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Lunes 25 de febrero de
2002 |
Tauromaquia Piedras Negras n Alcalino |
En mi crónica de la
corrida última en El Relicario, asentaba que -dada la
correspondencia casi simétrica establecida entre el
juego que dieron los toros y sus características
morfológicas y de pelaje- Marco Antonio González,
actual mandamás de Piedras Negras, seguramente había
extraído buenas conclusiones acerca de lo que realmente
tiene en casa, y por tanto sabría qué líneas desechar
y cuáles utilizar en el futuro rescate de la prócer
divisa rojo y negro. Entoendo que hacerlo será menos
sencillo que escribirlo, pero quedó claro que los
marcados altibajos observados en la corrida del pasado
día 17 pueden y deben servir de guía al joven y
entusiasta ganadero. Probable salto atrás. Es imposible conocer con certeza la procedencia de los primeros piedrasnegras, pues en el largo hato comprado por don José María González Pavón a San Cristóbal la Trampa allá por 1888 los había de toda clase dehierros y pelajes. Lo que sí se sabe de cierto es que en el año 92 les echó a las vacas un semental español de Benjumea, probable antecesor del extraño berrendo, colorado y más atigrado que salinero, que sustituyó esta vez al frustrado cierraplaza, devuelto al corral debido a su declarada mansedumbre -si bien el juez no esperó para dar la infamante orden a que volviera por tercera vez la cara a los montados-; por cierto que el rechazado lucía otra pinta muy rara en Piedras Negras, con su frente blanqueada en forma de V, una mancha también blanca en la papada y el girón del lado derecho lo bastante alto para convertirlo en incipiente berrendo en negro. Sin duda, fue el más manso de los mansos -el anacrónico "benjumea" tuvo, más que nada, un comportamiento oscilante entre la huida en torno a la barrera y un estilo de res de jaripeo, sin peligro ni clase, cuando acudía a los engaños-, pero tampoco le funcionaron a Marco los dos negros de poco cuello, corta osamenta, cornicortos y bajos de agujas que salieron en tercero y cuarto lugares, más peligroso aquél que éste, al que Víctor Ortega le dio a llenar en abusivo puyazo: con menos castigo quizá hubiera quedado bien asentado y estaríamos hablando de un burel hasta toreable, al contrario del tercero, que sí demostró tener al diablo en el cuerpo y se las puso muy difíciles al siempre valeroso Leopoldo Casasola. Eran dos negros casi zainos, no demasiado piedrinegrimnos de tipo y probable producto de mezclas intrincadas de las cuales lo mejor sería prescindir. Los "saltillos". Pero Piedras Negras no hubiera sido la ganadería extraordinaria que fue sin el legendario viraje hacia la sangre del Marqués de Saltillo que dio a principios del siglo XX, cuando el rudo carácter tomado de San Cristóbal y Tepeyahualco lo impregnó de encastada nobleza el famoso "Fantasío", el semental más célebre de la casa tlaxcalteca, hijo de "Tabaquero" y "Fantasía", saltillos puros ambos y verdadero pie de simiente de uno de los hierros que más corridas y toros memorables dieran a la fiesta en el siglo XX mexicano, desde los famosos cárdenos claros o nevados -como los dos que eligió con total acierto la gente de Hermoso de Mendoza, que hizo cuanto quiso con sus alegres acometidas- hasta los negros de armoniosas hechuras, hondos, astifinos y bien puestos, que en la corrida de referencia tuvieron representación de lujo en ese "Lechuzo" desorejado por El Zapata y premiado con arrastre lento tras una lidia y muerte de toro tan noble como bravo, portento de clase y fijeza. Leyenda negra. Por fortuna, el derramamiento de sangre que también acompañó con frecuencia la ejecutoria de los Piedras Negras estuvo ausente en esta corrida, que sin embargo acometió a los caballos con restos muy apreciables de aquella fiereza legendaria. |