Cesar Güemes

PEDRO LEMEBEL:

TENGO MIEDO TORERO

1. SE BURLA DE las convenciones, se ríe de ellas en la cara, les voltea la espalda y se va triunfador. Se hace llamar la Loca del Frente, por su vinculación con un miembro del Frente Patriótico Manuel Rodríguez, que en su momento, en Chile, estuvo a punto de cambiar la historia trágica que ese país ha vivido en las más recientes décadas.

2. DETRAS DE LA Loca del Frente, de su toma de conciencia, de la doble soledad que le brinda su elección sexual, está uno de los autores más sólidos e interesantes de la actual literatura escrita en castellano: el chileno Pedro Lemebel. Se veía venir su primera novela, Tengo miedo torero (Barcelona, Anagrama, 194 pp.), luego de que la pluma se le hacía agua después de escribir memorables libros de crónicas como La esquina de mi corazón, De perlas y cicatrices y Loco afán.

3. EL VALOR DEL personaje protagonista de la obra, lejos de la tentación kamikaze, se define sin el menor asomo de autocompasión: "Amores de folletín, de panfleto arrugado, rastrojados en la guaracha plañidera del maricón solo, el maricón hambriento de 'besos brujos', el maricón drogado por el tacto imaginario de una mano volantín rozando el cielo turbio de su carne, el maricón infinitamente preso por la lepra coliflora de su jaula, el maricón trululú, atrapado en la telaraña melancólica de rizos y embelecos, el maricón rififí, entretejido, hilvanado en los pespuntes de su propia trama. Tan solo, tan encapullado en su propia red, que ni siquiera podía llorar no habiendo un espectador que apreciara el esfuerzo de escenografiar una lágrima". La loca del frente, enamorada y enamorado de un luchador social al que auxilia en sus labores clandestinas a cambio de la nada, que le espera a la vuelta de la esquina.

4. NO PUEDE FALTAR Pinochet, que ante la lupa aguda de Lemebel aparece así en una infancia podrida luego de un cumpleaños al que nadie asiste: "Su madre, que trataba de levantarle el ánimo, cuando entre las dos mujeres entonaron un desabrido Cumpleaños Feliz. Tienes que pedir un deseo antes de soplar, lo interrumpió ella poniéndole un dedo en sus tercos labios. Entonces, Augustito ensombreció el azul intenso de sus ojillos para mirar uno a uno los puestos vacíos que rodeaban la mesa. Y un silencio fúnebre selló el deseo fatídico de ese momento. Y cuando sopló y sopló, la porfía de las llamas se negaba a extinguirse, como si trataran de contradecir la oscura premonición".

5. NADIE ESCAPA A la cuchilla de Lemebel, ni a su personaje favorito que dice también agorero pero firme, refiriéndose a su relación con el guerrillero: "Esto es el comienzo de algún final".