Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 7 de febrero de 2002
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El neoliberalismo se quita la máscara

Vázquez Montalbán: el 11 de septiembre, coartada para EU

LUIS HERNANDEZ NAVARRO ENVIADO

Porto Alegre, Brasil, febrero. Conocido sobre todo por su obra como escritor, Manuel Vázquez Montalbán es también analista político excepcional. Su Panfleto desde el planeta de los simios es una obra clave en el análisis de la naturaleza del neoliberalismo. En entrevista con La Jornada, el prolífico autor analiza la naturaleza e implicaciones del Foro Social de Porto Alegre para la izquierda internacional.
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Expuso que en el encuentro hubo convergencia de la vieja izquierda y los nuevos movimientos populares, al tiempo que se realizó el inventario de las necesidades reales y la creación de cimientos para el desarrollo de una nueva trama cultural.

El escritor catalán sostiene que la propuesta zapatista de sociedad civil se parece bastante a las conclusiones que aparecieron en el foro y que ve en ese movimiento un punto clave de las transformaciones que vive la sociedad mexicana.

-¿Hay espacio para el pensamiento y práctica de una nueva izquierda?

-Este foro es un encuentro y un diálogo entre lo que queda de la antigua izquierda y los nuevos movimientos poscomunistas. La vieja izquierda puede hallar aquí un nuevo código de acción política, un inventario de necesidades reales, una fotografía de la nueva realidad.

''Sin embargo, no se deben subestimar las dificultades del foro. Se parte de códigos culturales diferentes e intenciones distintas. Los mismos movimientos sociales que participan están muy diferenciados en su interior. Están aquí lo mismo las organizaciones de mujeres campesinas que una asociación que lucha en contra del capitalismo especulativo, como es ATTAC. Los frentes de lucha son muy diversos. Deberán avanzar en la constitución de centros de información permanentes para promover la acción que nace de la información. Los grandes medios no se ocupan de esta realidad, salvo cuando los conflictos estallan y la forma en que lo hacen no es la mejor. Se requieren centrales de datos, abastecidas por la red, que faciliten las respuestas solidarias y ayuden a romper el aislamiento, semejantes a lo que en México se hace alrededor de Chiapas''.

-Que el foro se realice después del 11 de septiembre y de las protestas argentinas, ¿cómo influye en su desenvolvimiento?

-Acabo de escribir una crónica para El País que se llama ''Entre Davos y Guantánamo''. Allí explico cómo el 11 de septiembre se ha convertido en una coartada del neoliberalismo para actuar como neoautoritarismo bajo la coartada de la neoseguridad. Se busca restringir las libertades pretextando la fragilidad de la democracia, utilizando casi la misma excusa que usó en su momento el fascismo. No sería extraño que en este clima se lanzara una campaña de descrédito en contra del foro, presentándolo como un elemento distorsionador de la trama democrática, y que se buscara criminalizar al FSM haciéndolo aparecer como factor de desestabilización política en un momento clave. Ya usaron la violencia en Génova y mataron a un joven. Hubo allí una advertencia para quienes creían que las protestas eran divertidas. Ahora se les está diciendo: ''cuidado: esto es serio''.

''La cobertura que ha dado la CNN en español a Davos-Nueva York y a Porto Alegre es ejemplar. Informa profusamente sobre la cumbre económica y el encuentro de aquí lo presenta como si fuera resultado del espontaneísmo callejero. Están realmente intranquilos con lo que sucede. En la reunión de Davos-Nueva York hay una preocupación por dejar de ser los talibanes neoliberales y presentarse con rostro social, interesados en atender a los pobres. Obviamente se trata de maquillaje, pero el hecho de que se haya planteado el tema de la pobreza es muy sintomático de que se aprecia que está pasando algo que no sospechaban que se pudiera abrir''.

Una nueva trama dialéctica

-¿Qué impacto cree usted que tendrá este foro?

-Hay aquí una fuerza organizativa muy difícil de ignorar: muchísimos voluntarios críticos de la globalización, con voluntad y capacidad para llevar adelante iniciativas solidarias. Se trata de una red organizativa extraordinaria, imparable en muchos sentidos. Estamos ante una nueva trama dialéctica, similar a la que en el pasado enfrentó a amos y esclavos o a proletarios contra burgueses. Una trama en la que se encaran globalizados contra globalizadores. Los globalizados son todos aquellos que viven la alienación dentro de un sistema (similar al de los obreros que viven con la venta de su fuerza de trabajo) al que sólo pueden enfrentar desde las solidaridades colectivas.
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''La izquierda vivió las derrotas de los noventa (que no se circunscribieron sólo a la caída del muro de Berlín) como falta de expectativas. Durante años pareció que cualquier multinacional sabía más sobre la realidad que esta fuerza política. Este foro muestra que ese pesimismo se está remontando''.

-¿Se puede hablar de la existencia de un nuevo sujeto social alternativo?

-Este movimiento tiene conciencia de que la globalización es una máscara del antiguo imperialismo. La globalización convierte al globalizado en un consumidor de mercancías que no consume, o de consumidor de cosas que no necesita consumir, consumidor de una democracia restringida y corrupta. El movimiento hereda y desarrolla una conciencia crítica contra la globalización.

''Los nuevos sujetos coinciden, en parte, con las características que tuvo el gran sujeto histórico del cambio de los siglos XIX y XX, que fue la clase obrera, pero no se reúne en un sitio para trabajar. No puede oponer la huelga como instrumento de lucha para cuestionar al sistema; algunos sí, pero otros no. Ahora se da una mezcla de sujetos de cambio a niveles diferentes y con gran pluralidad ideológica. En este movimiento hay desde posanarquistas, poscomunistas, neoestatalistas hasta nacionalistas oprimidos. Todos tienen en común denunciar el desorden establecido que se presenta disfrazado de nuevo orden.

''La propuesta zapatista de la sociedad civil se parece bastante a las conclusiones que están apareciendo aquí. Me recuerda mucho una propuesta de los años setenta que decía que había que luchar en las instituciones democráticas para conquistarlas, pero también como órganos de combate social. Se trata de una doble acción: la institucional-democrática y la presión social.

''Además han asumido algo importante: no pueden sólo quejarse. Tienen que dar opciones. Pasar de la actitud de la queja a la cultura de la propuesta alternativa. En este sentido, las propuestas de ATTAC son muy interesantes: eligen la acción del mercado como deux ex machina de la nueva situación, o la necesidad de corregir el sistema de comunicación. Han emprendido la realización del inventario de las necesidades reales; han buscado convertir la necesidad en el factor fundamental de la producción. Todo esto ya forma parte de un saber que compite, que tratan de venderte los antagonistas''.

Argentina, prueba del fracaso del neoliberalismo

-¿Qué dicen los actuales sucesos de Argentina a este movimiento?

-Es una prueba del fracaso del neoliberalismo. El gran éxito del neoliberalismo lo consiguió en Chile, bajo una dictadura militar. Los muchachos de Friedman y de la escuela de Chicago enseñan la reforma económica de Chile bajo la batuta de un régimen militar. En cambio, en otros lugares donde se han aplicado las privatizaciones locas, el desarme de la capacidad regulatoria del Estado y la pérdida de cualquier perspectiva social, como ha sido en Argentina, la bancarrota ha sido total. Además ha habido factores añadidos: la corrupción del poder político, las redes del narcotráfico, el uso de la policía como elemento de control. Todo eso está allí.

''En el encuentro de Nueva York la cuestión de Argentina es un asunto fundamental. Es una prueba del fracaso del sistema.

''Observo que la CNN está transmitiendo los resultados de unas encuestas para demostrar que la sociedad en general acepta la globalización. En cambio, en el capítulo de negación, la mayoría de los entrevistados se queja de la pobreza, de la desigualdad. Esto es una contradicción y lleva a una pregunta: ¿a quién se han hecho las encuestas? Los sondeos son previsibles.

''La aparición de estas tramas críticas que estallan en Praga o en Barcelona (donde tuvieron que cancelar la reunión) es muy reveladora de cómo se pueden sentir impugnados. Esa impugnación, si no hay violencia, porque la violencia atemoriza a muchos sectores sociales, es tremendamente concientizadora, ayuda a la gente a pensar y a darse cuenta de que está viviendo una situación no deseable''.

-¿Significa eso que desde su punto de vista la violencia tiene función desmovilizadora para la participación popular?

-Depende de lo que se quiera. Yo creo que en estos momentos, desde una perspectiva europea, tiene efectos negativos. Se está en la fase de sumar y de convocatoria, de despertar a sectores dormidos que con la excusa de la violencia dirían no a la participación en el movimiento. Hoy no se puede jugar con tanta prepotencia mesiánica como se podía jugar hace 50 o 60 años. La gente debe estar convencida de lo que hace. La violencia podría ser negativa, no la presión social, no la desobediencia civil. La violencia física aterra a la sociedad civil.

-¿Este movimiento tiene potencialidades para contener, transformar o reformar al neoliberalismo?

?Por lo pronto no. Tendría que alcanzar muchísima más envergadura y estar en condiciones de discutir la hegemonía aplastante del discurso neoliberal. Este discurso se ejerce en la mayoría de los centros de formación, ha penetrado totalmente en las universidades. La sabiduría convencional de la gente está contaminada de neoliberalismo. Yo le he oído decir a un empleado de Telefónica, a la que he reclamado para reparar una avería: ''no sé si lo pueda arreglar... pero dentro de poco esto será privado y ya verá cómo todo va a ser mejor...'' A este hombre igual lo han echado cuando ha llegado la privatización. El mito de que lo privado funciona mejor ha afectado a capas sociales muy amplias. Han tenido 25 años de hegemonía cultural indiscutible. La falta de un canon antagónico de la izquierda lo ha facilitado.

-¿Cómo ve el papel de los intelectuales en este momento?

-Hemos estado durante mucho tiempo pidiendo perdón por ser intelectuales, hasta que nos hemos dado cuenta de que ese papel no ha desaparecido. El lugar que ocupaba Sartre, el papel de gurú de lo que debemos tener, aficionar, desear, hoy lo tiene el secretario de la Bundesbank.

''El intelectual que creó ideología en España durante el socialismo fue Solchaga, que era un hombre que aconsejaba que teníamos que ser liberales. Ante eso hay que explicar que en la división del trabajo hay quienes están en condiciones de usar el lenguaje para decir algo, no se lo guardan para sí mismos. Hay que hacer ciertas reconsideraciones, por supuesto, sin presuponer que una palabra de Sartre va a cambiar la historia. Y ya que hay división del trabajo y unos cuantos estamos en disposición de dedicarnos a escribir y a pensar, valdría la pena hacer algo.

México, empantanado

-¿Cómo ve a México después de poco más de un año de gobierno de Vicente Fox?

-Está pasando por un periodo de empantanamiento. Un pantano del que no sabe muy bien cómo salir. Al zapatismo le doy bastante importancia en lo que significa como elemento de ruptura. No sólo como revuelta indígena, sino como una reforma de lo que significaba un movimiento revolucionario. Es muy sensato lo que dice: rechaza tener un orden social o dirigir un movimiento mesiánico destinado a cambiar la historia o convocado por la historia para ser cambiado, y propone que la sociedad civil profundice la democracia, la igualdad de todos los mexicanos, incluyendo a las minorías étnicas. Eso sigue siendo el principal desafío cultural, unido a un país que tiene aspectos de primer mundo.

''Vicente Fox encarna como personaje una gran contradicción. Llega a presidente de México representando a la Coca-Cola, pero tiene que resolver todo lo que significa el zapatismo para que las reformas que quiere impulsar puedan prosperar. Así es que tiene que ponerse de acuerdo con los zapatistas. Los teóricos del posmodernismo dirían que es un pastiche: Coca-Cola, zapatismo y Fox como ranchero''.

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