Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 18 de febrero de 2002
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Política

Armando Labra M.

Enronscados; priístas al debate

Es fácil anticipar que la contienda por la presidencia del PRI culmine con reducidos márgenes de ventaja para quien finalmente triunfe el próximo día 24. No será una jornada electoral carente de las trapace-rías electoreras que aún caracterizan los procesos internos de los partidos. Así ha pasado en el PAN, el PRD y el PRI. Pero la elección interna del tricolor no sólo concierne a sus militantes, sino al complejo, pesaroso y costoso proceso democrático del país.

Si la elección interna del PRI no resulta ejemplar, o al menos creíble, su renovada dirigencia arrancará hacia una nueva era marcada por el desaseo, en demérito de la vida política nacional, porque, a quererlo o no, el camino de la democracia mexicana necesariamente cruza por el PRI, a pesar de algunos de sus seguidores.

Para mitigar el desgaste, los contendientes por la presidencia priísta podrían aprovechar su inminente debate público no para lanzarse heces, sino para plantear sus proyectos de partido y de país. Hasta ahora se desconoce con claridad qué proponen. La confronta se ha centrado en diatribas personales y desplantes publicitarios que, si bien le funcionaron al candidato Fox, tienen acalambrada y arrepentida a la ciudadanía que está pagando la carísima factura del noviciado democrático y que demanda más sustancia y menos circo personal de los políticos de toda bandería.

La cercana perspectiva por renovar las dirigencias de los tres partidos más influyentes anuncia un importante efecto riesgoso, pero positivo: se romperá marcadamente la tendencia centrista-derechista que ha diluido las diferencias ideológicas entre los partidos principales. Cada partido tendrá ahora que diferenciarse de los otros si quiere ganar votos, y la intensidad, visión, eficiencia y tácticas de este proceso dependerá de las dirigencias. Todos se radicalizarán en sus posturas históricas. De las oposiciones surge la conciencia, decía Unamuno.

Tal evolución es inevitable, deseable para la democracia, pero representa malas noticias para el debilísimo gobierno federal, repelido hasta por los empresarios a quienes consagró su mayor compromiso. Botón de muestra: en la cúspide de la popularidad presidencial y en la ausencia de definiciones ideológicas partidarias adversas no se pudo negociar una mediocre reformita fiscal. Hoy, la acumulación incesante de dislates, aunada a los flamantes retos actuales, necesariamente aíslan al gabinetazo con todo y jefe. Mala señal. Botón de alarma: todo indica que el principal propósito estratégico instruido por Washington para 2002, la privatización del sector eléctrico, tampoco prosperará, ya que hoy no se cuenta con el apoyo del PRI ni del PRD, y menos en el futuro previsible, ya que los nuevos dirigentes, obligados a mostrar posturas inteligentes y aceptables a la mayoría para ganar sufragios, se opondrán aún con mayor vehemencia y argumentos a la medida.

La asesoría de la escandalosa empresa Enron al candidato y ahora presidente Fox es un asunto que nos puede afectar mayormente, a todos y para mal.

Dedicado al corretaje de asuntos energéticos, transporte de gas y operación de plantas eléctricas, hoy el antiguo gigante protagoniza la quiebra empresarial más grande y grave de la historia del capitalismo. No fuera escandaloso si no estuviera involucrada la corrupción al más alto nivel político de Estados Unidos. Enron se dedicó a comprar legisladores, a financiar campañas políticas, incluyendo la del señor Bush, a corromper a sus auditores externos -la renombrada y hoy tatemada firma contable Andersen-, a traficar con influencias, pero no solamente en Estados Unidos. Hay quien afirma que a través de su socio mexicano fue ducto de dólares para financiar no a uno, sino a dos candidatos a la Presidencia de México en el año 2000. De ese tamaño.

La investigación que inició la Cámara de Diputados sobre el origen de los fondos de la campaña foxista ahora ronronea en un conveniente, pero ominoso limbo. Aclararla arrojaría sin duda luz importante, necesaria y oportuna para saber en qué condiciones dormimos con el amigocho, no vaya a ser que un día amanezcamos Enronscados. Y es que fue Enron quien elaboró los estudios que presentó la Secretaría de Energía para justificar la privatización del sector eléctrico que abortó el sexenio pasado. Calcados del modelo inglés -que por cierto fracasó rotundamente no sólo en Inglaterra, sino donde quiera que Enron lo vendió-, los estudios eran pésimos, técnicamente insostenibles y políticamente inviables. Y es hoy Enron, sí, hoy, hoy, hoy, el principal asesor del gobierno federal para lograr la privatización del sector eléctrico mexicano. Con esos amigochos, šqué nos duran los enemigochos!

 

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