Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 10 de marzo de 2002
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Cultura

Carlos Bonfil

Crimen imperdonable

El apacible pueblo pesquero de Camdem, en Maine, al extremo noreste de Estados Unidos, es escenario durante varias semanas de un escándalo de nota roja: un crimen pasional, donde la ambigüedad de circunstancias y testimonios, el poder del dinero y el tráfico de influencias, garantizan en buena medida la impunidad del asesino. Crimen imperdonable (In the bedroom), opera prima del realizador independiente Todd Field, inicia como una inofensiva cinta romántica, pasa luego a ser un rutinario drama doméstico, y paulatinamente adquiere las dimensiones de una tragedia. De los exteriores bucólicos de las primeras escenas se transita casi imperceptiblemente a atmósferas de encierro, a confrontaciones muy violentas entre los personajes, y a una reflexión sobre la culpa, sobre la amoralidad en cierta impartición de la justicia, y finalmente sobre el derecho ciudadano a la revancha - a la justicia por mano propia.

El tema de la violencia (física y psicológica) está contenido en el título original, In the bedroom, una expresión de pescadores de langostas que alude al espacio reducido en el que deben coexistir dos o más langostas luego de ser pescadas, el estanque o cámara donde los crustáceos suelen librarse a sus últimos ataques estériles. Durante algunas escenas, la faena de los pescadores anticipa la forma en que un hecho violento sacudirá la morosidad cotidiana del lugar y la vida de una pareja madura, el matrimonio de los Fowler, Matt (Tom Wilkinson) y Ruth (estupenda Sissy Spacek). Esa violencia externa genera, además de un largo periodo de duelo, un malestar creciente entre los cónyuges, un rechazo mutuo que pareció necesitar al menos de dos décadas de gestación, y de falsa armonía marital, antes de estallar intempestivamente. Decir una palabra más sobre este conflicto y sus causas, sería revelar toda la trama. Baste señalar la maestría con la que el realizador construye su relato (basado en una historia breve, Killing, de André Dubus), a partir de la descripción minuciosa de los estados de ánimo por los que atraviesa la pareja madura. El episodio de nota roja lo protagonizan con precisión y solvencia el joven Mark (Nick Stahl), su amante Natalie (Marisa Tomei) y el marido despechado (Justin Ashforth), los integrantes del triángulo pasional. Lo fascinante en la cinta no es, sin embargo, esta primera historia, sino todo lo que finalmente revela y expone: la pequeñez moral de una comunidad en apariencia apacible, la fragilidad afectiva de un matrimonio a primera vista ejemplar, la carga de rencores y recelos detrás del bienestar doméstico, y un escalofriante deseo de reparación de justicia, que sin exageración posible reproduce los esquemas de una tragedia griega. Algunos comentadores (Paul Arthur, en Film Comment) han ido más lejos y aventurado, de modo un tanto temerario, que Crimen imperdonable, estrenada en Estados Unidos en noviembre pasado, es la cinta que mejor refleja el estado de ánimo colectivo después de los atentados del 11 de septiembre. (No aparecen sin embargo en la trama los componentes de fanatismo y paranoia que pudieran sustentar del todo una analogía semejante). Más cercana a la intención de Todd Field, pudiera ser la experiencia del realizador canadiense Atom Egoyan, quien en Dulce porvenir (The sweet hereafter) exploró los sentimientos de culpa, impotencia y rabia luego de la pérdida filial, aunque habrá que reconocer en Crímen imperdonable una radiografía social más convincente y completa, así como un conjunto de actuaciones realmente formidables. El estudio del personaje de Ruth Fowler es posiblemente el mayor logro de la cinta. En ella se concentra la secreta vulnerabilidad de una madre posesiva e intransigente, rebosante de desprecio por el marido débil, incapaz de perdonar los yerros ajenos, y menos aún de reconocer los propios. Las transiciones anímicas de este personaje, y el contrapunto que en todo momento ofrece su marido Matt (Wilkinson, cura liberal en Sacerdote, de Antonia Bird; personaje jocoso en The Full Monty), revelan en Todd Field una enorme perspicacia en la observación psicológica, y eso, aunado a su destreza formal, confiere a su primer largometraje la calidad de una obra de madurez. La cinta, premiada en Sundance y en el festival de Montreal, es una de las realizaciones más finas y sugerentes del cine independiente norteamericano.

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