita al Concierto-homenaje a Tony Espino, con la
participación de José Luis Caballero, Irma Carlón,
Javier del Valle, entre otros vocalistas. Tony Espino, piano. La cita es
el 14 de noviembre a las 20:00 horas, en el Teatro de la Casa de la Paz
ubicado en Cozumel núm. 33, col. Roma. Teléfono: 5286 5315.
Exposiciones. El Conaculta,
la INAH y la Editorial Praxis invitan a la exposición Origen
de la niebla. Pintura y poesía. Tres generaciones, con poemas
de Miguel Ángel Muñoz. Obras de José Luis Cuevas,
Joy Laville, Vicente Gandía, Vlady, Roger von Gunten, Leonel Maciel,
Gilberto Aceves Navarro, Alfonso Mena, Jan Hendrix, Manuel Marín,
Francisco Castro Leñero, Miguel Ángel Alamilla, Phil Kelly,
Mariano Villalobos, Sandra Pani, Cecilia Vázquez, Francisco Ortyz,
José Ignacio Cervantes, Ernesto Ríos, Marisa Boullosa y Francisco
Quintanar. La inauguración será el jueves 15 de noviembre
a las 19: 00 horas, en el Museo del Carmen ubicado en Av. Revolución
núms. 4 y 6, San Ángel, México DF.
Monte Albán,
de Demián Flores Cortés, en el Centro Cultural Casa Lamm
ubicado en Álvaro Obregón núm. 99, col. Roma, México
df. Teléfonos: 5525 1332, 5514 1578 y 5511 0899, correo electrónico:
[email protected].
Hasta el 29 de noviembre de 2001.
Xipe-Totec,
nuestro señor el desollado, de Rafael Barajas "el Fisgón".
La exposición estará abierta al público durante noviembre
y diciembre. La cita es en el Museo de Historia Natural de la Ciudad de
México ubicado en el Bosque de Chapultepec, segunda sección,
de martes a domingo, de las 10:00 a las 17:00 horas. Informes a los teléfonos:
5515 2222 y 5516 2848. |
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