Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Viernes 8 de marzo de 2002
  Primera y Contraportada
  Editorial
  Opinión
  Correo Ilustrado
  Política
  Economía
  Cultura
  Espectáculos
  Estados
  Capital
  Mundo
  Sociedad y Justicia
  Deportes
  Lunes en la Ciencia
  Suplementos
  Perfiles
  Fotografía
  Cartones
  La Jornada de Oriente
  Correo Electrónico
  Busquedas
  >

Sociedad y Justicia
Mary Robinson compartirá este día con afganas, lejos de aplausos y discursos

Casi 130 millones de niñas sufren mutilación genital: UIP

 KYRA NUÑEZ CORRESPONSAL

Ginebra 7 de marzo. Mañana, Día Internacional de la Mujer, los derechos humanos estarán a la orden entre las afganas, con quienes la Alta Comisionada para los Derechos Humanos, Mary Robinson, decidió compartir lejos de los discursos y aplausos.

La presencia de Robinson en Kabul durante cuatro días ha sido vista como su forma de denuncia contra Estados Unidos, que hasta la fecha ha puesto oídos sordos a reiteradas demandas de hacer avanzar por otro camino, que no sea el de la guerra, la lucha contra el terrorismo. La alta comisionada ha denunciado el "número inconcebible" de víctimas civiles por la intervención estadunidense y su "profunda preocupación por la manera en que se ejecuta pues la población civil es la primera víctima".

En el Día Internacional de la Mujer, dos líneas de combate se prosiguen a escala institucional. Por un lado, los parlamentarios integrados en la Unión Interparlamentaria mundial (UIP) redoblan su campaña para detener la práctica de la mutilación genital de las mujeres y, por el otro, la Organización Internacional del Trabajo (OIT) y el Alto Comisionado para los Refugiados (ACNUR) se coordinan para hacer frente a los problemas de género causados por los conflictos armados.

En ambos casos se trata de violencia contra la mujer, una doméstica, la otra política.

La campaña contra la mutilación genital no es nueva, pero es discreta, cuando debiera ser una demanda a voz alta. Según la UIP, no menos de 130 millones de niñas y adolescentes sufren la mutilación del clítoris y otras semejantes. Si hasta hace unas dos décadas la práctica se circunscribía a los países de Africa y algunos estados árabes, hoy se ha convertido en un problema para los países de emigración de los nacionales donde tal práctica era tradicional. Así, Inglaterra trata de combatir los matrimonios prematuros y arreglados entre su comunidad de inmigrantes africanos y asiáticos; ahora se le añade la lucha para evitar que las mujeres, viviendo en un medio donde tal práctica es aborrecida, sean sometidas al flagelo.

Para los países europeos, Australia, Canadá, Estados Unidos y Nueva Zelanda, estados donde se considera que esa práctica es peligrosa y hasta mortal, no tiene ningún justificante ni cultural, religioso o social; en palabras de la presidenta de la UIP, Najma Heptulla (India), "la mutilación genital viola la integridad física y psicológica de las mujeres", mientras que el presidente de la Asamblea parlamentaria de Burkina Faso, Melégué Traoré, afirmó que "se puede ser buen africano y respetar las tradiciones sin tener que mutilar a las niñas".

Las tradiciones que Occidente trata de erradicar logran burlar la vigilancia: según la parlamentaria británica Marion Roe, alertadas por las medidas de protección de la salud, las familias han comenzado a enviar a sus hijas a países donde la práctica es común y regresarlas a Inglaterra cuando la escisión ha sido consumada.

Para las mujeres, la guerra y los conflictos armados lleva aparejado el miedo a la muerte, a las heridas y a la destrucción de sus hogares, pero también a las violaciones, torturas, esclavitud sexual o económica y relaciones o matrimonios forzados, según la OIT y el ACNUR.

En un estudio reciente, dos investigadoras de la OIT (Género y conflictos armados, de Eugenia Date-Bath y Martha Walsh) concluyeron en que "la naturaleza indefinida de los conflictos recientes ha ampliado la magnitud de la violencia contra las mujeres". Bosnia, Ruanda y Afganistán muestran que "los conflictos actuales abarcan no sólo países o comunidades enteras, sino que han alcanzado una brutalidad sin precedentes contra la población civil y de no combatientes". El ACNUR estima que 75 por ciento de las poblaciones de refugiados que generan los disturbios sociales o las luchas internas la componen mujeres y niños.

En Ruanda, en 1994, entre 250 mil y medio millón de mujeres y niñas (algunas de sólo cinco años de edad) padecieron torturas y violaciones. Muchas viven con el estigma, no pocas dieron a luz a los hijos de sus violadores con el consecuente daño sicológico y social. Muchas fueron infectadas con sida.

La OIT estima que en Bosnia entre 20 mil y 50 mil mujeres han sido violadas; fue allí se inauguró el ciclo de las violaciones masivas como forma de ataque y de limpieza étnica. Violencia acumulada personalmente experimentada por Zlata Filipovic, la bosnia que asombró al mundo con su diario La vida de una niña en Sarajevo, que comenzó a escribir a los 11 años y dio la vuelta al mundo en 35 idiomas. Zlata participa mañana de la jornada de la mujer organizada por la OIT y el ACNUR sobre la juventud, mujeres y conflictos armados.

En Afganistán, 23 años de guerra interna han perfilado un cuadro de abusos contra mujeres. Si hoy las mujeres en Afganistán empiezan a encontrar un destino más optimista, la herencia de un pasado de represión bajo el régimen talibán será testimoniado en la jornada OIT-ACNUR con el sufrimiento y la sobrevivencia de Latifa Rohina Sadat, autora de Mi cara prohibida, y Chékéba Hachemi, humanista, fundadora de Afganistán Libre, organización que lucha por el acceso de las afganas a la educación.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
Día Mes Año