Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 5 de marzo de 2002
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Sociedad y Justicia
EDUCACION SUPERIOR

La SEP la tiene castigada con financiamiento de 7 mil 200 pesos por alumno

La elección de rector pone en riesgo la reforma en la Universidad Autónoma de Guerrero

El 12 de marzo votará la comunidad Denuncian vicios supuestamente rebasados

 CLAUDIA HERRERA BELTRAN /I ENVIADA

uag_huelga_02febChilpancingo, Gro., 4 de marzo. Asfixiada por constantes huelgas, por el desprestigio académico y por un precario presupuesto, la Universidad Autónoma de Guerrero (UAG) modificó su ley orgánica como apuesta para tener un rostro más académico y sobrevivir. A escasos seis meses de la reforma, ésta naufraga con el proceso de elección de rector, que reproduce añejas prácticas del sistema electoral mexicano.

A siete días de que los 61 mil estudiantes, académicos y trabajadores de esta institución acudan a las urnas ?todos pueden votar? se repiten las denuncias de irregularidades que supuestamente estaban rebasadas: la existencia de un "candidato oficial", ascensos y contrataciones a cambio del sufragio, presiones a profesores y alumnos para que voten (en particular a los preparatorianos, que representan cerca de 60 por ciento del padrón electoral), así como el manejo clientelar de las organizaciones estudiantiles y sindicales, y la intromisión de partidos políticos.

Desde los años 70, cuando la izquierda tomó las riendas, la UAG ha sido una de las universidades públicas más castigadas por la Secretaría de Educación Pública (SEP). Con un gasto de 7 mil 200 pesos por alumno, ocupa el penúltimo lugar en financiamiento, apenas por debajo de la Universidad Autónoma Benito Juárez de Oaxaca y muy lejos del promedio nacional, de 30 mil pesos.

En cuanto a la calidad de la educación, los problemas son graves: la eficiencia terminal en preparatoria es de 67 por ciento y en licenciatura 63 por ciento; el ausentismo de profesores es grave (cuatro de cada 10 alumnos así lo manifiestan en una encuesta); con el enorme crecimiento de la matrícula escolar ?en los pasados 30 años pasó de 3 mil 500 alumnos a 64 mil? las aulas se masificaron y se improvisaron profesores sin título universitario.

En busca de la utopía

La Autónoma de Guerrero ha vivido épocas turbulentas, mezcladas con luchas sociales y anhelos de la izquierda. A los siete meses de su creación, en marzo de 1960, se convirtió en la plataforma de un movimiento popular contra el entonces gobernador de Guerrero, el general Raúl Caballero Aburto. El 30 de diciembre de ese año, un grupo de estudiantes fue asesinado en Chilpancingo, lo que derivó en la desaparición de poderes en la entidad, y la declaración de la autonomía universitaria.

Diez años después, el 19 de noviembre de 1971, el rector y empresario Jaime Castrejón Diez fue secuestrado por el guerrillero Genaro Vázquez Rojas. A principios de 1972 Castrejón renunció, lo que significó la llegada del primer rector de izquierda en la UAG, el sociólogo Rosalío Wences Reza, impulsor del modelo universidad-pueblo. Bajo ese proyecto, la educación preparatoria y superior se extendió por la entidad, mientras la casa de estudios hizo del marxismo y de la reivindicación de las causas sociales su credo.

Con el tiempo, los costos fueron altos. En 20 años ningún gobernador apoyó a la institución; Rubén Figueroa Figueroa y Rubén Figueroa Alcocer le declararon la guerra, y sólo a finales de los años 80 un gobernador, José Francisco Ruiz Massieu, pisó suelo universitario. Además, la SEP le canceló el subsidio en 1984.

Mientras, la universidad padecía internamente el abandono de la academia, la pugna de los grupos políticos, la corrupción y las constantes huelgas. Floriberto González, profesor de posgrado quien en 1985 se trasladó del Distrito Federal a Guerrero en busca del sueño de la universidad-pueblo, lo explica: "Era una lucha encarnizada por el poder; las organizaciones políticas se dieron cuenta de que era bastante redituable jugarle a la política en la universidad enarbolando el discurso de izquierda, mientras la academia pasó a último término".
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Reforma de papel

El actual rector, Florentino Cruz, se hizo cargo de la UAG el 2 de mayo de 1999 y se encontró con una institución en crisis: "La comunidad universitaria estaba profundamente dividida, los sindicatos anulados, el Consejo Universitario no funcionaba desde hace seis años y terminamos pagando una deuda de 27 millones de pesos, que correspondía a otras administraciones".

En tanto, las presiones de la SEP para que se "metiera en cintura" a la universidad arreciaban. En este contexto, Cruz se propuso ser el "rector de la reforma" y lo consiguió. En diciembre de 2000 se celebró el tercer Congreso Universitario ?en 1985 y 1989 se efectuaron otros sin trascendencia?, cuyo primer resultado fue la Ley Orgánica de la UAG, vigente desde el 1º de agosto de 2001.

En lo académico, dispuso el fin de los "feudos" en facultades y escuelas, con la creación de redes y colegios académicos. También decretó la apertura de la institución a todas las corrientes del pensamiento científico.

Ante las constantes denuncias de fraudes, la más reciente pesa contra el ex rector Hugo Vázquez (1996-1999), quien presuntamente no comprobó 24 millones de pesos, la UAG creó la figura de contralor general, el cual deberá ser nombrado por el Consejo Universitario. Adicionalmente, los funcionarios tienen que presentar su declaración patrimonial cada enero.

Para romper con la sobrepolitización, la UAG puso nuevas reglas, aunque mantuvo el derecho de estudiantes, profesores y trabajadores a elegir a sus autoridades mediante voto universal, directo y secreto. El propósito era frenar los excesos: "Un día se elegía al director de una facultad, otro al de una escuela, y no había tiempo para hacer academia", explica el sociólogo Jesús Samper, integrante de la Comisión de Reforma Universitaria.

Así que se efectuaron varios cambios. Como a los alumnos se les obligaba a sufragar en sus propios salones, se instauró el voto "libre". Se canceló la segunda vuelta, porque se prestaba a "componendas" entre los grupos políticos. Se amplió el periodo de la rectoría de tres a cuatro años y, en este afán de "academizar" la institución, se pusieron candados para ser rector; éste debe tener grado de maestría o doctorado.

En el estatuto aprobado a principios de este año, se definió además una sola fecha para la elección de rector (12 de marzo) y otra para la de directores y consejeros universitarios (la última semana de mayo), y se limitó a un mes el plazo de proselitismo. También se prohibió el uso del patrimonio universitario para los procesos electorales y los ascensos o contrataciones en tiempos de campaña. Esta fue la reforma de papel.

La campaña

El 11 de diciembre de 2001 la Comisión de Reforma Universitaria tuvo que abandonar repentinamente el local que ocupaba en el centro de Chilpancingo, luego de que la rectoría dejó de pagar la renta. "Nos sacaron a la mala y ahí quedó la reforma universitaria", cuenta Rafael Aréstegui, secretario técnico de la comisión. A principios de enero, ese inmueble fue convertido en casa de campaña del aspirante a la rectoría, Nelson Valle, quien es señalado por sus adversarios como "candidato oficial".

Nelson Valle Rogelio Ortega y Alberto Saldaña son los tres candidatos a la rectoría. Todos tuvieron cargos durante la administración del actual rector y provienen o están vinculados con su grupo político, que ahora tiene el nombre de Movimiento por la Academia y la Reforma (MAR).
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A principios de este año, Ortega y Saldaña rompieron con el MAR, acusando al senador del PRD Armando Chavarría de haber impuesto a Valle, en su afán de conseguir la candidatura a la gubernatura de Guerrero y convertir a la universidad en su "caja chica".

Valle, maestro de educación básica y preparatoria, ha sido cercano colaborador de Chavarría. Fue su secretario en la Comisión de Educación de la Cámara de Diputados, además ha recibido el respaldo público del perredista, quien en dos ocasiones intentó ser rector de la UAG sin conseguirlo. Ante los ataques, el legislador responde que "se exagera" su poder en la universidad.

Ortega, sociólogo que fue asesor del rector, señala que en principio Florentino Cruz lo apoyaba para ser candidato, pero después "me pidió que apechugáramos, que nos sometieramos a la voluntad de Chavarría". Afuera de la universidad, afirma tener el respaldo de políticos de todos los partidos, él lo dice, está en conversaciones con el diputado del PRD Félix Salgado Macedonio.

Alberto Salgado fue director de la Facultad de Ingeniería de la UAG de 1998 a 2001. Lanzó su candidatura luego de que se peleó con Ortega, alegando que éste cometió fraude en una consulta interna. Se identifica como independiente, aunque reconoce recibir apoyo, pero a "título individual" de las juventudes priístas.

Como 90 por ciento de los 61 mil 320 electores son estudiantes, y de ellos la mayoría preparatorianos (suman 36 mil), los tres candidatos enfocan sus campañas a convencer a estos jóvenes, algunas veces por conducto de sus profesores. Maestros de la preparatoria número 26 se inconformaron en una carta dirigida al rector, por la intención del director de la escuela de negociar nuevas categorías a cambio del voto favorable a Valle.

Según Ortega y Saldaña, las autoridades han hecho un manejo "clientelar" de la nómina, ya que en un mes se dan dado casi 300 movimientos, que incluyen ascensos, contrataciones y recontrataciones.

Los gastos de campaña tampoco fueron regulados. No hay topes ni el compromiso de los candidatos de demostrar la procedencia de los recursos. Ortega y Salgado acusan a Valle de recibir dinero del patrimonio universitario, ya que ?aseguran? la UAG pagó camiones para el acarreo de centenares de estudiantes que participaron en una consulta previa a la elección, además de que Valle tapizó las calles de Chilpancingo con propaganda plástica a color.

Estas pugnas se trasladaron al estudiantado. El 1º de diciembre, 11 alumnas que viven en la casa del estudiante llamada Antonia Nava de Catalán denunciaron que fueron desalojadas a golpes por supuestos seguidores de Valle. El 13 de febrero, 16 integrantes de la Federación de Estudiantes de la Universidad de Guerrero (FEUG) pidieron al rector que "sacara las manos del proceso". Florentino Cruz respondió que estas denuncias son infundadas.

El miércoles 13 de febrero de 2002, a menos de dos meses de concluir su gestión y en plena efervescencia electoral, el rector recorre la Escuela de Ciencias Químico-Biológicas. Cinco jóvenes lo rodean. Uno expone:

?Nosotros votamos por usted cuando llegó a la rectoría, y ahora nos gustaría que nos ayudara con nuestra fiesta de fin de año.

?Muchachos, no les puedo dar un cheque en blanco. El lío es que estoy a unos días de irme.

?¿Queremos ver con cuánto nos va a apoyar? ?insisten.

?Compañeros, no me la pongan en términos de que les niego el apoyo. Si quieren yo comprometo con el director (de la escuela) la firma de que en el mes de junio la Escuela de Química va a apoyar la fiesta de clausura de los quintos años.

?¡Pero díganos una cantidad específica! ?reclama una estudiante.

?Voy a ayudar con 10 mil pesos a lCiencias Químicas ?concluye el rector.

Un académico que atestigua el hecho, explica: "Siempre que hay elecciones es igual, el rector hace campaña en favor de su candidato y le ofrece a los muchachos recursos para sus fiestas o camiones para sus excursiones. A los investigadores ni se nos acercan, porque sólo valemos unos cuantos votos".

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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