Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 8 de marzo de 2002
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Política

Silvia Gómez Tagle

Mujer y política

Los valores se definen, se defienden y se ponen en práctica a través de la acción política, porque la política no es solamente de quienes ocupan cargos públicos o están en los partidos; la política es también la actividad organizada de quienes se oponen al orden establecido y luchan desde la sociedad para cambiarlo.

Por ello es tan grave la discriminación de la mujer en la política, no sólo en las instituciones que forman parte del gobierno, sino en partidos, sindicatos y movimientos sociales. Ello denota una injusticia, pero sobre todo pone de manifiesto una incapacidad de la sociedad para incorporar la energía y la perspectiva de la mitad de la humanidad, lo cual hace imposible alcanzar los ideales de la democracia, la libertad, la justicia y la igualdad.

La izquierda se ha preocupado fundamentalmente por la igualdad porque, a diferencia de la derecha, no ve la desigualdad como un hecho natural, sino resultado histórico de las relaciones políticas y económicas. La libertad del ciudadano y de la ciudadana es el ingrediente fundamental de la democracia, y sin ésta no hay esperanza de justicia ni de igualdad verdadera, porque ahí, donde no ha habido democracia las elites políticas (de izquierda o de derecha) han usurpado recursos de todos para garantizar sus privilegios personales, y porque no hay ningún dirigente tan sabio que supla la posibilidad de la "deliberación colectiva" para dirigir el destino de un pueblo. Ningún grupo de hombres podrá tampoco suplir la ausencia de las mujeres para construir una sociedad diferente en el futuro.

La perspectiva de género es un paradigma de análisis social que hace visible la aportación de la mujer en todos los ámbitos de la actividad pública o privada, incluido el origen profundo de las desigualdades entre los géneros. De la misma manera que el análisis marxista permitió entender las diferencias sociales como resultado de un proceso histórico, que no es "natural", sino "cultural" y que se puede cambiar, la perspectiva de género permite entender que las diferencias biológicas no necesariamente deben desembocar en desventaja para uno de los sexos. Experiencias concretas en el campo de la salud, así como la libertad y el desarrollo profesional de las mujeres, se reflejan en bienestar para toda la familia y sobre todo en los niños que dependen de ellas.

Las mujeres participan en política activamente, se interesan en la acción organizada que tiene impacto en la vida pública, especialmente cuando los problemas tienen que ver con el ámbito de sus responsabilidades, su vida personal, su trabajo, sus hijos, su vivienda. Sin embargo, en todos esos espacios, y ciertamente en los partidos políticos, aun en los que se dicen de izquierda, como el PRD, las mujeres tienen acceso limitado a los centros de poder.

Las medidas afirmativas para favorecer la participación de las mujeres en política, como las "cuotas" en cargos de dirección, en candidaturas, en puestos de gobierno, son indispensables para lograr mayor equidad. No deja de ser motivo de preocupación que el PRD, siendo el partido de izquierda más grande de México, no haya asimilado todavía el significado que tiene para la izquierda, así como para la democracia en general, el problema de la equidad de género, entendida como la forma de disminuir las desventajas de quienes son "de origen" desiguales. Por eso la perspectiva de género es también instrumento conceptual que contribuye a entender otras formas de discriminación en las relaciones de poder: hacia los pueblos indios, los jóvenes, los que tienen "preferencias sexuales distintas", las personas con discapacidad.

El problema no se queda en las cuotas; es mucho más grave. Muchas mujeres ocupan esas posiciones por decisión de los dirigentes, de los grupos o corrientes que dirigen los varones. Ellos son los que deciden en última instancia los nombres de las mujeres para "llenar la cuota de género". Y también es frecuente encontrar que son sus esposas, sus hermanas o, simplemente, sus seguidoras incondicionales.

Hoy que los tres principales partidos políticos de México están inmersos en procesos de renovación de sus direcciones nacionales, no hay que preguntarnos cuántas mujeres hay en cargos de dirección, sino si realmente emergen de colectivos femeninos. La educación en la perspectiva de género tiene que alcanzar a los varones para que en ese proceso de reaprendizaje de su papel social, analizado desde un nuevo punto de vista, hombres y mujeres puedan construir una nueva forma de democracia que se base no en la mera competencia, sino también en la equidad y la solidaridad.

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