La Jornada Semanal2 de diciembre del 2001                                núm. 352
 José Steinsleger

Prestes, cavaleiro 
de una speranza

 
Luis Carlos Prestes, nos dice José Steinsleger, fue “un soldado tan legendario como el nicaragüense Sandino”, comandante de la Columna invicta, cuando tenía lugar la “Revolución Gaúcha” de la cual surgió, en buena medida, el Brasil contemporáneo. Steinsleger ubica su contexto sociopolítico y explica la importancia de Prestes, el “caballero de la esperanza”, como lo definió Jorge Amado, revolucionario, miembro del Partido Comunista de Brasil –que lo expulsó en 1980–, y protagonista absoluto de la historia de su país.

En América Latina (topónimo de generalización insuficiente porque tiende a excluir a Brasil, las naciones del Caribe y las indígenas del tronco precolombino), las guerras imperialistas siempre originaron fuertes sacudidas sociales en los pliegues profundos de sus pueblos. 

Si en los primeros años de la independencia, la caída del rey Fernando vii alzó en las colonias hispanoamericanas el vuelo emancipador de la burguesía mercantil criolla, la primera guerra mundial llevó al fortalecimiento capitalista de los nuevos centros productivos. El imperio independiente de Brasil (regido por los reyes Pedro i y Pedro ii de 1822 a 1889) y devenido en república federal en forma relativamente tardía, no fue la excepción a la regla.

En 1888, la abolición de la esclavitud negra no fue vista con buenos ojos por la aristocracia terrateniente. Así fue que, si por un lado la forma republicana de gobierno quedó consagrada en el nuevo "orden y progreso" que rezaba en la bandera del país naciente, por otro lado el poder real quedó retenido en manos de las oligarquías que poseían la tierra y los hombres.

Después de la primera guerra mundial, la caída de los altos precios del café, principal rubro de exportación, y de otros productos primarios, ejerció un papel fulminante en una situación política caracterizada por el descontento del ejército brasileño, que en la contienda se alió con Alemania.

En otra dimensión, la sociedad brasileña también emprendería nuevos rumbos. Tras la fundación de la primera universidad (1920), se llevó a cabo la semana de arte moderno en Sao Paulo (1922), donde participaron poetas y escritores como Oswald de Andrade, Manuel Bandeira, Graca Aranha, Anita Malfatti, el músico Héctor Villalobos, el pintor Portinari y otros más dispuestos a renovar el pensamiento, la literatura y las artes.

La fundación del Partido Comunista de Brasil (pcb, 1922), afiliado a la III Internacional, tuvo lugar a pocos meses del levantamiento militar de los tenentes en el Fuerte de Copacabana y en el año que Brasil conmemoraba el primer centenario de su independencia de Portugal. Encabezada por José Vasconcelos, México envió la delegación extranjera más numerosa e importante. 

El movimiento militar agrupaba a jóvenes oficiales que, en representación de los sectores medios, manifestaban su inquietud por la ausencia de reformas políticas y sociales en la anquilosada estructura social brasileña. Al año siguiente, mientras Oswald de Andrade dictaba en París la conferencia "El esfuerzo intelectual del Brasil contemporáneo", que hizo historia (1923), los tenientes de Río Grande del Sur encabezaban un segundo movimiento militar, dando inicio a la llamada "Revolución Gaúcha". 

De agosto a noviembre de aquel año, los combates se dieron en distintas regiones del país. En 1924, el general Isidoro Dias Lopez se apoderó de Sao Paulo y, ante el bombardeo indiscriminado de la ciudad efectuado por las tropas gobiernistas, abandonaron la ciudad para dirigirse al interior y luego hacia el sur. 

Allí nació la mítica "Columna invicta" del capitán Luis Carlos Prestes, que durante tres años recorrería treinta y seis mil kilómetros en todas las direcciones del territorio brasileño, librando más de seiscientos combates pequeños que no por episódicos fueron grandes, hasta su desaparición en territorio boliviano por ausencia de proyecto y perspectiva política (1927). 

Para entonces, Prestes había devenido en un soldado tan legendario como el nicaragüense Sandino, o en "caballero de la esperanza", tal como lo retrató Jorge Amado en una novela que generaciones de jóvenes leyeron con devoción.

En su Historia de la Nación Latinoamericana (1968), el historiador argentino Jorge Abelardo Ramos comentó de la columna Prestes: "El programa de los oficiales revolucionarios, por lo demás, no podía ser más impreciso. Al comenzar el movimiento, el comandante de las tropas en Baurú recibía autorización del general Isidoro Dias de aceptar voluntarios ‘de buena apariencia’".

Y en su Historia sincera da República de 1889 a 1930 (1958), el brasileño Leoncio Basbaum escribe sobre el rechazo indignado del general Dias de la adhesión que venían a ofrecerle dirigentes obreros "...pues eso desvirtuaría el motivo original del movimiento que buscaba la renovación de los procesos políticos vigentes... No les interesaba (decía el general) la presencia de izquierdistas en nuestros cuadros combatientes, aunque viniesen a reforzar la revolución hasta hacerla triunfar".

Entre los oficiales de la Columna, no era menor la desconfianza hacia el pueblo. Después de la disolución de la Columna, Prestes entró en contacto con el Partido Comunista, que como las restantes fuerzas políticas veían en él un posible eje de nucleamiento a escala nacional.

El proceso del tenentismo terminaría con la revolución armada de 1930, dirigida por el gaúcho Getulio Vargas, que se apoyó en el prestigio tenentista.

Simultáneamente surgió el movimiento integralista, de corte fascista y en 1933, cuando el descontento es general, se creó la Alianza Nacional Libertadora (anl), que tuvo como eje principal al Partido Comunista que presentó un programa similar y tan difuso como el de los tenentes

Por su lado, el general Getulio Vargas, al que muchos historiadores superficiales siguen calificando de fascista, creaba una de las legislaciones sociales más avanzadas del mundo capitalista. Con esto se vació la anl, que perdió fuerza hasta que decretó la insurrección de 1935, donde por algunos días se logró organizar una "República roja" en Río de Janeiro, Bahía y los estados del nordeste.

Prestes, líder de la insurrección, fue arrestado y encarcelado diez años.

Tras su liberación residió en Buenos Aires y luego se trasladó a la urss, donde la burocracia lo convirtió en figura mítica sin destino hasta que el Partido Comunista de Brasil, reacio a aceptar sus críticas, lo expulsó de la secretaría general en 1980, a los ochenta y dos años de edad.

Quince años antes, Jorge Abelardo Ramos escribió en la obra citada: "Las vacilaciones de Prestes y su ulterior resolución (el ingreso al pcb, n.de la r.) resumen toda su tragedia personal y política."