Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 28 de diciembre de 2001
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Espectáculos
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Leonardo García Tsao

Como anillo al dedo

A diferencia de muchos espectadores, entré a ver El señor de los anillos: la comunidad del anillo sin ninguna preconcepción aparte del aprecio por la filmografía previa de su director, Peter Jackson. Siempre he estado esperando un ataque de hepatitis para leer la voluminosa obra homónima de J.R.R. Tolkien, pues esa literatura mágica poblada de duendes y similares suele provocarme flojera profunda; por lo tanto, había permanecido ajeno a ese mundo fantástico que, en los años sesenta, se identificó de manera tan cercana con la contracultura jipi. (Vi la inepta versión animada hecha por Ralph Bakshi en 1978, pero la he olvidado por completo.)

Sin embargo, hasta los más fervientes cultistas de Tolkien han expresado su conformidad con la adaptación hecha por Jackson y sus coguionistas. Según se sabe, el cineasta utilizó casi un año de filmación en su nativa Nueva Zelanda, al son de 300 millones de dólares, para filmar las tres partes de la trilogía (las otras dos se estrenarán en los siguientes diciembres). Por una vez, la hipérbole publicitaria es merecida. Jackson ha conseguido una entretenida fantasía épica cuya rebuscada mitología es susceptible de convencer a los no iniciados.

Después de un prólogo que resume bien el complicado historial del anillo epónimo sin caer en un tono didáctico (tipo Dunas), la historia arranca propiamente en la comarca de los hobbits, donde el joven Frodo (Elijah Wood) recibe a su mago mentor Gandalf (Ian McKellen), de visita por el aniversario 111 de Bilbo (Ian Holm), tío del primero y patriarca de la familia Baggins (apellido traducido de forma infortunada como Bolsón). Bilbo es quien tiene en su poder el anillo cuya fuerza maligna amenaza con destruir el mundo. A Frodo se le encomienda la difícil misión de viajar al temible territorio de Mordor y arrojarlo a las llamas del Monte Destino, donde fue forjado; para ello es acompañado por una coalición heroica de hobbits, elfos y hasta un enano malhumorado, que deberá enfrentar la oposición de varias especies siniestras, orquestadas por el traicionero mago Saruman (Christopher Lee, haciendo efectivas sus horas de vuelo como villano sobrenatural).

El mérito de Tolkien fue capturar la imaginación de millones de lectores a través de una imaginativa puesta al día de la eterna lucha del Bien contra el Mal, derivada de mitos tan antiguos como los Nibelungos o la leyenda arturiana. La gran virtud de Jackson es haberla adaptado con sinceridad, sin ninguna pose de ironía posmoderna. Hay en la película una genuina sensación de asombro. El realizador incluso se ha cuidado de no ejercer su sentido del humor cruel, tan evidente en sus primeras obras. Al mismo tiempo, no hay esa solemnidad de tomar al texto como si se tratara de las Sagradas Escrituras.

La equilibrada adaptación se esmera en serle fiel a la caracterización de sus diversos personajes sin perder el hilo de su episódica narrativa. Si Frodo es el inocente expuesto a una maldad que lo rebasa, su proceso de maduración estará apoyado por la amistad leal de Sam (Sean Astin), la reservada bravura del elfo Aragorn (Viggo Mortensen) o la sabiduría milenaria de Gandalf. Por otra parte, el heroísmo de la comunidad es creíble porque el cineasta ha construido una profusa sensación del mal. Gracias a los avances de los efectos digitales, El señor de los anillos... transcurre en una penumbra poblada de seres grotescos, evocando con eficacia esa otredad de un mundo ficticio. Por ejemplo, el combate entre Gandalf y el demonio Balrog sobre un endeble puente subterráneo remite a la esencia misma de los relatos míticos.

Otra muestra de equilibrio es el empleo de los efectos especiales, precisamente. Si bien no era concebible una adaptación de la novela antes de la sofisticación digital (el filme de Bakshi es prueba de ello), Jackson no hace ostentación de sus recursos. Los efectos de computadora están ahí para sostener el diseño y la textura visuales de la historia, no para llamar la atención sobre sí mismos.

La prueba de fuego que confirma el éxito de Jackson está en la disposición para las secuelas. Uno sale de El señor de los anillos... muy interesado en ver las siguientes aventuras de Frodo y compañía. En cambio, enfrenta el inminente episodio segundo de La guerra de las galaxias con el mismo ánimo de una visita al dentista.

EL SEÑOR DE LOS ANILLOS: LA COMUNIDAD DEL ANILLO (Lord of the Rings: The Fellowship of the Ring) P: Peter Jackson/ G: Frances Walsh, Philippa Boyens y Peter Jackson, basada en la novela de J.R.R. Tolkien/ F. en C: Andrew Lesnie/ M: Howard Shore/ Ed: John Gilbert/ I: Elijah Wood, Ian McKellen, Viggo Mortensen, Sean Astin, Liv Tyler, Cate Blanchett/ P: New Line Cinema, The Saul Zaentz Company, WingNut Films. EU-Nueva Zelanda, 2001.

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