Lunes 11 de febrero de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Tauromaquia

Doble rabo para El Juli

n Alcalino

El primero se lo cortó a "Rey de oros", un torito castaño de Reyes Huerta que ha vuelto a poner los colores de la divisa poblana a la altura que hace mucho les corresponde, por razones de casta y pureza de sangre. Hacía ese rabo el número 113 de los otorgados en la México a matadores de toros en sus 56 años de existencia, y premiaba lo que es hasta ahora la faena de la temporada, sin menoscabo de la que acababa de trazar el día 3 Enrique Ponce ni de la torerísima actuación de El Zotoluco el propio 5 de febrero o la gran tarde de Jorge Gutiérrez en la despedida de Cavazos. Para el toro de Teófilo Gómez bordado por el valenciano se ordenó la vuelta al ruedo. Para "Rey de Oros" hubo arrastre lento solamente. El primero había tenido mejor son y más pases, pero el de Pepe Huerta metía la cabeza con una clase superior. El Juli, valentón al quitar por gaoneras y poco atinado en banderillas, no consiguió que su trasteo realmente despegara sino cuando se puso la muleta en la izquierda y empezó a tirar de la entregada embestida con un temple, una hondura y una plasticidad descomunales. A partir de esa larga tanda, repetida poco después con mayor lentitud aún, aquello se transformó en arte mayor. Lo siguió siendo en los ligados adornos de la parte final del muleteo -redondos, circurrets, ranchera- y se convirtió en sacudida eléctrica con el rayo de volapié que la coronó. La espada cayó algo trasera pero el efecto fue fulminante. Y la plaza entera exigió el rabo, retenido en primera instancia por Ricardo Balderas.
El otro rabo. Pero no pararían ahí las gracias del joven madrileño. Horas después, ya de madrugada, se supo que en unión de amigos y partidarios muy cercanos había tomado por asalto la glorieta del çngel de la Independencia, en Reforma, y que una vez ahí varios de ellos, en plena euforia etílica y encabezados por el matador, intentaron escalar la monumental columna, mientras otros les tomaban fotos en medio de gran algarabía y abundantes chasquidos de botellas al quebrarse. Los desafueros cesaron de golpe cuando varias patrullas se presentaron en el lugar y sin muchos miramientos cargaron con los infractores. Pero ese día, las noticias mañaneras informaban que los captores de El Juli nunca llegaron a delegación alguna, y hasta se difundió una entrevista en vivo al chofer del taxi que presuntamente había "rescatado" a Julián de las garras de la "justicia" a cambio de una jugosa compensación, no mayor, según el decir del sujeto, porque el torero le explicó que había gastado ya la parte más gorda de su cartera en convencer a los patrulleros. Pero más tarde, la versión oficial, proporcionada en rueda de prensa por el mismísimo comandante policial de la delegación Cuahutémoc, aclaraba que el diestro nunca fue detenido, y que todo lo que pudo saber de él la autoridad era que había acudido personalmente al lugar de detención para cubrir hasta el último centavo de la multa impuesta a las "dos personas detenidas durante el operativo efectuado en torno a la glorieta del çngel la madrugada de este día". De más está decir el pitorreo que despertó entre los periodistas la peregrina explicación del policleto, sin llegar por ello a suscitar la menor reacción por parte de las autoridades del gobierno capitalino que, al parecer, han aceptado sin rechistar las razones expuestas en el amañado parte oficial.
Y fue así como, tras cortar el rabo del bravo "Rey de Oros", el todopoderoso Julián López se ha dado el gusto de cobrar un rabo más, simbólico en este caso, a repartir entre la famosa estatua alada y la sobornable policía capitalina.