DOMINGO Ť 18 Ť NOVIEMBRE Ť 2001

Ť Sólo uno por ciento de indígenas acceden a la universidad, afirma Educación Pública

En Oaxaca, siete de cada 10 niños no terminan a tiempo la primaria y tres de 10 reprueban

Ť La enseñanza en el estado tiene un atraso de 30 años, expresa el gobernador José Murat

CLAUDIA HERRERA BELTRAN ENVIADA

Cuajimoloyas, Oax. En la sierra zapoteca se repite el ritual: la algarabía por la fundación de una escuela primaria, en una entidad donde las buenas noticias parecen abonar poco. Siete de cada 10 niños no terminan a tiempo la primaria y tres de cada 10 reprueban este nivel, según cifras del Instituto de Educación Pública de Oaxaca.

Con apoyo de una empresa automotriz y de los gobiernos estatal y municipal, el miércoles pasado la primera escuela bilingüe de Cuajimoloyas abrió sus puertas con 165 alumnos, menos de la mitad de su cupo: 400. La maestra Ruth Villa explica que en el municipio de Ixtlán muchos pequeños se incorporan tarde a la educación o no llegan.

A dos horas de la capital oaxaqueña y a 3 mil 200 metros sobre el nivel del mar se encuentra este alejado plantel que recibe a niños de una decena de poblados que antes estudiaban en precarios centros educativos y que lograron ponerse de acuerdo para reunirse en uno que está mejor construido.

Ante centenares de alumnos de primarias y telesecundarias de poblados cercanos, el secretario de Educación Pública, Reyes Tamez Guerra, explicó que el nuevo plantel busca contribuir a que las diferencias étnicas y culturales no sigan reproduciendo la desigualdad social y que cada vez un mayor número de indígenas puedan acceder a la universidad.

Panorama desalentador

Las estadísticas son muy desfavorables para los indígenas. Sólo uno por ciento accede a la educación superior y apenas tres por ciento de los jóvenes de zonas rurales, frente a 50 por ciento de los que proceden de las ciudades, indicó Reyes Tamez.

A distancia, tras el enrejado de la escuela o escondidas en medio de unas rocas, se encuentra un numeroso grupo de madres de familia que miran incrédulas lo que está sucediendo.

El gobernador de Oaxaca, José Murat, insiste en que el panorama es desalentador, pero, dice, es mejor que en otros años. La educación en el estado, asegura, tiene un atraso de 30 años y se necesitan millonarios recursos para cerrar la brecha que hay con los estados del norte.

Murat presume que todos los niños de esa escuela y de las aledañas que acudieron al festival de inauguración están uniformados. Los padres de familia gastaron 165 pesos en la vestimenta de sus hijos y en el escudo que llevan en el suéter, el cual dice: Escuela Ford 189.

El presidente de la empresa Ford, Marcos S. de Oliveira, señala que esta es la escuela número 189 que funda esta corporación en México durante los últimos 35 años, y que el propósito es "reducir la pobreza extrema" y que ésta sea una tarea compartida del gobierno, las empresas y la sociedad.

Pero, Ƒqué tantas posibilidades hay de que estos niños lleguen al nivel superior como se proponen la SEP y los empresarios?, se pregunta el director de la nueva escuela, Mateo Hernández.

El centro escolar, dice, mejora la situación de sus alumnos, pero aún así las desventajas prevalecen. La mayoría de sus estudiantes ingresan a la escuela con más edad de la reglamentaria, ocho o nuevenino-oaxca años, y muchas veces interrumpen o abandonan sus estudios porque tienen que buscar empleo o emigrar a Estados Unidos.

Sus oportunidades de llegar a la secundaria y concluirla "son muy limitadas", explica el maestro Hernández. En Cuajimoloyas la tierra produce poco. "El campo muchas veces está tapizado de hielo y la gente prefiere buscar trabajo en el monte, en los aserraderos o en las obras, y se llevan a los muchachos para que ayuden al gasto", señala.

Los habitantes de este poblado no conocen una buena cosecha desde 1995. Emelina Martínez, de 58 años, dice que antes conseguían hasta 500 kilos de papa y ahora lo más son 100 kilos. Y esta pobreza se refleja en la alimentación de los niños. Emelina explica que sus nietos comen frijoles, tortilla y sopa. "Carne una vez a la semana, cuando se puede."

Los niños, con las mejillas quemadas por el intenso frío, se arremolinan alrededor del secretario de Educación, quien baja de un helicóptero. Remigia Pineda cuenta que es la primera vez que un funcionario del gobierno federal va a ese lugar, y se muestra gustosa porque hace unos días abrieron una brecha "más grande" para que pudieran pasar los autobuses con las decenas de visitantes que fueron a la inauguración. En la comitiva también estaban los distribuidores de Ford y sus esposas, quienes fueron recibidos con tamales, atole y bailables.

Aun con todas las dificultades que enfrentan los niños de la sierra, cada vez es mayor el número que asiste a la escuela. Esperanza Ramírez, mamá del pequeño Dionisio, cuenta que a sus pequeños los lleva al jardín de niños desde los cuatro años, "porque ya es obligatorio". Y cuando es posible, continúa, desde los tres años porque así "se les quita el miedo" de estudiar.

Luego de la ceremonia de inauguración comienza el recorrido por el plantel. En la puerta de uno de los 10 salones se distingue un letrero en zapoteco: "yu'u la tirhu die cabi", que significa salón de cómputo.

Aunque la lengua zapoteca se enseñará en el centro escolar, el problema es que los niños y sus padres ya no lo hablan. La bienvenida que uno de los alumnos dio en zapoteco no fue entendida por la mayoría de los niños. El problema, dice Esperanza Ramírez, es que "los abuelitos" que hablaban esa lengua ya murieron y los "dos o tres que la saben" no la usan por miedo a que no los entiendan.

En ese novedoso salón de cómputo el encuentro de los alumnos con la tecnología fue difícil. Al principio el ratón de la computadora se deslizó penosamente por un vistoso mapa del mundo, pero unos minutos después los pequeños comenzaron a descubrir países como China o Indonesia, que para ellos son tan distantes de México como su propio poblado.