Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 8 de febrero de 2002
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Cultura

José Cueli

El déficit de atención

El ser humano nace en condiciones de indefensión e inmadurez. Con el nacimiento hay pura dimensión biológica, lo instintivo, patrones reflejos que posibilitan la supervivencia. La presencia de la madre, es decir, del objeto satisfactor, posibilita el paso de la pura dimensión biológica a la dimensión psíquica, es decir, tramita el paso de lo instintivo a lo pulsional. Inscribe en el bebé una primera huella mnémica de la vivencia de satisfacción al mitigar su necesidad de alimento con el pecho materno. Así empieza la regulación entre el placer y el displacer. En un principio el bebé se encuentra inmerso en la indiferenciación, en el narcicismo primario y en la fantasía de completud.

Fátima Bellido destaca lo siguiente en uno de sus trabajos: "Durante el primer año de vida se lleva a cabo una obra titánica en cuanto al desarrollo neurológico se refiere: los tiempos de vigilia sueño se invierten, las percepciones se afinan y en la esfera motriz se logran avances impresionantes, ni qué decir del desarrollo del lenguaje. Del estado casi letárgico del neonato se pasa en doce meses a la deambulación y de los sonidos guturales a la emisión de palabras. Mas no podemos perder de vista que estas sorprendentes conquistas en el desarrollo se dan en el marco de una relación objetal. De una vinculación, la más trascendente en la vida del individuo, la vinculación madre-hijo".

Mucho se ha escrito y se sigue escribiendo en torno a este vínculo, y es tema fundamental en la teoría sicoanalítica. Algunos ejemplos son los trabajos de Bowlloy centrados en el apego, los trabajos de los interaccionistas como Embe y Stern y los de Lebocine en el campo de las interacciones precoces.

Desde la concepción freudiana, el punto decisivo del encuentro es el grito del bebé al nacimiento, ese llamado a la figura auxiliadora, que pueda sintonizarse y conectarse en y desde el dolor con su propia cría. El bebé es entonces investido por la madre. Desde ahí, desde su propia falta, desde su propia historia, desde su propio inconsciente, es desde donde la madre podrá o no responder a las necesidades de su pequeño. Desde ahí se erigirá como objeto gratificante y objeto frustrador. Favorecerá la simbiosis, será para el bebé mirada y espejo, baño de caricias (Winnicott), regazo seguro, holding, continente y contenido. Será asimismo promotora primero de una ilusión de unidad para proceder (según Winnicott) luego a la desilusión gradual de esta fantasía para ayudarte a su hijo a emerger del principio del placer al principio de realidad, del proceso primario al proceso secundario, del pensamiento concreto a la capacidad de abstracción, de la dependencia total a la separación e individuación (Mahler). Será también la que brinde la posibilidad de la capacidad de fantaseo y de simbolización y el acceso al lenguaje.

Si partimos del estudio fundamental de la diada madre hijo hay aspectos importantes a destacar en el estudio de los transtornos del aprendizaje y en este punto Bellido aclara: "Debemos ser muy acuciosos al realizar el historial clínico de estos niños, y poner una atención minuciosa tanto a los aspectos biológicos como psicológicos de las condiciones del desarrollo, no sólo de los primeros años, sino a las condiciones de la gestación (tanto biológicas como emocionales) y aun antes de la concepción. Poco a poco el historial va revelando no sólo aspectos médicos significativos en cuanto a la posible etiología, sino que el discurso va develando la psicodinamia concomitante. Aquí resulta un hecho crucial escuchar cómo se ha ido conformando la relación entre la madre y el niño. Aparecen con mucha frecuencia y en diversos grados y matices la confusión, la culpa, las expectativas frustradas, el dolor, la confrontación entre el niño fantaseado y el niño real, la ansiedad y la frustración, las repercusiones en la dinámica familiar, la negación del problema o bien la búsqueda de soluciones".

El problema es complejo, ya que con el tiempo se agregan dificultades en la inserción escolar y social. Cada uno de estos rubros (relación madre-hijo, dinámica familiar, escuela y sociedad) merece especial reflexión y a ello volveré en próximos artículos.

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