Miércoles 12 de febrero de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
VisionES

Comprendí con los ojos, naturalezas muertas de Luis Argudín

n César Gordillo Aguilar

La tradición de las vanitas o "pintura sobre la vanidad" se inicia durante el barroco y recorre los diferentes periodos artísticos con mayor o menor fuerza hasta llegar al romanticismo en la "pintura de ruinas", donde se manifiesta como reacción a los excesos del racionalismo. A fines del siglo XIX y la primera mitad del siglo XX el género de las vanitas entra en un lapso de vacío de significado convirtiéndose en un género de sentido decorativo ligado a la nueva burguesía, quien lo adopta con el nombre de "naturaleza muerta", connotación que permanece hasta el posimpresionismo y el cubismo cuando es recuperado por Cezzane, Braque y Picasso fundamentalmente como el "laboratorio pictórico" por excelencia.
En la exposición Comprendi con los ojos, naturalezas muertas exhibiéndose en la sala Martínez Márquez de la Casa de la Cultura se exhibe el trabajo de Luis Argudín que, junto a la labor curatorial de Santiago Espinosa de los Monteros, nos presenta una selección de obras del pintor originario de la ciudad de México centradas en su trabajo desarrollado exclusivamente en torno al género de la naturaleza muerta producido desde 1994.
La pintura de vanitas o "naturaleza muerta" nace y se relaciona con una reflexión filosófica y moral referente a la finitud de los bienes materiales y la vida y posee un sentido reflexivo y didáctico; así, congruente con este sentido simbólico otorgado históricamente a este género pictórico, podemos identificar en el trabajo de Argudín una idea de reflexión simbólica: si bién en su obra la identificación de lo efímero como componente fundamental del género es manifiesta, los objetos, animales y escenarios trascienden a buscar su permanencia en el sentido simbólico que el pintor manifiesta al construir sus escenarios a manera de "instalaciones", que en no pocas ocasiones consideran la ironía como componente del sentido simbólico que el autor pretende comunicar, como bien lo señala Espinosa de los Monteros en el texto de presentación.
Sin embargo, creo que la aportación fundamental de las naturalezas muertas de Argudín se encuentra en el plano netamente pictórico, donde toma de manera manifiesta el sentido de "laboratorio" que fundamentalmente Cezzane asignó a este género, y enfrenta la tarea de construcción de sus escenarios como un juego de "ajedrez pictórico" donde formas, balances, líneas estructurales de composición son enfrentadas en forma arriesgada y en varias ocasiones contraviniendo de manera clara los cánones clásicos al utilizar tensiones diagonales extremas, composiciones oblicuas, objetos escorzados aparentemente deformados que en manos de un improvisado podrían haber conducido a un caos visual, pero que en el trabajo de Argudín presentan una lectura clara aunque no pocas veces inquietante.
Podríamos anotar así que la unión entre lo simbólico y lo pictórico es una cualidad esencial de la obra de Luis Argudín, y, en obras como Alas, de 1998, El balance del espacio, de 1998, y Lo ligero y lo pesado, de 1998, se hace patente esta unión entre ambos caminos que el género de la naturaleza muerta ha explorado a lo largo de la historia.