La Jornada Semanal, 2 de diciembre del 2001                           352

(h)ojeadas
Una interpretación cosmológica

Philippe Cheron



 


 

 
 

Evodio Escalante,
José Gorostiza: entre la redención 
y la catástrofe,
Juan Pablos/UJAT/IMACD/UNAM,
México, 2001.
 
 
 

 

En su afán por evidenciar los fundamentos materiales de la creación poética, remontándose a los cuatro elementos fundamentales, que están en la base de la misma, apuntaba Gastón Bachelard en su obra dedicada al agua, después de su célebre intento de psicoanálisis del fuego, que al emprender una psicología de la "imaginación material" del agua se dio cuenta de que ésta era un elemento "más constante [que aquél, y] que simboliza mediante fuerzas humanas más recónditas, más simples, más simplificadoras"; su trabajo, por lo tanto, iba a ser más difícil y monótono en razón de que "los documentos poéticos son mucho menos numerosos y más pobres" (El agua y los sueños, 1942, fce, 1978). 

En este libro, Bachelard privilegia el agua dulce, al afirmar que la "sensualidad primitiva, que proporciona argumentos a una doctrina naturalista de las imágenes activas en los mitos, da una razón para la supremacía imaginaria del agua de las fuentes sobre el agua del océano", y que "el agua dulce es la verdadera agua mítica". No abrigamos la menor duda de que le hubiera interesado sobremanera un poema rico en imágenes acuáticas, publicado casi al mismo tiempo (en 1939) en un lejano país que ejercía y sigue ejerciendo una gran fascinación en muchos franceses. Este larguísimo poema va desenvolviéndose a partir de un simple vaso de agua hasta adquirir dimensiones cosmológicas y quizá más oceánicas que las propias del fluir del río –aunque es esencial la dimensión temporal, la calidad de agua-en-el-tiempo, para este verdadero "poema río". Nos referimos, claro está, a "Muerte sin fin", uno de los más ambiciosos, y mejor logrados, poemas del siglo xx mexicano.

Para conmemorar de algún modo el centenario de José Gorostiza (1901-1973), conviene saludar la aparición del ensayo de Evodio Escalante, en el que nos propone un análisis de este poema, con el mérito mayor de que se apoya a cada instante en el propio texto y sus sutilezas, de que no arriesga ninguna interpretación sin una permanente validación textual, y de que siempre lo considera en su totalidad, sin nunca perder de vista su carácter contradictorio, eminentemente oximorónico, sin extraviarse en apresuradas conclusiones parciales.

Esto le permite poner de manifiesto el aspecto dialógico del poema, dividido en dos grandes movimientos de altos vuelos separados por un intermezzo festivo y seguidos por una coda más bien prosaica. Así, dos voces se entrecruzan e incluso se contraponen. Además, hay un factor que tal vez Escalante sea el primero en subrayar, a saber: la ironía. Estupefacto ante un simple vaso de agua, el personaje del poema entra en una larga, honda, meditación ontológica y metafísica, disquisitiva en la primera parte y más bien descriptiva e imaginativa en la segunda, antes del final conocido de todos y que mezcla magistralmente Eros y Tanatos: "¡Anda, putilla del rubor helado/ anda, vámonos al diablo!" –que también es la aceptación jocosa de la condición finita del hombre, después del intento de "devorar el infinito, derrotar a la muerte".

En su minucioso análisis, sin tecnicismos excesivos –explicándolos cuando no tiene otro recurso que valerse de ellos–, Escalante rechaza cualquier intento de lectura unilateral: ni poema pesimista o regresivo (como lo quieren las lecturas nihilistas), ni poema de la exaltación (como los "aleluyas" lo han hecho creer a ciertos exégetas), él opta por un término medio. Mejor dicho, opta por la contradicción en suspenso, no resuelta, por la paradoja en vilo –que tanto el título de su ensayo como el del poema indican de entrada. Ni uno ni otro de los dos términos, extremos y excluyentes, sino los dos al mismo tiempo. Así, con la enorme belleza de sus imágenes (en las que los líquidos y fluidos de toda especie tienen un papel destacado), "Muerte sin fin" resulta ser una honda representación poética de la lucha eterna de los opuestos. Un oxímoron elevado a la categoría de poema, si puede decirse, y acierta Escalante con su insistencia en esta lectura dialógica y oximorónica, ya que hasta los "aleluyas" pueden interpretarse como una "doliente ironía" y al mismo tiempo, sin que se anulen recíprocamente, como una "franca exclamación jubilosa".

Además de su lectura filosófica y bíblica del poema, Escalante no deja de lado la inspiración científica del mismo. Veamos cómo Michael D. Lemonick, por ejemplo, describe –si es posible describir– el fin del universo según los más recientes descubrimientos de la astrofísica: "Cuando se escriba el último capítulo de la historia cósmica, en un futuro lejano más allá de nuestra comprensión, la humanidad, e incluso la biología, habrán desaparecido muchos años antes. Pero es concebible que la conciencia perdure, quizá en forma de una inteligencia digital incorpórea. Si es así, quizá todavía haya alguien para percibir que el universo, antes iluminado con la luz de incontables estrellas, se ha convertido en un lugar vasto, frío, oscuro y terriblemente solitario." (Time, 21 de junio de 2001)

Sin que venga al caso discutir aquí en qué podría consistir esa "inteligencia" (¿una especie de supraconciencia o de espíritu absoluto adaptado a nuestra posmodernidad digital?), hay un paralelo con la lectura que hace Escalante de la parte final de "Muerte sin fin". En efecto, el verso que sigue a la descripción del fin del mundo –cuyo clímax es el punto donde cesa todo conflicto, "donde nada ni nadie, nunca, está muriendo"– remite directamente al Génesis: "y el Espíritu de Dios se movía sobre la faz de las aguas". Se trata del momento inconmensurable que precede al nuevo big bang, que permitirá otra vez la vida. De ahí el título de "Muerte sin fin", esto es, de perpetuo renacimiento, de ave fénix cósmico, y la fuerza profunda del poema. Esta interpretación descansa en una prueba textual que Escalante indaga en las escrituras sagradas, y ella, entre otras, le permite refutar las visiones "pesimistas", que sólo ven en él un himno fúnebre, un canto a "la muerte de Dios [y de] la conciencia universal" (O. Paz).

Acaso se le podría reprochar a Escalante cierta reiteración insistente y a veces monótona, que un lector impaciente juzgará inútil. Por lo demás, unos cuantos desatinos menores no podrán menguar su placer ante un estudio sutil y esclarecedor, que empieza rastreando las influencias que recibió el joven Gorostiza –muy en particular la de José Vasconcelos y de T.S. Eliot– para luego ir desmenuzando el poema estudiado, aunque se queda uno con las ganas de que entrara en más detalles, aun verso por verso, pues varios fragmentos permanecen sin interpretación.

Lo más seguro es que Bachelard nunca conoció la obra maestra de Gorostiza, pero volvamos a él para concluir esta breve reseña. Al destacar el aspecto de agua viva, del agua corriente del río, no deja de referirse a Heráclito: "El lector comprenderá que el agua es también un tipo de destino, ya no solamente el vano destino de las imágenes huidizas, el vano destino de un sueño que no se consuma, sino un destino esencial que sin cesar transforma la sustancia del ser. [...] Verá que la movilidad heracliteana es una filosofía concreta, una filosofía total. No nos bañamos dos veces en el mismo río, porque ya en su profundidad, el ser humano tiene el destino del agua que corre."

Agua de los ríos que "van a dar en la mar, que es el morir", diría Manrique, y que, sin embargo, vuelve en forma de vapor y luego de precipitaciones para correr nuevamente... De acuerdo con el análisis de Evodio Escalante, la meditación metafísico-poética de Gorostiza llega a una conclusión similar, sólo que a nivel cosmológico: cuando la forma pura "se entrega a la delicia de su muerte", el regreso del "fecundo río de enamorado semen" a las entrañas del Creador y la presencia "sobre las grandes aguas [del] Espíritu de Dios que gime/ con un llanto más llanto aun que el llanto" no son sino el preludio a un nuevo ciclo del universo •
 

e n s a y o

Glosario de imágenes

Humberto Pérez Mortera


 
 

Eusebio Ruvalcaba,
Diccionario inofensivo: 
ensayos sobre las cosas,
Lectorum,
México, 2001.
 

 

Hay temas que son ineludibles para meter la cuchara: la muerte, la soledad, la guerra, Gabriel García Márquez... Esos temas nacen por sí solos, pero se desarrollan gracias al nivel de curiosidad de cada uno de sus interlocutores (¡cuidado!, hay quienes exageran tanto en esta "cualidad" que se vuelven una compañía bastante incómoda e incontrolable; o los hay demasiado silenciosos, que por indiferencia o pragmatismo pasan de largo o se conforman con vivirlo en carne propia). El éxito de cada indagación es directamente proporcional a la calidad de la investigación, la fuerza del discurso y el talento del metiche. 

Hay una especie de metiches poco usuales (no mencionemos a Montaigne porque él ya es parte de la definición y sería un pleonasmo) que abordan temas a primera vista insustanciales, cotidianos y aburridos: Vivian Abenchuchan le dedica todo un ensayo a una escalera ("La escalera"), Genaro González Enríquez, a los pantalones de mezclilla ("¿Jeans o no jeans?") y Luis Ignacio Helguera a las bagatelas ("Las bagatelas")1 . Con tres ensayos con premisas tan profundas, el tema debería ser caso cerrado. ¿Entonces por qué habría que leer (escribir acaso) Ensayos sobre las cosas, Diccionario inofensivo, de Eusebio Ruvalcaba? Quizá porque necesitamos que nos recuerden que la madera no sólo sirve para hacer escritorios, sino que entre otras cosas "es imprescindible para consumar el amor, sea porque se graban las iniciales en el tronco, porque se hace el amor en una cama o silla hasta aflojarla, o porque cuando el cuerpo descansa en una mecedora se sueña con la mujer amada".

Eusebio (nacido en Guadalajara en 1951, chofer, mesero, actor, publicista, antes y después de escritor) no se queda sólo con la madera, sino también redefine al vidrio, a la tela, a los cuchillos, a las alas, a las sábanas, a las hojas... El total: treinta objetos inútiles (para hacer literatura, aclaro). Para ejemplificar basta un bote: "El bote más útil es el bote de la basura [...] los niños patean con más gusto un bote que una pelota, [...] Aún el bote más insumergible termina por ser tragado. El mar abre la boca y aquel bote desaparece [...] (cualquier hombre (quizá mujer también)) perplejo se quedará cuando vea a una mujer caminar moviendo cadenciosamente su trasero. Entonces le comentará a quien lo escuche: Mira ésa, que rico mueve el bote".

Cada una de las definiciones es el trabajo de un hombre insano. Enfermo de manías. A partir de imágenes recurrentes en su literatura (las putas, Mozart, el Soneto xxx de Shakespeare, Les Luthiers, el cine de Mike Figgis y la aversión al escritor grandilocuente) Eusebio (Un hilito de sangre, Jueves Santo, Con olor a Mozart) elabora un Diccionario de lo cotidiano: "Por su excelente memoria, los músicos desperdician menos papel que los escritores. Es de imaginarse los kilos de papel pautado en los que nadaría la sociedad, si los cantantes, los tríos, los rockeros, no se supieran de memoria su música." 

Quizá el número excesivo de ensayos sea un punto en contra de este Diccionario inofensivo. En ese caso se recomienda utilizarlo únicamente cuando el lector, asiduo a otras lecturas, le sobrevenga una palabra olvidada. Sin embargo el riesgo de perder aquella lectura a cambio del libro de Eusebio está latente. Sólo léase el ensayo de El tubo: [...] él tuvo dos mujeres y ambas le dejaron. Qué bueno, debió haber tenido tres •

1 La mirada del centauro. Los mejores ensayos de ensayos. Ediciones Verdehalago.



Convocatoria. Premio Binacional de Novela 2001, Frontera de palabras/ Border of words. Convocan el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, a través del Programa Cultural Tierra Adentro y el Centro Cultural Tijuana. Podrán participar los escritores mexicanos que residan en los estados fronterizos de México (Baja California, Sonora, Chihuahua, Coahuila, Tamaulipas y Nuevo León), y de Estados Unidos (California, Texas, Arizona y Nuevo México), menores de treinta y cinco años al cierre de la convocatoria. Los concursantes deberán enviar una novela inédita, en español, con tema y forma libres, con una extensión mínima de ochenta (80) y una máxima de ciento cincuenta (150) cuartillas. Los trabajos deberán presentarse por cuadruplicado, escritos a máquina a doble espacio, en papel tamaño carta y por una sola cara. Los concursantes deberán participar con seudónimo. Adjunto al trabajo, en un sobre cerrado e identificado con el mismo seudónimo, deberán enviar su nombre, domicilio, número de teléfono y, de contar con ellos, número de fax y correo electrónico, así como copia fotostática del acta de nacimiento y una ficha curricular. Estas plicas de identificación serán depositadas por la comisión organizadora en una notaría pública de la ciudad de Tijuana, BC. Los trabajos deberán ser enviados a: Sala de Lectura del Centro Cultural Tijuana. Premio Binacional de Novela Joven. Paseo de los Héroes y Mina, Zona Río, cp 22320, Tijuana, BC. La fecha límite de recepción es el jueves 28 de febrero de 2002. En el caso de los trabajos remitidos por correo, se aceptarán aquellos en los que la fecha del matasellos de la oficina postal de origen no exceda la del límite de la convocatoria. El jurado calificador estará integrado por especialistas en la disciplina literaria y sus nombres serán dados a conocer en el momento de emitir el fallo. Una vez emitido el fallo del jurado se procederá ante notario a la apertura de la plica de identificación de quien resulte ganador, y de inmediato le será notificado, así como divulgado a través de la prensa local y nacional. No se devolverán los originales ni las copias de los trabajos no premiados, los cuales serán destruidos, con el objeto de proteger los derechos de autor. Los organizadores cubrirán los gastos de transportación, hospedaje y alimentación del ganador para que asista al acto de premiación el viernes 21 de junio de 2002 en la ciudad de Tijuana, BC. No podrán participar: a) Obras que hayan sido premiadas en otro certamen. b) Trabajos que se encuentren participando en otros concursos en espera de dictamen. Es facultad del jurado descalificar cualquier trabajo que no cumpla con alguno de los requisitos exigidos en esta convocatoria, así como resolver los casos no previstos. El premio puede ser declarado desierto. En este caso, las instituciones convocantes se reservan el criterio de aplicar el recurso correspondiente en acciones de apoyo a la literatura. La comisión organizadora resolverá los casos no previstos. Premio único e indivisible de cincuenta mil (50, 000.00) pesos en efectivo y diploma, así como la publicación del libro en el Fondo Editorial Tierra Adentro. Para mayor información, dirigirse al Centro Cultural Tijuana, teléfono: 01 (6) 687 9649, correo electrónico: [email protected], o al Programa Cultural Tierra Adentro, teléfono: 01 (5) 490 9895, correo electrónico: [email protected].

Exposición. Muestra Sórdida belleza, de la artista inglesa Frances Turner. La muestra permanecerá abierta al público hasta el domingo 24 de febrero de 2002, de martes a domingo, de las 10:00 a las 14:00 y de las 15:00 a las 19:00 horas, en el Museo Universitario del Chopo ubicado en Dr. Enrique González Martínez, núm. 10, col. Sta. María La Ribera, teléfonos: 5546 1245 y 5535 2288, o en la página: www.chopo.unam.mx.
 
 
 

 

p o e s í a 

La mirada del asombro

José Hierro


 
 

Miguel Ángel Muñoz,
Ritual de signos,
Praxis,
México, 2000.
 
 
 
 

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Lejano me resulta ya el primer libro de poesía de Miguel Ángel Muñoz, Origen de la niebla, un breve conjunto de textos que dedicaba a veinte pintores de su país, México. Poeta, historiador y crítico de arte, he visto ante mis ojos dibujarse una figura intelectual de primera magnitud no sólo en su país, sino también en España, y cuyo trabajo alcanza una inusual coherencia concebido como una estricta indagación sobre la palabra creadora.

Leyendo a Muñoz, como a todos los futuros escritores, se descubre más bien que el poeta no se enfrenta a una opción entre inspirar su discurso poético en las artes plásticas y la poesía pura, como si fueran dos posibilidades ya preexistentes, sino que sólo puede elevarse hasta su propia condición elaborando, creando en su palabra una inmediatez que nunca está dada en una presente experiencia visual, sino que debe ser transmutada en verbo en las manos del artista, así como tampoco puede descender hacia una profundidad prefabricada, sino fabricarla con el humilde material de su voz, y el sufrimiento y la alegría que la modulan.

Muñoz no se desplaza hacia un supuesto círculo hermético que estuviera ya disponible, sino que es un ejercicio de maduración literaria, visual y vital, que ha ido construyendo poco a poco ese espacio que hoy reconocemos como suyo, pero que no existía antes de su esfuerzo en los poetas jóvenes que conozco, ese espacio gracias al cual podemos sentir las voces de San Juan de la Cruz o Miguel de Molinos en un castellano asediado por la usura de la actualidad. Sólo el lenguaje puede, en efecto, ofrecernos un alimento distinto de esa actualidad que nos entrega, es decir, un pasado y un futuro. Y Muñoz ha llevado a cabo esta lenta maduración desde la indiscutible lucidez que caracterizaba ya sus primeros poemas. Ya había en ellos un tema primordial: la pintura. Trazos, líneas y signos poblaban esos primeros versos. Pero lo hacían con la densidad con que escuchamos ahora su otra voz, la palabra que siempre llega a los poetas: la madurez.

Ha divagado Miguel Ángel Muñoz, con pasión y emoción, en nuevas vías para acceder a los abismos de la conciencia y a la obra pictórica de múltiples pintores con las que ha trabajado su poesía. Eduardo Chillida, Richard Serra, Esteban Vicente, Antonie Tápies, Ráfols-Casamanda, Josep Guinovart, José Luis Cuevas, Roberto Matta, entre muchos otros, son los artistas con los que Muñoz ha creado un diálogo personal. Creo que son pocos los jóvenes escritores que han fijado su radicalidad en entender la pintura a través de la poesía. Lo ha logrado con una progresiva depuración que desemboca en una poética-pictórica, en un lenguaje que permite escuchar no sólo la carne de las palabras, sino también la purificación de las imágenes. Así, ofrece al lector una morada de luz y una razón que él mismo quiere descubrir: "Palabras que encierran paisajes,/ prisión de metáforas;/ cuerpo inmaterial que/ sangra el umbral del lenguaje…" •


FICHERO
LOS LIBROS QUE LLEGAN A NUESTRA REDACCION
cine
• La fugacidad del cine mexicano, Jorge Ayala Blanco, Editorial Océano, México, 2001, 493 pp.

crónica
• El poeta, el marqués y el asesino. Historia de un caso judicial, Claudia Canales, Ediciones Era, México, 2001, 339 pp.
• Baúl de recuerdos. Sabores, aromas, miradas, sonidos y texturas de la Ciudad de México, Eduardo Mejía, Col. Tiempo de México, Editorial Océano, México, 2001, 220 pp.

danza
• Cuerpos en vilo, Carlos Ocampo, Col. Periodismo cultural, Conaculta, México, 2001, 412 pp.

derecho
• ¿Qué es el positivismo jurídico?, Uberto Scarpelli, presentación de la edición mexicana Adrían Rentería Díaz, Col. Nueva cultura jurídica, Editorial Cajica, México, 2001, 236 pp.

ensayo
• La edición sin editores. Las grandes corporaciones y la cultura, André Schiffrin, Biblioteca Era, Ediciones Era, México, 2001, 97 pp.

ensayo (literario)
• Instrucción del Inca don Diego de Casto Titu Cusi Yupanqui, Alessandra Luiselli, Col. El estudio, unam, México, 2001, 123 pp.

ensayo (político)
• Hacia Carl Schmitt: ir-resuelto, Graciela Medina y Carlos Mallorquín, (coordinadores), Antonio Gramsci, ac/ Benemérita Universidad Autónoma de Puebla, México, 2001, 319 pp.
• Los cómplices, Rafael Loret de Mola, Col. Tiempo de México, Editorial Océano, México, 2001, 300 pp.

historia
• Viajeros isabelinos en la Nueva España, Lourdes de Ita Rubio, Sección de obras de historia, Universidad Michoacana de San Nicolás de Hidalgo/Instituto de Investigaciones Históricas/Fondo de Cultura Económica, México, 2001, 230 pp.

narrativa
• El cuerpo del delito, Patricia D. Cornwell, traducción de María Antonia Menini, Col. Mitos bolsillo, Editorial Grijalbo Mondadori, Barcelona, España, 2001, 374 pp.
• La conjura de las reinas. Una aventura épica que anuncia el nacimiento de un nuevo mundo, Valerio Massimo Manfredi, traducción de Cecilia Filipetto, Col. Mitos bolsillo, Editorial Grijalbo Mondadori, Barcelona, España, 2001, 322 pp.
• La penumbra inconveniente, Mauricio Montiel Figueiras, Col. Narrativa del Acantilado, 16, El Acantilado, Barcelona, España, 2001, 344 pp.
• La puerta de los mundos. Cuando las fuerzas despiertan en el silencio, José Manuel Chica Casasola, Editorial Grijalbo Mondadori, México, 2001, 231 pp.
• Navíos y naufragios, José Antonio Aspe, Serie Rayuela, unam, México, 2001, 128 pp.
• Puerta adentro, Godofredo Olivares, Col. El gran padrote, Ediciones Arlequín, México, 2001, 90 pp.

poesía
• Bebo mi limpia sed. Antología personal, Raúl Bañuelos, Col. Santo de Sátiro, Ediciones Arlequín, México, 2001, 150 pp.

psicología
• Pequeño tratado de perversiones morales, Alberto Eiguer, traducción de Adriana Ma. Vázquez Delgadillo, Editorial Nueva Imagen, México, 2001, 159 pp.

revistas
• (paréntesis), núm. 14, octubre-noviembre de 2001, año 2, textos de Eduardo Hurtado, Antonio Deltoro, Raquel Abenshushan, entre otros, Editorial Paréntesis, México, 103 pp.
• Tierra Adentro, núm. 112, octubre-noviembre de 2001, textos de Vicente Quirarte, Sergio Cárdenas, María del Carmen Ruiz Castañeda, entre otros, Conaculta, México, 80 pp.