Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 4 de marzo de 2002
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Cultura
Bellinghausen lanza El telar de los gallos, recopilación de sus artículos en La Jornada

''Escribo cuento lo mismo por gusto que por necesidad''

Le llega por sorpresa al autor el Premio Anna Seghers, que se otorga en Alemania

CESAR GÜEMES

Médico, poeta y periodista, un singular día de febrero de 1994, en Tuxtla Gutiérrez, Chiapas, perdió su máquina de escribir. Desde entonces y hasta hace muy poco sus textos de orden personal o profesional fueron redactados a mano, a la velocidad de los acontecimientos. De un tiempo a esta parte el espacio con que semanalmente cuenta los lunes Hermann Bellinghausen en La Jornada, que antes ocupaban textos sobre política o temas de cultura, se convirtió en el lugar de su literatura. Poco a poco, de siete días en siete días, tuvo que aceptar que la libertad de la literatura también le pertenecía. Y la confirmación de su idea llegó por una vía inesperada al obtener el Premio Anna Seghers, conferido en Alemania, galardón cuyo proceso ocurre sin que los participantes sepan que participan, propiamente un reconocimiento. El resultado de muchas de esas semanas reunidas es el libro El telar de los gallos, publicado por Plaza & Janés, que acaba de entrar en circulación.

-¿Aceptas que hay cierta intención autobiográfica en este tipo de escritura, aunque no aparezcas como personaje?

-No sé si comparto del todo la idea de que sean textos autobiográficos, aunque sé que tienen mis percepciones. En principio quise que fueran relatos fantásticos. De hecho al realizar la selección para el libro dejé fuera las crónicas o los textos que se relacionaran directamente con un hecho real. Son textos que aparecen como si me los dictaran. La historia marcha por sí sola y en ocasiones me sorprendo de los finales, porque conscientemente no iba a ningún lado. Quién sabe si eso sea un problema de estilo o se pueda considerar que son escritos como caminatas.

"Antes no escribía este tipo de trabajos. Para empezar, ni siquiera me imaginaba propiamente como narrador. El espacio que empleaba para crónicas, reseñas o para hablar de asuntos culturales en general de pronto se convirtió en el terreno del cuento. Ahora lo veo como un descanso al otro lado de los hechos reales, aunque los refleje".

-Aunque no pensaras reunirlos, seguramente se te generó una disciplina para la ficción.

-Sólo cambió de signo. La disciplina para publicar los lunes finalmente viene de hace 15 años, porque lo mismo escribí sobre política o cultura. No sé qué me llevó al cuento, pero la costumbre de escribir por fortuna ya la tenía. Es un gusto que me doy, digamos. Hacer este trabajo me implica momentos de enorme libertad. Lo vivo más como un placer que como una obligación, donde esté, en la ciudad de México, en Chiapas, o en cualquier otro sitio. El caso es que siempre aparece. En ocasiones tengo más de un cuento a la semana; hay algunos que prefiero no dar a conocer. Son una especie de bitácora, sencillamente caen los temas.

-¿Tomas apuntes durante la semana?

-A veces. Hay un momento en que las condiciones de escritura se dan y puede ser en cualquier día de la semana. Lo único que se diferencia del resto de mi trabajo es que escribo cuento en un horario distinto del periodismo. A esto dedico las mañanas, a mis trabajos personales, de orden literario. El periodismo, al que me dedico en la tarde y noche, es distinto en el ritmo. No estoy muy consciente de cómo se leen y me he preguntado si no confunden, sobre todo porque este tipo de trabajos no abundan en un diario. El caso es que todas esas dudas no me han detenido.

-Independientemente de la forma en que escribes estos relatos, el jurado del Premio Anna Seghers recayó en ellos. ¿Cómo te sientes al verte reconocido como escritor de ficción?

-El premio mismo fue raro: se lo dieron no al libro, porque aún no existía, sino a lo que publicaba aquí en La Jornada. Además es un galardón que nadie puede pedir por uno, no hay inscripción. Los organizadores sencillamente tienen a su equipo que busca a los posibles participantes y sólo te avisan cuando eres finalista y eventualmente que lo ganaste. Tiene implicaciones curiosas, porque Seghers es una escritora incómoda para Alemania. Así que el reconocimiento viene desde la Alemania comunista y ahora tiene un carácter nacional gracias a la fundación Anna Seghers, presidida por sus hijos, que tienen todavía la vocación del internacionalismo. El premio, entonces, fue como una aventura más. Y eso me dio la idea de que podía ser un libro. El volumen que ahora vemos de hecho nace de una selección.

-Ya que te ves en un libro como escritor, ¿te planteas hacer novela con los mismos elementos de que has dispuesto para estos trabajos?

-Sí, pero soy consciente de que no tengo el tiempo necesario para dedicarme a ella. Me gustaría, tengo al menos una historia que podría contarse en forma de novela. Lo que me ocurre es que me siento muy pleno en el espacio corto. Incluso me he vuelto más que nunca lector de textos breves junto con la poesía. En todo caso enfoco esa energía al guión de un largometraje que me implica por cierto mucho trabajo y que de algún modo se parece a una novela.

Autor de libros como La hora y el resto, Ojos de Omán y otros poemas, De una vez y Crónica de multitudes, concluye, luego de encender el último Alitas de la tarde: ''Después de todo uno escribe por gusto o por necesidad, y hoy me siento satisfecho al saber que soy capaz de escribir cuento, lo mismo por gusto que por necesidad''.

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