Ť El diputado no ocultó su júbilo por la aprobación del dictamen sobre el ISR

šYa le saqué esta reforma al gobierno!, festejó Levín

Ť "Si no la aprueban en el pleno, se la van a pelar con su endeudamiento en el GDF", advirtió al PRD

ROBERTO GARDUÑO Y CIRO PEREZ

Jubiloso porque la Comisión de Hacienda de la Cámara de Diputados había aprobado el dictamen del ISR, columna vertebral del esquema de recaudación para aumentar los ingresos del gobierno, Oscar Levín Coppel cubrió el micrófono con la palma de su mano y se refirió al voto en contra del PRD: "Si no lo aprueban en el pleno, se la van a pelar con su endeudamiento en el GDF".

En la madrugada del sábado, el PAN y el PRI acordaron sacar la ley del ISR en términos fast track, pues 45 minutos después de recibir 286 páginas conteniendo más de 300 artículos del nuevo ordenamiento, lo aprobaron sin mayor trámite.

En medio de la aprobación del dictamen del ISR, que representa el punto de negociación entre PAN, PRI, PRD, PVEM y PT para no gravar el consumo popular, aún impera la posibilidad de que el grupo parlamentario de Acción Nacional intente dar un albazo para incluir en la disposición del pleno el tema del IVA en alimentos y medicinas. Los legisladores del blanquiazul apostarían al ausentismo de los diputados de otros partidos que se irían a sus lugares de origen, y esto les abriría la posibilidad de aprobar ese gravamen, incluso durante la sesión del 31 de diciembre.

Jornada tortuosa

La elaboración, discusión y aprobación del dictamen del ISR fue tortuosa, ya que de ese impuesto dependía el compromiso priísta de no gravar con IVA alimentos y medicinas. Por eso fue que desde las siete de la noche del viernes los diputados de la comisión trabajaron con la exposición de motivos de la iniciativa sin conocer cómo ésta se iba a justificar en los artículos, que al final es lo que se vota y lo que obliga.

Oscar Levín, presidente de la Comisión; Rosalinda López, del PRD; Manuel Minjares, del PAN, y Enrique de la Madrid, del PRI, redactaron el documento que después de las 20 horas fue presentado al resto de los integrantes del grupo de trabajo, que se encontraban reunidos en salón C del restaurante Los Cristales en San Lázaro.

Desde entonces comenzó una sesión tortuosa, en la que el líder de la bancada del PRD, Martí Batres, estiró la negociación hasta la madrugada para capitalizar a favor de su partido la inclusión de las propuestas perredistas en el dictamen del ISR y de paso ganar espacios al tema del endeudamiento del Gobierno del Distrito Federal. Además, los priístas escenificaron una contienda interna que generó acusaciones serias contra el presidente de la misma comisión.

Al presentar el dictamen al grupo de trabajo, Oscar Levín se llevó el primer encontronazo de los compañeros de su partido. Jorge Chávez Presa le reclamó que el dictamen no tenía nada que ver "con el que hemos trabajado desde hace más de un mes; esto lo envió la Secretaría de Hacienda", y salió enojado del salón donde se realizaba el encuentro. El efecto de esto fue una cortina de humo, que dio más tiempo para que llegara el documento que contenía el articulado en más de 300 páginas. Esto último sucedería seis horas después.

Para entonces el líder de la bancada del PAN, Felipe Calderón, y el subsecretario de Ingresos de la SHCP, Rubén Aguirre, ya se encontraban en el sitio de la reunión para atestiguar las discusiones, situación anormal, sobre todo porque el funcionario público no debería participar en el reunión legislativa, pero sí lo hizo al intervenir en una ocasión.

Al enojo de Chávez Presa se sumó la participación, desde fuera, del perredista Martí Batres, quien aprovechó el desconcierto que imperaba en la Comisión de Hacienda, y llamó a un salón adjunto a los diputados de su partido Rosalinda López, José Magallanes y Emilio Ulloa para consensar una postura sobre el tema del ISR. Les dijo que se abstuvieran. No obstante, la asesora de López, María Elena Domínguez, aseguró que el dictamen que presentó Levín no incluía las propuestas del PRD, y esto generó una confusión que después produjo una cascada de rechazos, sin caer en la cuenta de que el documento sí convenía a los intereses perredistas, sobre todo porque su aprobación implicaba reducir la presión del Ejecutivo federal para gravar el consumo.

Minutos después, una vez que se aclaró que el dictamen no había llegado de la Secretaría de Hacienda sino que fue elaborado por cuatro diputados de la comisión, y Jorge Chávez Presa regresó a la reunión, los diputados del PRD ingresaron al salón para escuchar la lectura del documento y observar que los panistas y priístas discutían de un lado al otro, sin capacidad de sumarse a la negociación.

El panista Minjares y el perredista Magallanes acordaron una reunión a las afueras del sitio donde sesionaba el grupo de trabajo entre Martí Batres y Felipe, debido a que el líder del PAN intentaba convencer al coordinador del PRD de que votaran a favor del dictamen del ISR porque ya conocía la decisión de los legisladores del sol azteca por abstenerse.

Batres le dijo que era necesario tener garantías de que el gobierno federal abandonaría la intención de aplicar el IVA en alimentos y medicinas, pero el panista no dio marcha atrás. Y casi a la par de aquella reunión, a las 2 de la mañana llegó a la comisión, el documento de 286 páginas con el articulado de la ley del ISR.

Lo voluminoso de aquel texto produjo entre los legisladores una suerte de molestia e ironía. La perredista Miroslava García dijo que leer y hacer observaciones a aquel mamotreto era imposible en seis horas.

Casi una hora después, Levín se molestó porque la comisión no avanzaba, y les recriminó: "lo que es real es que esta ley es vital para el paquete fiscal. Tenemos que sacarla para mañana, šes vital para el país! Y les propongo que la votemos en lo general".

La respuesta a la intervención de Levín fue de chunga por parte de su compañero Salvador Rocha Díaz, quien se reservó la lectura del artículo 1o. al 220. Esa postura desquició al presidente de la comisión, quien replicó: "Yo les pedí voluntad política y como no la hay, pues mejor nos vamos a dormir", y amenazó con levantarse y retirarse de la mesa.

Manuel Minjares le dijo a Levín: "no Oscar, espérate, por favor". Y Guillermo Hopkins "Oscar špor favor! No seas protagónico, siéntate".

El presidente de la comisión, que antes había discutido con Hopkins, le reviró con ironía, "gracias, Guillermo, te agradezco, mmm, tu solidaridad partidista".

Aquella actuación le valió a Levín Coppel que la comisión aceptara votar el dictamen en lo general. Y la votación empezó sin haberse leído el articulado. El primero en votar fue José Antonio Magallanes, quien, a contracorriente de la decisión de su bancada, votó en contra y no se abstuvo, y así le siguieron sus compañeros perredistas. Los verdes fueron los que sí se abstuvieron porque consideraron que una aprobación, sin haberse revisado el contenido de la ley que será la columna vertebral del sistema tributario en el país, "es una vergüenza".

El coordinador de la bancada, Bernardo de la Garza, fue lapidario: "nosotros no vamos a participar en eso y menos vamos a votar una ley de la que no conocemos el articulado. Esto no significa que vayamos a boicotear, es un acto de reflexión porque la sociedad está esperando otro tipo de actuación de los legisladores".

Quien no cabía de gusto era Levín, quien antes de declarar terminada la reunión, regresó al salón donde se encontraba el resto de la comisión para festinar: "šya le saqué esta reforma al gobierno! Ya le conseguí 50 mil millones de pesos".

Unas horas después de que Chávez Presa, Guillermo Hopkins y Oscar Levín habían discutido fuerte, los tres hacían las paces. Para cerrar la última intervención de la noche, Levín cubrió el micrófono con la palma de la mano, para decir entre risas: "Si no la aprueban en el pleno, el PRD se la va a pelar con su endeudamiento en el Gobierno del Distrito Federal".

La votación de priístas y panistas en comisiones a favor del dictamen, y el voto en contra del PRD marcó el término de la larguísima sesión de trabajo. Martí Batres había conseguido que tanto el PAN como el PRI consideraran su postura no como una intransigencia, sino como un capital para negociar el techo de endeudamiento del DF.

Y así fue, porque Calderón y Levín lo buscaron para ofrecerle el trueque: ISR por recursos para la ciudad de México.