Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 10 de marzo de 2002
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Capital

Angeles González Gamio

No me quieras tanto, quiéreme con talento

Este viejo refrán popular bien puede aplicarse a algunas obras de restauración que se llevan a cabo en inmuebles del Centro Histórico, las cuales seguramente se realizan con la mejor intención, pero sus resultados son nefastos; menos mal cuando son reversibles, pero hay algunas que hieren de muerte a construcciones magníficas. Por fortuna, más de las primeras que de las segundas es la que le hicieron al hermoso templo de Santa María de la Caridad.

Comenzaremos por recordar su historia: uno de los religiosos más insignes que llegaron a la Nueva España al poco tiempo de la Conquista fue fray Pedro de Gante, de origen noble y opulento, quien renunció a lujos y a los cargos importantes que le ofrecía la jerarquía eclesiástica para dedicarse, como simple fraile, a mejorar la vida de los más desposeídos, lista que encabezaban -igual que ahora- los indígenas. Entre sus primeras acciones estableció la célebre Escuela de Artes y Oficios, anexa a la capilla de San José de los Naturales, situada en el que habría de convertirse en el convento Grande de San Francisco.

En 1548 fundó el Colegio de Niñas de Santa María de la Caridad, con el propósito de dar morada a niñas huérfanas y enseñarles doctrina cristiana y a leer, escribir, cantar y tocar instrumentos musicales. Como contaba con el apoyo de la acaudalada Archicofradía del Santísimo Sacramento, que dirigía la institución y administraba los millonarios bienes que recibía por donaciones y herencias, le fue posible construir un soberbio edificio con su templo adjunto, en las cercanías del convento de San Francisco, en lo que ahora son las calles de Bolívar, 16 de Septiembre y Venustiano Carranza

Como resultado de la aplicación de las Leyes de Exclaustración de los Bienes de la Iglesia, a mediados del siglo XIX, el colegio fue vendido a particulares que lo convirtieron en hotel. Tiempo después fue sede del Casino Alemán y finalmente se remodeló para convertirse en el famoso Teatro Colón. El templo anexo pasó a ser de la mitra, perdiendo en esa época su impactante coro. Años mas tarde fue cedida a religiosos franceses, por lo que desde esa fecha ahí se venera a los santos galos. Hace un par de años los muros encalados, ya tristones, fueron pintados con un color rojo brillante, poco afortunado, y hace unas semanas le dieron otra estocada sobre la fachada de Venustiano Carranza, abriendo un desproporcionado boquete, para colocar una puerta estilo provenzal jamaiquino, que da paso a un centro bíblico católico.

Por su parte, el convento, tras años en el abandono, a principios de la década de los 90 del siglo pasado fue adquirido por los banqueros para establecer ahí su nueva sede, después de varios lustros en el edificio Guardiola. La restauración la realizó el magnífico arquitecto Ricardo Legorreta, conservando lo mejor de cada época; así, en la fachada de 16 de Septiembre preservó la balconería de zinc, herencia del periodo teatral, y en la de Bolívar, restos significativos del rostro barroco, con el tezontle y la cantera que la recubrió cuando fue colegio de niñas.

El interior es deslumbrante por la arquitectura y la decoración, en general feliz maridaje de lo antiguo y lo moderno. El inmenso patio de piso del recinto, rodeado de arcadas, luce en el centro una preciosa fuente contemporánea de piedra negra. Dos soberbias esculturas de Javier Marín engalanan sendos nichos y platican armoniosamente con estofados y muebles antiguos.

El privilegiado espacio es también sede de muestras culturales; con frecuencia hay conciertos y exposiciones que promueve el dinámico director de Relaciones Públicas, Alejandro Vargas. El próximo día 14, a las 20 horas, se inaugura una muestra fotográfica en homenaje a Armando Herrera, El fotógrafo de las estrellas, con vinito de honor.

Sin duda, uno de los mejores sitios para comer en la ciudad es éste; se puede decir que tiene todo: excelente cocina, belleza sobresaliente y magnífico servicio; como es de suponerse, es muy exclusivo, pero si hace su reservación "en tiempo y forma", en el 5722 4253, puede darse ese gusto. Entre sus recetas originales, una de mis favoritas es el linguini Guardiola, que, no lo van a creer, es pasta con šmole poblano hecho en casa! Una auténtica delicia. Fieles custodios de la tradición, tienen siempre platillos de temporada, preparados "como Dios manda". Ahora, por la Cuaresma, están lucidos con los mariscos y pescados: sepias al mojo de ajo, chiles rellenos de atún, camarones Guardiola y una exquisita fideua, ese maravilloso manjar español de fideos con almejas, pulpo, calamar, camarones, pimientos, espárragos y azafrán, amén de otras sabrosuras que sería largo enumerar.

 

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