jueves Ť 6 Ť diciembre Ť 2001

Octavio Rodríguez Araujo

Educación, ciencia y desarrollo (carta abierta a los diputados)

Es urgente una reforma fiscal, pero distributiva y no inflacionaria. Esto es, una reforma que grave más a quienes ganan más y menos a quienes ganan menos. Esto incluye al IVA, que debe ser diferenciado para no hacer más pobres a quienes ya lo son. Es un problema de sentido común y no se necesita ser economista para entenderlo.

ƑPor qué es urgente? Por la sencilla razón de que se necesitan más recursos públicos para aumentar el gasto social. El aumento en el gasto social significa, en México y en cualquier país del mundo, disminuir la pobreza mediante prestaciones tales como la salud, la educación, la cultura, para sólo poner tres ejemplos significativos.

Si no hay mayores recursos fiscales no puede haber mayor presupuesto. Es una ecuación sencilla. El problema es de dónde se obtienen esos recursos fiscales. La historia reciente de México, mucho antes de las políticas neoliberales, nos demuestra que el país ha sido un paraíso fiscal para los empresarios y una carga muy fuerte para los causantes cautivos: los asalariados. El argumento ha sido el estímulo a las inversiones para que con éstas se creen fuentes de trabajo. Algo hay de cierto en esto, pero lo que se ha logrado es mayor crecimiento económico mas no desarrollo, es decir, distribución de la riqueza producida. El resultado ha sido que México es uno de los tres países con mayor desigualdad social en el mundo. Por esta razón nuestro país, por su producto interno bruto (PIB) en relación con su territorio y su población, ocupa el lugar número once en el mundo, mientras que por su ingreso per cápita ocupa el sitio 31 (5 mil 870 dólares), para no hablar del índice de desarrollo humano, que es una forma más fina de ver estadísticamente la condición de la población.

Corresponde a los diputados ("el Ejecutivo propone, el Legislativo dispone"), mediante el Presupuesto de Egresos de la Federación (PEF), establecer las prioridades de la nación y en particular el lugar que en esas prioridades debe ocupar el gasto social.

Como universitario y científico veo con profunda preocupación que pueda detenerse el avance educativo y la investigación científica y tecnológica si no se asignan a estos rubros mayores recursos que en años pasados. Aunque sea una verdad muy conocida, un país se desarrolla no sólo con mayores inversiones en industrias, agricultura o servicios, sino también con educación y producción científica y tecnológica. Si el Estado no invierte en estos renglones el país está destinado a seguir siendo no sólo dependiente sino cada vez menos competitivo a escala internacional y, por si no fuera suficiente, incapaz de absorber nuevas inversiones por carecer de capacidades desarrolladas a la altura de las exigencias de nuestro tiempo.

Con base en datos de la Academia Mexicana de Ciencias nuestro país ocupa el lugar 42 por su bajo esfuerzo en ciencia y desarrollo (0.4 por ciento del PIB, en tanto que en Brasil y en España es de 0.9 y en Corea de 2.6 por ciento). Este porcentaje tan bajo, de mantenerse, nos llevará a la postración científica y tecnológica y el país dependerá del extranjero hasta para producir nopales o artesanías. Sólo piénsese que de 1970 a 2000 la inversión en ciencia y tecnología como porcentaje del PIB en México se multiplicó por dos, mientras que en Brasil lo hizo por 4.5, en España por 5 y en Corea por 9. ƑAumentaremos este rezago? ƑLe conviene al país?

Lo mismo se tiene que ponderar en la educación superior, particularmente en las universidades públicas que son las que hacen investigación y desarrollos tecnológicos, como bien se sabe. No hay desarrollo sin educación. La educación superior en ciencias y humanidades es fundamental para el desarrollo económico y social. Si se restringe su expansión por la vía de estancar el presupuesto de las universidades públicas es condenar al país a frenar la investigación, la movilidad social y la participación democrática y enterada de la sociedad. En otras palabras, no aumentar el presupuesto en educación superior y en desarrollo de las ciencias equivale a aceptar que con el tiempo la docencia y la investigación de alta calidad sólo se puedan llevar a cabo en los países desarrollados y que nosotros tendríamos que depender de ellas, lo cual también implicaría un exceso de recursos (que México no tiene ni tendrá mientras no se desarrolle), pues no se regalan.

Reforma fiscal y presupuesto de egresos son parte de lo mismo y sólo hay dos lentes para verlos: el desarrollo del país o su mayor dependencia del exterior. Los países desarrollados desde hace cien años y los que han logrado este calificativo recientemente conquistaron su posición con educación y desarrollo científico y tecnológico, y no sólo con inversiones directamente productivas.