martes Ť 27 Ť noviembre Ť 2001

José Blanco

Educación y presupuesto

El gobierno del presidente Fox no ha dejado de insistir, casi cada día, en la importancia crucial de la educación en la construcción del futuro del país. Si la relación entre educación y desarrollo se afirmó sin duda durante el siglo xx, para este siglo el asunto es casi una trivialidad. En el siglo pasado eran igualmente importantes los recursos naturales y, en cada etapa, los niveles de acumulación de capital que una sociedad había alcanzado. En este siglo, capital y sobre todo bienes naturales son recursos que pierden importancia a velocidad vertiginosa. El recurso para el desarrollo futuro se halla en el conocimiento. Una sociedad desarrollada será en adelante una sociedad instruida. Corea, y sobre todo Japón, carecen de recursos naturales, pero son países de alto desarrollo. La biodiversidad natural de México es cuatro veces mayor que la de Estados Unidos, pero nuestra economía es menor que la del estado de California. Que en el futuro la sociedad desarrollada es la sociedad de conocimiento no es moda de analistas, sino un contundente hecho; el más contundente del presente y del futuro del planeta.

Otro tema en el que ha insistido continuamente el gobierno de Fox, es el de la transparencia de la información. Salvo por los asuntos de seguridad nacional, el gobierno actual quiere todas las cartas abiertas sobre la mesa frente a la sociedad.

Ni el tema de la transparencia informativa, ni el de la prioridad educativa, están presentes en el proyecto de presupuesto para el año 2002.

Por hoy, intentar dar un punto de vista sobre ese proyecto requiere anteponer muchos asegunes. He mirado el proyecto en el rubro de educación y encuentro, en primer lugar, algunas confusiones derivadas de una presentación distinta a la de los años anteriores, sin mediar explicación del hecho, que no permiten ver con claridad las cifras que está proponiendo el Ejecutivo.

El proyecto para 2002 no incluye comparaciones con el año anterior (ni con ningun otro), de modo que por ninguna parte aparecen las tendencias de política real presupuestaria, que no sea el discurso que acompaña a las cifras. Estas, de otra parte, se presentan sin reforma fiscal. Se dice que hay otra versión de presupuesto con reforma fiscal, pero no sabemos con cuál reforma. Además, tanto el proyecto de reforma fiscal, como el proyecto de presupuesto, sufrirán "cirugía mayor", como han dicho diputados priístas y, aún más, el proyecto ahora enviado a los diputados tendrá que ser revisado por el lado de los precios del petróleo.

Teniendo en cuenta estos "detalles", puede verse lo siguiente. El gasto público federal total para educación de 2001, de acuerdo con la estimación de la Cuenta Pública para ese mismo año, fue de 251.3 miles de millones de pesos (mmdp). El presupuestado para 2002 asciende a 258.7 mmdp. Si este total es deflactado con la previsión inflacionaria contenida en el propio presupuesto, equivalente a 4.5 por ciento, la cifra resultante en términos reales es de 247.6 mmdp, inferior a la de 2001 en alrededor de 1.5 por ciento.

Veamos la educación superior en particular. El gasto público federal total del año 2001 fue de 42.6 mmdp, según la Cuenta Pública de 2001. El presupuestado para 2002 asciende a 44.4 mmdp, si es que el rubro de ciencia y tecnología previsto en el presupuesto estuviera íntegramente destinado a la educación superior. El presupuesto en términos reales para 2002 resulta de 42.5 mmdp, algo menor al de 2001. Pero si el rubro de ciencia y tecnología (9.3 mmdp) no corresponde a gasto de educación superior, entonces este nivel educativo va a enfrentarse a una catástrofe presupuestaria de una dimensión que nunca ha conocido.

Supongamos que el rubro de ciencia y tecnología está incluido en el gasto para educación superior, y que el presupuesto total en términos reales es de 42.5 mmdp; prácticamente el mismo que en 2001. Con estas cifras, sin embargo, el presupuesto efectivo para 2002 será significativamente menor que el año anterior, debido a la ampliación de la población escolar. En efecto, en el ciclo 2001-2002 la población escolar de educación superior fue de 2 millones 156 mil alumnos, y la prevista para el ciclo 2002-2003 es de 2 millones 284 mil estudiantes. Habrá, por tanto, una reducción significativa en el gasto por alumno. Estas reducciones serán mayores aún una vez que el presupuesto haya sido revisado a la baja debido a un empeoramiento de la perspectiva de los precios petroleros, si no hay cambios en la política educativa.

Ateniéndonos al proyecto de presupuesto, y no al discurso, puede observarse que la educación no es una prioridad, menos aún la superior. Puede verse también que las dificultades del examen de las cifras hablan de problemas severos con la política de transparencia informativa. Hace alrededor de 40 años que la educación es gran prioridad nacional en el discurso gubernamental, no en los hechos efectivos.