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DOMINGO Ť 9
Ť
DICIEMBRE Ť
2001
Ť En discurso de recepción del Nobel ante la Academia
Sueca recorre su vida y obra
Naipaul se define como escritor intuitivo y ajeno a
los métodos
Ť Los detalles exteriores de un autor no revelan
el misterio de la creación, dice Ť Busco textos que sean interesantes
a los demás, afirma Ť
Suerte y trabajo, componentes del talento, indica
Estocolmo, 8 de diciembre. Ante un público
al acecho de declaraciones controvertidas, ironías y ataques, el
discurso de Vidiadhar Surajprasad Naipaul fue rico en reflexiones en torno
al acto creativo. Sólo eso. La literatura es intuición, dijo.
Carece de método, es resultado de un proceso interno, de un yo profundo.
El talento, definió, son "los difusos recuerdos de verdades desconocidas",
y trabajo, mucho trabajo.
Son las ideas las que sorprenden al escritor y no al revés,
por lo menos en su caso. Y trajo a cuento los ensayos de Marcel Proust
acerca del escritor francés Charles Sainte-Beuve para explicar lo
ocioso de relacionar al escritor-persona con el ser social. ''Tratar de
describir al autor a través de su entorno social es un método
traicionero; un libro es autoconocimiento, porque es el producto de un
yo profundo, interior, y no sólo de ese yo que manifestamos en la
vida social, en nuestras costumbres, en nuestros vicios. Deberíamos
tener en cuenta estas ideas de Proust cada vez que leemos la biografía
de un escritor. Nosotros podemos analizar todos los detalles exteriores
de un autor, pero el misterio de la escritura siempre subsiste".
La casa de la abuela, el arroz y el trigo
Con
motivo de la recepción del Nobel de Literatura, en la sala blanca
y oro de la Academia Sueca el escritor leyó el discurso que tituló
Dos
mundos, en relación con su vida y su obra. El galardonado recordó,
cosa extraña en él, pasajes de su vida, lados oscuros que
casi siempre prefiere omitir. Habló, por ejemplo, de su familia
de origen indio, una de las tantas que llegaron a fines de siglo XIX a
Trinidad y Tobago, la isla de las Antillas donde nació en 1932,
para trabajar en las plantaciones. De la abuela, en cuya casa no sucedía
el mundo exterior; las comidas de arroz y trigo; sus primeras lecturas
(Molière, Esopo y Andersen), hábito al que no era muy afecto;
su testarudez en la escuela...
Pero no fue hasta los 34 años, en Londres, adonde
llegó en 1950, cuando descubrió, al escribir su noveno libro,
la esencia de su mestizaje. En aquel entonces leyó en el Museo Británico
la historia de Trinidad y Tobago, país donde confluían indios,
musulmanes e hindúes. En los archivos sobre aquella región
se enteró cómo sir Walter Raleigh masacró a
los españoles. Una carta del rey de España, del 12 de octubre
de 1625, le hizo comprender qué era Chaguanes, la localidad donde
pasó su infancia.
El Nobel explicó cómo engendró parte
de sus 20 libros, con escenarios en Antillas, Africa, India, Estados Unidos,
Asia Central, Medio Oriente e Inglaterra . "Primero viajé al Caribe,
donde aprendí sobre la Colonia. Más tarde viajé a
India. En Los imitadores escribí un resumen de esas dos culturas,
la mezcla de razas."
Escritor de lo que le gustaría leer
Fue después de su repaso por sus años jóvenes
cuando habló de su escritura intuitiva, de su renuncia a un método,
de la materia prima de sus obras: las zonas oscuras de su infancia.
¿Para qué escribe Naipaul? ''Mi fin es crear
una obra que sea interesante leer''. El Nobel señaló que
escribe aquellos libros que le gustaría encontrar, pero que no existen.
Por eso se definió como la suma de sus obras; ''cada una corona
mi pasado y mi futuro''. El, indicó, es un autor que, libro tras
libro, se apropia del mundo y lo explica.
Durante 40 minutos Naipaul exorcizó demonios, explicó
el corpus de su creación y trazó, al final, su horizonte:
''Me acerco al fin de mi trabajo. Estoy feliz de haber hecho lo que he
hecho y de haber avanzado en el mundo de la creación lo más
lejos que he podido. Gracias a mi intuición y a la naturaleza desconcertante
de mis fuentes, cada libro es una bendición''.
Y volvió a citar a Proust: ''Las cosas bellas que
escribiríamos, si tuviéramos talento, son tan indistintas
como el recuerdo de un tono que nos encanta sin que podamos distinguir
su procedencia o estilo. El talento es otra cosa que una especie de memoria
que permite acercarnos a una música confusa, entenderla y recordarla''.
''Talento, dice Proust. Yo diría suerte, y mucho
trabajo'', concluyó.
Aficionado al Siglo de Oro
El Nobel polémico. Naipaul declaró hace
poco que se sentía congratulado por el derrocamiento del régimen
talibán en Afganistán. Antes había sido declarado
persona non grata por una organización islámica. Pero
su espada flamígera también se blandió sobre el español.
Lo calificó de acartonado. Sin embargo, en una entrevista con el
rotativo francés Le Monde, Naipaul afirmó que le gusta
el español del Siglo de Oro; entonces sí era una ''lengua
con nervio". Elogió en especial las Novelas ejemplares de
Cervantes, y recordó a Borges, quien decía que tras esa época
el español "se apoltronó".
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