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Miércoles 27 de febrero
de 2002 |
Hasta adentro Y tú serás ese faro de luz n Marko Castillo |
Sin la luz, el
proceso de fotosíntesis que hace posible la vida no se
llevaría a cabo. Sin la luz generada a partir de
combustión, energía eólica, hidráulica o nuclear, el
avance tecnológico del hombre no sería probable.
Relacionamos imágenes y palabras con el proceso de
iluminación, natural o artificial; así, decimos de las
parturientas: "va dar a luz"; de los ascetas:
"es un iluminado"; del pensador: "la luz
de sus ideas"; del inteligente: "la brillantez
de su razonamiento". El docto nos ilumina con su
sabiduría. El amor es la luz de nuestra vida (bueno, la
de algunos). Al final del túnel hay una luz que nos
espera. No podemos imaginar un mundo en tinieblas, aun la oscuridad ostenta el faro exquisito de la luna. Nuestra visión transforma, según el punto de referencia lumínico, los cuerpos que nos rodean, somos diurnos o nocturnos, siempre en relación a la luz. Por la luz sabemos que termina la tormenta al aparecer el arco iris, la luz artificial ilumina la noche para semejar el día y vivir sin temor a los espantos que pululan por el bosque. Si la luz es tan importante para la vida diaria, en el mundo de la ficción es un lenguaje imprescindible. Los escenógrafos e iluminadores se han especializado a tal punto que muchas veces se prescinde de cuerpos sólidos y se logra escenografías completas tirando rayos de luz desde los reflectores para crear atmósferas, ambientes y mundos completos de fantasía. La luz dentro del teatro convencional es una herramienta precisa y llena de artimañas que, manejada por especialistas en la materia, es un lenguaje del arte. Y manipulada como tal, envuelve de calidez y de misterio el producto escénico que se procura. En conversación con un escenógrafo de la localidad (Jort Moreeau), pidiendo que iluminara un espectáculo que yo dirigía (Sólo para parejas, de Juan José Alonso Millán y representada en el teatro Juan Ruiz de Alarcón en 2001), me contestó que él era escenógrafo, en su país (Bélgica), la iluminación es una carrera aparte. Si es tan importante el rubro de la iluminación, por qué chingados en mi ciudad no existe un solo ser que se dedique a ello. Los hacedores de teatro nos hemos visto en la necesidad de iluminar nuestros espectáculo como dios nos da a entender. Los que sabemos la diferencia entre "iluminar" y "alumbrar" nos preocupamos por ello. Los que no, se abandonan a la inspiración divina. Ya se sabe que echándole la luz al "numerito" no se nota los errores. Si hay algún iluminador que se encuentre desocupado en nuestra entidad, puede llenarse de ocupación con los trabajos locales, comunícate con nosotros por favor y tú serás nuestro faro de luz. Ojo: iluminadores, no pone focos. Creo que nuestra autoridades teatrales deberían procurarnos aunque sea un electricista. |