La Jornada Semanal, 25 noviembre del 2001                                                                                  Núm. 351

(h)ojeadas


La hidra gigante

Rocío Harispuru

Foto: archivo La Jornada
Nawal al-Sa’dawi,
La cara desnuda de la mujer árabe,
Horas y Horas la Editorial,
España, 1991
Después de que me haya ido, no habrá mayor peligro que amenace 
la nación y que pueda crear un estado de anarquía que las mujeres.
Mahoma
Nawal al-Sa’dawi quita el velo a la mujer árabe para plantarla ante su sociedad y ante la sociedad occidental tal y como la han obligado a ser, como vive, como parecería que, con tal de lograr su supervivencia, busca ser. Nacida en una aldea egipcia en el delta del Nilo en 1931, la autora del ensayo La cara desnuda de la mujer árabe estudió medicina y psiquiatría e inició en los años setenta sus investigaciones en torno a las agresiones sexuales e ideológicas que padecen cotidianamente las mujeres en los países árabes. Es una de las precursoras en el mundo islámico en alzar su voz a favor de las mujeres, lo que le ha valido la censura en Egipto, la cárcel bajo el régimen de Anuar Sadat y posteriormente el exilio en Estados Unidos, orillada por las amenazas de los fundamentalistas islámicos. 

En la primera parte del ensayo, al-Sa’dawi narra crudamente la realidad de las mujeres en su país y las múltiples agresiones que padecen cotidianamente, ataques no únicamente de carácter sexual sino, peor aún, ideológicos y morales: "La primera agresión que sufre una niña en la sociedad es el sentimiento de que no es bien recibida cuando llega al mundo." Para la mayoría de las niñas en Egipto la infancia termina a la edad de seis, quizá siete años, cuando, un día cualquiera y sin previo aviso, son sacadas de su cama, sujetadas por tres o cuatro mujeres, una de ellas seguramente su madre, alguna tía o amiga cercana a la familia y, mientras es forzada a abrir las piernas al máximo, otra mujer acerca un objeto metálico a sus muslos. Una cuchilla se hunde entre sus piernas y corta un trozo de carne. 

En el lenguaje popular musulmán a esta intervención se le llama "operación de limpieza y purificación", actividad sin duda más frecuente en las zonas rurales y practicada mayormente entre las clases medias y bajas; sin embargo, aun las familias menos conservadoras, como en la que creció la autora, la llevan a cabo: si bien el padre de al-Sa’dawi puede calificarse como un hombre progresivo en su sociedad –ya que a mediados del siglo pasado insistió en que todos sus hijos e hijas recibieran una educación universitaria–, no fue capaz de dispensar a sus hijas de esta "operación de limpieza".

A medida que van creciendo, estas niñas-mujeres deben soportar, como parte de una cotidianidad intrafamiliar, las caricias sexuales de sus parientes más cercanos: hermanos, tíos, incluso el padre, todos son protagonistas y continuadores de una tradición que en La cara desnuda de la mujer árabe es puesta en evidencia. Para ellas no existe la posibilidad de denuncia o rebeldía; desde pequeñas aprenden que deben callar y someterse a los apetitos masculinos, amén de que la mayoría, en los primeros años de su vida, no saben qué les está sucediendo, ya que su infancia y su pubertad se desarrolla en un medio que ha oscurecido toda posible noción de libertad y autodeterminación sobre su propio cuerpo y su feminidad.

A la edad de quince, quizás dieciséis años, son obligadas a tomar por marido al hombre que su padre escoja para ellas. La esposa se encarga de los quehaceres de la casa, de servir al hombre, de alimentarlo y atenderlo en todas sus necesidades; es momento de cumplir silenciosamente las reglas de obediencia al marido. Esta situación sumisa de la mujer, que en algunos aspectos no se diferencia mayormente de lo que padece un gran número de mujeres en América Latina, en el mundo islámico se ve constantemente reforzada y recrudecida por una mancuerna indisoluble: el mundo secular y el religioso, que forman una unidad. Si en nuestros países la religión también ha contribuido a mantener el orden social establecido en detrimento del desarrollo de la mujer, su sometimiento es más terrible en los países árabes, en donde los líderes religiosos y políticos son los mismos.

Uno de los principales problemas para la mujer árabe radica en que la sociedad tiene un concepto del honor relacionado de manera íntima con el comportamiento femenino en la familia, diametralmente opuesto al del hombre y su aceptación social y familiar. "El honor de un hombre está a salvo siempre que los miembros femeninos de su familia mantengan sus hímenes intactos", escribe al-Sa’dawi. Y así, mientras el código de honor de la sociedad radique en esa fina membrana, las mujeres continuarán padeciendo discriminación y agresión física. Conviene a los intereses masculinos tener mujeres "asexuadas", veladas y encerradas, que no conozcan ni sientan deseo o placer sexual. La mutilación moral de la que son objeto es tanto más terrible que la física. Nawal al-Sa’dawi ha realizado estudios a este respecto a lo largo de más de treinta años en Egipto y en otros países del mundo islámico.

Entre los antecedentes de esta realidad, anota que la sociedad preislámica se formaba por muchas tribus nómadas cuyas organizaciones socioeconómicas y religiosas eran sustancialmente distintas entre sí, por lo que se oscilaba entre el matriarcado y el patriarcado. La mujer preislámica contribuía en igualdad con el hombre en los ingresos de la tribu. No llevaba velo y se podía mezclar libremente con los hombres. Incluso en algunas de estas tribus se practicaba libremente la poliandria.

En estas sociedades existían otras formas de unión tales como el "matrimonio por placer", en el que la pareja se unía para disfrutar libremente de su sexualidad, o el "matrimonio de sacrificio", según el cual la mujer se entregaba al hombre sin esperar nada a cambio; inclusive, si un hijo nacía de esta relación, adoptaba sólo el apellido de la madre. Las mujeres tenían derecho a elegir a sus maridos e incluso existían prácticas de inseminación artificial. Basten estas cuantas referencias para evidenciar el grado de independencia y de libertad del que gozaban entonces las mujeres. 

Evidentemente, la pregunta obligada es: ¿qué fue lo que sucedió con el advenimiento del Islam que modificó tan dramáticamente la posición de la mujer en la sociedad? Al-Sa’dawi analiza la evolución del papel de la mujer en función de los acontecimientos históricos, sociales, políticos, económicos, y a partir de ellos el papel fundamental que siempre tuvo la religión al servicio de estos intereses, de las clases dominantes y del poder. En definitiva, de no haber sido por la religión, manipulada a favor de la conveniencia patriarcal, la sumisión de la mujer árabe no habría sido posible:

Para los árabes la palabra "mujer" evoca inmediatamente el término fitna. La personalidad de la mujer árabe es una combinación de energía y fitna, o capacidad de seducción, hasta el punto de que estas cualidades forman parte del ethos islámico. El término fitna también significa levantamiento, rebelión, conspiración o anarquía que contraria el orden establecido por Alá (que bajo ningún concepto se debe cambiar). En este sentido el poder sexual y seductor de la mujer puede conducir a la fitna en el seno de la sociedad. De esta creencia surgió la idea de que la vida sólo podría seguir su curso normal y la sociedad sólo podría hacer frente a las amenazas que atentaban contra la estabilidad y orden social, si los hombres continuaban satisfaciendo las necesidades sexuales de sus mujeres y protegían su honor; de lo contrario podría desencadenarse fácilmente una fitna de las mujeres.

El Corán establece que la satisfacción sexual de hombres y mujeres es indispensable para lograr una vida plena; sin embargo, también afirma que si los hombres sucumben ante la amenaza femenina llega inevitablemente la desintegración de la sociedad. Así es como en el seno del islamismo se plantea una contradicción a la que los teólogos encontraron como única respuesta aislar a la mujer al mismo tiempo que permitieron a los hombres satisfacer ampliamente sus deseos sexuales.

Aunada a esta concepción todopoderosa de los encantos femeninos, y para mejor comprender la situación que vive la mujer en la sociedad árabe contemporánea, es necesario hacer referencia incluso al judaísmo y al cristianismo, religiones ambas anteriores al Islam y que, sostiene al-Sa’dawi, contribuyeron considerablemente en muchos conceptos fundamentales de esta religión, sobre todo en la idea de que la mujer es esencialmente pecadora puesto que en la tradición judeocristiana Adán y Eva fueron expulsados del Paraíso por los instintos de Eva asociados con el ejercicio de su sexualidad. A la llegada del cristianismo esta concepción de la mujer pecadora se recrudeció, ya que por una parte proclamaba la castidad de Jesús y, por otra, María lo concibió sin tener relaciones carnales, es decir, sin cometer pecado.

Al-Sa’dawi continua trabajando y hurgando en la psique de la mujer egipcia, a la que percibe enferma y contradictoria debido a los procesos de moralización y discriminación a los que ha estado sometida. La única forma de liberarla sexualmente y en el resto de los ámbitos de su vida cotidiana será recobrando su mente, otorgándole dignidad a su libre decisión en el ejercicio de su sexualidad y de su independencia moral y patriarcal. Ardua tarea. La mujer árabe se enfrenta a un Goliat de múltiples cabezas, mezcla extraña de un gigante a vencer y una Hidra a la que siempre le crece una nueva cabeza •
 
 

n o v e l a

Develaciones de la desgracia

Leo Mendoza

J.M. Coetzee
Desgracia,
Mondadori,
España, 2001.

Una de las muchas frases célebres de El capital es "todo lo sólido se desvanece en el aire", especialmente en tiempos de crisis. Marx y Engels tenían razón. Todos los derrumbes de los regímenes antiguos producen transformaciones que –aunque en algunos casos sólo llevan al gatopardismo– hacen tambalear no tanto al edificio o a la estructura, como a sus andamios: las idea preestablecidas, los códigos de conducta, todo aquello que fue considerado como la ideología, se convierte en un pantano y quienes son incapaces de adaptarse al cambio de los tiempos, las más de las veces se ven arrastrados por la fuerza de la historia, se desvanecen.

En Desgracia, una de las últimas novelas del narrador sudafricano J. M. Coetzee –junto con Brink y Gordimer, uno de los pilares de la literatura en aquella parte del mundo–, asistimos, entre angustiados y aterrorizados, a la develación de uno de los muchos efectos que han sido provocados por la destrucción del régimen del apartheid con todo y los demonios que este derrumbe trajo.

Desgracia –que bien podría llamarse derrumbe– es una novela sin ningún tipo de concesiones. Una vivisección verdaderamente impresionante de una sociedad que primero que nada tiene que aprender a convivir bajo una nueva realidad y que, durante ese aprendizaje, comete muchos errores.

Coetzee –cuya anterior novela recrea un capítulo de la vida de Dostoievsky, el regreso a San Petersburgo tras la muerte de su hijastro– ha fundido en David Lurie, profesor universitario de Ciudad del Cabo, todos los miedos, la angustia, la desesperación de quien descubre que sus anteriores certezas han desaparecido: al principio reacciona con desprecio pero poco a poco, a medida que su vida interior se derrumba, aprende que aunque cada vez es más difícil vivir, también cada vez es más sencillo vivir dentro de esa dificultad.

Lurie, con dos divorcios a la espalda, mantiene una relación con una de sus alumnas, y todo termina en una denuncia. El juicio o la audiencia en su contra, efectuada por sus propios compañeros de trabajo, posee remembranzas de El extranjero de Camus. Lurie es condenado no tanto por la falta cometida como por el hecho de no mostrarse arrepentido. Sin nada que lo ate, Lurie parte rumbo a la granja donde vive su única hija, con quien ha mantenido una relación distante pero en muchos aspectos cómplice. Sin embargo, el mundo al que estaba acostumbrado ya no existe. En la nueva sociedad los códigos han cambiado y la maneras, las formas de hablar, los estilos, ya no son los que conocía este profesor que un buen día decide escribir una ópera acerca de la vida de Lord Byron y de su amante Teresa. Una tarde sus pesadillas se hacen realidad. Padre e hija sufren el asalto de una pandilla y Lucy –la hija– resulta embarazada. Poco después, uno de los violadores aparece como protegido y pariente del socio de Lucy y copropietario de las tierras. Lurie regresa a Ciudad del Cabo para darse cuenta de que ahí ya no tiene nada, y quizá tampoco en la granja: se ha convertido en un nueva clase de paria, un desarraigado dentro de la nueva sociedad.

Desgracia es una novela estremecedora: describe con absoluto rigor el derrumbe interior de su protagonista con quien, a pesar de sus prejuicios y su pertenencia a otro tiempo, terminamos por identificarnos tal y como quizá lo hizo el propio autor. Pero por encima de todo se encuentra la prosa dura y deslumbrante con la que el autor cuenta la historia. Coetzee, a quien Carlos Fuentes considera uno de los grandes novelistas de nuestros días –merecedor desde hace ya algún tiempo del Nobel–, nos entrega una de las grandes novelas de este fin siglo confuso y confundido. Coetzee ya había dirigido su mirada hacia otros desarraigados y hacia la soledad del creador y ahora, con Desgracia, nos ofrece una extraordinaria novela en torno al derrumbe de una época y de una forma de vida. Y lo hace de una manera extraordinaria. Más que el fresco histórico, Coetzee busca el detalle, el momento mismo de la pérdida del reino y quizá por ello la novela alcanza visos de tragedia clásica •
 

FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCIÓN

crónica

•De Tenochtitlán al Siglo XXI. Memoria del Primer Encuentro de Cronistas de la Ciudad de México, Carmen Sánchez Crespo y César Benítez Torres (compiladores), Fundación Politécnico/Instituto Politécnico Nacional, México, 2001, 306 pp.

•Los cuarenta chatos. “...fascinantes crónicas del lado oscuro del box”, Antonia Mora, Editorial Planeta, México, 2001, 117 pp.

ensayo

•Con los oídos abiertos. Aproximaciones al mundo de la música, Eusebio Ruvalcaba, Col. Paidós amateur, 4, Paidós, México, 279 pp.

•Piedras, Roger Caillois, traducción de Daniel Gutiérrez Martínez, Editorial Nueva Imagen/Embajada de Francia/CCC/IFAL, Col. Los paraísos circulares, México, 2001, 159 pp.

ensayo (literario)

•Carlos Fuentes desde la crítica, Georgina García-Gutiérrez (compiladora), Editorial Taurus/UNAM, México, 2001, 331 pp.

•Ficción-historia. La nueva novela histórica hispanoamericana, Juan José Barrientos, Serie El estudio, UNAM, México 2001, 215 pp.

ensayo (sociológico)

•La tentación de la eutanasia, Marie de Hennezel, traducción de Adriana Margarita Peña Olguín, Col. Ciencias sociales, Editorial Nueva Imagen,  México, 2001, 285 pp.

periodismo

•Cultura, ética y prensa, Víctor Roura, Col. Croma 2, Editorial Paidós, México, 2001, 373 pp.

poesía

•Diálogos imaginados: León Felipe, Emilio Prados, Luis Cernuda (tres poetas españoles en el exilio de México), Aurora Arnaiz Amigo, Cuadernos de la búsqueda/UNAM, México, 2001, 106 pp.

•Lectura de tres décadas, (libro y cd), Eduardo Lizalde, Col. Voz viva de México, voz del autor, UNAM, México, 2001, 118 pp.

psicología

•El nuevo lenguaje del cambio. La colaboración constructiva en psicoterapia, Steven Friedman (compilador), prólogo de Kenneth J. Gergen, traducción de Verónica Tirotta, Col. Terapia familiar, Gedisa Editorial, Barcelona,  España, 2001, 365 pp.

revista

•Corre, Lee y Dile, núm. cero, verano de 2001, primera Feria Internacional del Libro Universitario, textos de Alain Derbez, Agustín del Moral Tejeda, Medardo Fraile, entre otros , México.

•La Ciencia y el Hombre, núm. 1, enero-abril 2001, vol. XXIV, textos de Ignacio Aguilar Marcué, Marco Tulio Aguilera Garramuño, Ramón Rodríguez, Universidad Veracruzana, México, 31 pp.

•Universo de El Búho, núm. 23, octubre 2001, año 2, textos de David Gutiérrez Fuentes, Marcos Winocur, Patricia Zama, entre otros, Grupo Editorial Miguel Ángel Porrúa, México, 80 pp.

•Los Universitarios, núm. 14, noviembre de 2001, nueva época, textos de Mario Bellatin, Ricardo Pérez Montfort, Mariana Frenk, entre otros, UNAM, México, 64 pp.
 

Casa del Lago. Cursos y talleres: primer trimestre de 2002. Literatura, teatro, danza, música, artes plásticas, jardinería, lengua náhuatl, ajedrez y mucho mas. Inscripciones hasta el 15 de diciembre de 2001, y del 8 al 13 de enero de 2002. Inicio de clases: 14 de enero. Requisitos: pagar la cuota trimestral y una fotografía tamaño infantil. Horario de inscripciones: de martes a sábado, de 10:00 a 15:00 y de 16:00 a 18:00 horas. Mayores informes sobre las actividades y el programa de los cursos y talleres a los teléfonos 5553 6318 y 62, o en la página: www.casadellagounam.mx.

Danza. Este domingo 25 de noviembre, a las 18:00 horas, se presenta la última función de Las horas, espectáculo formado por ésta y dos coreografías más: Las aguas del olvido y Anabiosis, con la Compañía de Danza Mnemosíne bajo la dirección de Tania Pérez-Salas. La cita es en la Sala Miguel Covarrubias del Centro Cultural Universitario ubicado en Insurgentes Sur núm. 3000.

Teatro. El lector por horas, de José Sanchis Sinisterra, bajo la dirección de Ricardo Ramírez Carnero, con Miguel Flores, Emma Dib y Fernando Becerril. Música original de Rodrigo Mendoza. La cita es de miércoles a viernes a las 19:30, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas, en el Teatro Santa Catarina ubicado en Jardín Santa Catarina núm. 10, Plaza de Santa Catarina, Coyoacán.

Versos, tiempo teatral de Germán Castillo, basado en la poesía de Sor Juana Inés de la Cruz, en el 350 aniversario de sus natalicio, con Pilar Boliver, Ángeles Cruz y Remi Álvarez. La cita es los miércoles y jueves a las 20:00 horas, en la Casa del Teatro ubicada en Vallarta núm. 31-A, Plaza de la Conchita, Coyoacán.

Este domingo 25 de noviembre, a las 18:00 horas, última presentación de Las máscaras de Sor Juana, dramaturgia y dirección de Miguel Sabido, con Carmen Delgado, Farnesio de Bernal, Graciela Doring, Antonio Rangel, Manuel Sevilla, Patricia Martínez, Pilar Padilla, Roberto Ríos, Roger Cudney, Marta Bernarda, Julio Gómez, Carlos Mendívil, Sergio Alberto Bustos y Armando Tapia. La obra se presentará en segunda temporada del 6 al 16 de diciembre, los jueves y viernes a las 20:00, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas. La cita es en el Foro de las Artes del cenart ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General Anaya.

La Rosa de los vientos, viaje visual e imaginario por mundos pretéritos y visiones posmodernas, bajo la dirección de Bruno Bert, hasta el 16 de diciembre. La cita es los viernes, sábados y domingos, a las 16:30 horas, en las Áreas Verdes del cenart.

Exposiciones. Los novísimos, producción plástica de una selección de jóvenes creadores, entre los dieciocho y los veinticinco años de edad, que reflejan su percepción de la realidad a través de diversos medios como la pintura, la escultura, la fotografía y la instalación. La muestra estará abierta al público hasta el 14 de diciembre, en el Museo Universitario de Ciencias Roma (muca Roma), ubicado en Tabasco núm. 73, entre Frontera y Mésrida, Corredor Cultural de la Roma, de lunes a viernes, de las 10:00 a las 18:00 horas. Informes a los teléfonos: 5511 0925 y 5511 8867, o en la página: www.muca.unam.mx. Entrada libre.

Descubridores del pasado en Mesoamérica, en el Antiguo Colegio de San Ildefonso ubicado en Justo Sierra núm. 16, Centro Histórico. Hasta el 31 de marzo de 2002. Mayores informes sobre ésta y en general sobre las actividades del Colegio, al teléfono 5702 63 78, o en la página: www.sanildefonso.org.mx.

Presentación de Libro. En el marco del festival "Mirarte", el Centro Nacional de las Artes invita a la presentación del libro de fotografía A cielo abierto, de Silvia González de León, con la participación de Carlos Jurado y la autora. La cita es el 30 de noviembre, a las 19:30 horas, en el Aula Magna del cenart ubicado en Río Churubusco y Calzada de Tlalpan, col. Country Club, Metro General Anaya. Informes al teléfono 5420 4400.

El Centro Internacional de Guionismo y de Cine y Televisión abre sus inscripciones para sus cursos y talleres intensivos de invierno. Talleres: Creación de argumentos para cine y Creatividad publicitaria. Cursos: Dramaturgia y escritura de guiones para televisión y Redacción creativa (para guionistas, publicistas, escritores). Mayores informes sobre estos talleres y cursos, costo y requisitos de inscripción al teléfono 5550 3233, o directamente en el cigcite ubicado en San Carlos núm. 7, col. San Ángel, México DF, entre las 14:00 y las 20:00 horas.