Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 3 de febrero de 2002
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Ť Ya se presentaron a la Profepa propuestas alternas, indica la ecóloga

Erróneos, los métodos de conservación de suelos forestales que se aplican: Mireya Imaz

Ť En vez de retirar madera muerta, debe usarse para regenerar las áreas de reserva, afirma

JOSEFINA QUINTERO M.

Las inercias de las políticas ambientales y la aplicación de "programitas" que pretendían paliar los daños a las zonas de conservación del DF generaron el empobrecimiento de éstas, afirma la directora de Ecología y Medio Ambiente de la delegación Tlalpan, Mireya Imaz, quien resalta la necesidad de un cambio de actitud profundo, porque hasta ahora los bosques sólo han sido considerados "como masa forestal, en metros cúbicos y billetes". Por ello propone no comercializar árboles caídos, madera muerta ni cualquier otra materia orgánica de las zonas boscosas sino, al contrario, permitir que se reincorporen como nutrientes al suelo de conservación.
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Al contrario de lo que opinan las autoridades federales sobre la urgencia de retirar la madera caída en los bosques para evitar incendios forestales, Mireya Imaz, quien también es maestra en ecología, advierte que los fuertes vientos de mediados de enero deben ser un llamado de atención muy serio para las autoridades sobre las consecuencias de la deforestación.

Explica que los árboles que caen en los bosques bien pueden ser utilizados como composta para la revitalización de los suelos. Propone el siguiente procedimiento: "retirar la madera caída ?sobre todo las ramas, que se incendian muy fácilmente?, almacenarla, picarla y en época de lluvia esparcirla sobre la superficie de los bosques, para que se reincorpore al suelo y sirva de abono orgánico natural".

La funcionaria afirma que los fenómenos naturales son muy poco comprendidos. Por ejemplo, dice, "los incendios, las nevadas y los vientos se han visto como catástrofes, cuando en realidad son eventos que forman parte de la vida de los ecosistemas y contribuyen a mantener las zonas de conservación".

Desde su perspectiva, las consecuencias de las tormentas ocurridas los pasados días 13 y 14 de enero en la ciudad de México, que derribaron decenas de árboles, deben alertar sobre los daños por la pérdida de suelos de conservación.

"Los árboles fueron arrancados de raíz porque las tierras están empobrecidas, pues se aplican acciones de saneamiento que lo único que logran es extraer toda la materia orgánica que cae, sin permitir que se reincorpore a los suelos. Hay que recordar que se trata de los nutrientes necesarios para la vida de ese suelo".

La capa orgánica del suelo, asegura, es muy delgada y no hay proyectos de regeneración, sólo de reforestación. De este modo, agrega, "mantenemos el círculo vicioso de plantar árboles sin enriquecer el suelo de conservación".

Por lo pronto, informa, ya se propuso a la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente cambiar los métodos de conservación de suelos, precisamente a partir de lo ocurrido durante las tormentas de enero. El propósito, asegura, es inhibir el efecto de la naturaleza en el propio ecosistema.

"Debemos cambiar de fondo el concepto que tenemos sobre los bosques", indica. Así, de considerarlos sólo una masa forestal conformada por metros cúbicos de árboles que significan dinero, se les debe ver como ecosistemas donde habitan animales que viven en relación con ese medio. Sólo de esta manera "entenderemos que no se debe extraer la madera a la velocidad en que lo han hecho las autoridades federales, como si se tratara de una urgencia".

Para la preservación del suelo forestal, dice, deben replantearse los proyectos de prevención de incendios, saneamiento y aprovechamiento. Y se pregunta: "¿Por qué no le entramos en serio los tres niveles de gobierno a un proyecto de creación de composta?"

Molesta porque la Asamblea Legislativa no consideró en el presupuesto de egresos el medio ambiente dentro de los programas prioritarios, Mireya Imaz advierte: "los diputados no tomaron en cuenta lo relacionado con la ecología; apenas el agua potable, pero ¿de dónde vamos a sacarla si no protegemos los mantos acuíferos?"

Menciona como posibles soluciones: "devolver un beneficio comercial suficiente al agricultor para que no se vea tentado a vender su tierra; hacer efectivas las normas y regulaciones; no permitir más construcciones y crear infraestructura que permita detener ese proceso".

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