Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 23 de febrero de 2002
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Política

Enrique Calderón A.

Una ciudad para el pato Donald

Una de las cosas que recuerdo con nitidez de mis primeros años de vida es la lectura que cada sábado podía hacer de una simpática revista infantil que creo se llamaba Las aventuras del pato Donald. Era mi cómic favorito y recuerdo que me llamaba particularmente la atención la capacidad de diversificación con que Donald participaba en aquellas aventuras; así, mientras que algunas veces capitaneaba un barco mercante o un submarino, en otras era administrador de una mina de diamantes en Africa, explorador en las regiones polares o detective en América del Sur. En general su habilidad para meterse en problemas era bastante significativa, pero gracias a sus sobrinos Hugo, Paco y Luis lograba salir razonablemente bien librado en sus andanzas financiadas casi siempre por el legendario Rico Mac Pato, jefe indiscutible del clan.

Se trataba desde luego de fantasías divertidas, que poco tenían que ver con la realidad, según pensaba entonces; años después, mi experiencia en el gobierno federal me hizo ver que estaba equivocado; las instituciones gubernamentales estaban llenas de patos Donald, pero sin sobrinos. Recuerdo por ejemplo el caso de alguien que luego de ser gerente en una paraestatal que fabricaba pantalones de mezclilla, había sido director de un reclusorio y luego director de política informática del gobierno federal, no obstante que tenía dificultades serias para distinguir una impresora de un disco magnético. Después supe que le habían dado un nuevo cargo en la dirección de economía agrícola en la Secretaría de Agricultura. Vistas así las cosas, Walt Disney adquiría la dimensión de un profeta visionario del mundo moderno.

Aunque pude conocer casos de funcionarios extraordinarios como Ricardo García Sainz, mi jefe en la Secretaría de Programación y Presupuesto, quien ha dirigido exitosamente secretarías de Estado, empresas de aviación y de transporte, o instituciones de seguridad social, se trata de verdaderas excepciones, por lo que esta práctica de movilidad de funcionarios se convirtió en uno de los grandes obstáculos para la modernización del gobierno.

Equivocadamente pensé que esta práctica había sido ya superada con el fin de los gobiernos priístas. Las últimas designaciones del jefe de Gobierno del DF me han hecho pensar que el pato Donald sigue vigente aquí mismo hoy en nuestra ciudad. Francisco Garduño de hecho logró superar al pato Donald, que ejercía muchas actividades pero sólo una por semana: subsecretario de Gobierno, secretario de Seguridad y finalmente secretario de Transporte del Gobierno del Distrito Federal. ƑDe veras es tan bueno y versátil? No me da esa impresión, sino más bien toda la contraria.

Francisco Garduño ha sido subdelegado en tres delegaciones del Distrito Federal durante las administraciones de Cuauhtémoc Cárdenas y de Rosario Robles; en las tres hubo conflictos durante su desempeño. En los 14 meses que llevaba como subsecretario del Gobierno su distanciamiento con su jefe, José Agustín Ortiz Pinchetti, era del dominio público, y con ninguna experiencia contaba para ejercer la Secretaría de Seguridad pero tampoco la del Transporte, ninguna de las cuales representa un asunto trivial.

El problema es más grave porque los cambios decididos por el jefe de Gobierno afectan a la ex secretaria de Transportes, hoy secretaria de Desarrollo Económico, y al ex secretario de esa dependencia, hoy al frente de la Subsecretaría de Gobierno. Aunque no tengo duda de la capacidad de Alejandro Encinas de desempeñar diferentes cargos en el gobierno, tampoco la tengo de que la decisión terminará tirando todos los esfuerzos de esas dependencias realizados estos 14 meses. Antes que andar buscando puestos para los amigos, es más importante pensar en los problemas de la ciudad que son muchos y graves. El paradigma del pato Donald en este caso no debiera seguirse aplicando.

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