Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 19 de febrero de 2002
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Cultura

Teresa del Conde

Cien años, cien días

El CNCA, el INBA, la Fundación Televisa y Fomento Cultural Banamex unieron esfuerzos para publicar un libro excelentemente editado e impreso por Turner, que reúne 100 fotografías de Manuel Alvarez Bravo. Van acompañadas de un texto ex profeso de Carlos Monsiváis, la Carta al tiempo de Octavio Paz y testimonios ya antes aparecidos de varios críticos y artistas de la lente, incluido Francisco Toledo entre estos últimos. Todas las impresiones vintage, plata sobre gelatina, de 8 x 10 pulgadas, fueron impresas en tritono en un papel muy agradable: gardapat de 150 gramos. El libro es una obra de arte, pero si el lector desea ver las fotografías museografiadas, desde el sábado 16 se exponen en la Galería Juan Martín.

Tengo la impresión, sin poder asegurarlo, de que la selección -supervisada por el propio don Manuel- estuvo a cargo de Juan García de Oteyza y de Diego García Elió, los editores de Turner. Es una selección canónica en tanto están incluidos los ''clásicos'' del artista, empezando por Parábola óptica (la versión especular), El ensueño, Lavaderas sobreentendidas, Los agachados, La buena fama durmiendo, La hija de los danzantes (obra magistral multirreproducida), Obrero en huelga asesinado (también se ha titulado ''líder obrero'' y la toma fue hecha en Tehuantepec, a partir de una manifestación), el más conocido de los retratos con Isabel Villaseñor como modelo, o sea Retrato de lo eterno, etcétera. Otras fotos han sido exhibidas (en la Juan Martín), pero no están tan reproducidas entre éstas Con mecates (ca. 1948), un retrato de Doris Haydn; Retrato póstumo es una momia de Guanajuato y Escalera grande fue tomada también en esa ciudad. Todo vale la pena, pero el valor adicional consiste en que algunas tomas nos eran desconocidas incluso a personas que nos hemos ocupado no una, sino varias veces del artista, incluidos algunos fotógrafos con quienes tuve oportunidad de examinar la selección. Comentaré brevemente dos obras, separadas por décadas, que están interrelacionadas y las he elegido porque responden a uno de los aforismos de don Manuel, mencionado en otra colaboración: ''Mis fotografías abstractas son documentos exactos''.

La más antigua es de 1931 y se titula La Tolteca. Si se hubiera titulado sólo Tolteca habría estado mejor, porque creo que ''tolteca'' quiere decir ''artista'' o ''creador'' en náhuatl. Una placa, Ƒde cemento? intersecta el área en declive diagonal en la que los pequeños pedruscos blanquecinos ofrecen perspectiva al ser tomados en plano anteroposterior. Sus texturas forman el contrapunto a la placa que corta la composición a 45 grados en diagonal. En el fondo, oscuro, se perciben retículas que pueden verse como crucerías de bóvedas. Es una composición digna de Lizitsky o de Malevitch.

La otra lámina que quiero destacar es La falsa luna (1967). Hay un muro subrayado en su parte inferior por la paralela doble que forma el peralte de la banqueta. La toma está realizada de modo tal que el revoque de la pared quedó ligeramente más claro (más iluminado) del lado derecho que del izquierdo y en el centro mismo de la composición hay un gran círculo no sólo pintado de color más claro, sino aplanado. Si sólo hubiera eso, la toma quizá fuera demasiado sencilla, pero resulta que la casualidad quiso que un señalador en forma de cruceta, plantado en la calle, rompiera tanto la reiteración de horizontales como la conjunción círculo encerrado en rectángulo. Eso lo vio el autor con su ojo entrenado para calibrar pinturas, grabados, emblemas, partituras.

Es una fotografía totalmente representativa -porque lo que se retrató es lo que allí había- y a la vez es típica de las estéticas de la abstracción de corte geométrico. Pero si queremos ver abstracción orgánica, nada mejor que detenernos en Del árbol de nunca acabar (1997), allí también un círculo, semejante a una gran úlcera, es factor preponderante.

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