La Jornada Semanal,  10 de marzo del 2002                         núm. 366
Xu Feng

El laberinto chino

 

La obra de Borges Los dos reyes y sus dos laberintos es una inspiración maravillosa. También en China hay dos laberintos: uno es el jardín que crearon algunos literatos del sur durante la dinastía Ming; el otro es el laberinto de edificios modernos que han creado los dueños, constructores, oficiales del gobierno y arquitectos en el siglo XXI.

En los jardines chinos tradicionales, si las personas no se angustian por encontrar la salida, se sentirán felices de experimentar un tiempo recurrente, mientras que, en el nuevo laberinto arquitectural, todas las escuelas occidentales pueden encontrar representantes. Formas diversas se mezclan y yuxtaponen en un lugar, indiferentes a la coherencia cultural de una ciudad o al desarrollo de las tradiciones. Este no es un laberinto placentero; al contrario, ocasiona una confusión extrema en la gente. Es un tiempo perdido. Si examinamos la arquitectura china de principios de los noventa, descubriremos un extraño fenómeno: la gente no escatimaba esfuerzos para publicar trabajos comerciales o de moda condenados a ser meramente transitorios, pero casi nadie identificaba las construcciones que pueden ser testigos del tiempo. Sin duda, este cambio se relaciona tanto con el enorme gasto que predica el consumismo como con el rápido reemplazo de los conceptos de comodidad; sin embargo, también podríamos ver la corrupción de la habilidad intelectual, que parece haberse suavizado y debilitado. Visto desde cualquier punto, es un escape en forma de autoanestesia. Resulta, por lo tanto, natural que la pomposidad visual, la presunción y el amontonamiento inútil dominen actualmente en el sector de la arquitectura. Se imitan las cosas antiguas y se les distorsiona en vulgares disparates, pero sigue fallando el proceso de crear algo que pueda durar.

El debut colectivo de los arquitectos nacionales en la Semana de China en Berlín este año permite al mundo entender mejor los cambios y las perspectivas de la arquitectura de este país. Son como los guerrilleros que describe Hemingway en Por quién doblan las campanas, deambulando por las zonas marginales de las ciudades, desmenuzando y aclarando el revoltijo de conceptos arquitecturales de hoy. Los más emblemáticos entre estos profesionales son dos que ya habían aparecido en la Bienal Internacional de Arquitectura en Venecia el año pasado: Zhang Yonghe y Gary Chang.

Zhang Yonghe estudió en Estados Unidos en la década de los ochenta y ahora es profesor del Centro de Investigación en Arquitectura en la Universidad de Beijing. Él creó el concepto de "ciudades bambú". Ideó además un artefacto hecho de dos piezas de bambú de plástico, inspirado en las pinturas chinas tradicionales. Gary Chang es originario de Hong Kong. Es especialmente hábil en el diseño de interiores, y el de su propio departamento incorpora las cambiantes formas de la sociedad moderna. No obstante, aún tienen que seguir buscando y adentrándose en el laberinto.

Sentado en el claustro del jardín, con la mirada puesta en los espacios que se entretejen desde el hueco de la ventana, me sumerjo de un laberinto a otro y de repente me detengo en una bandada de cacatúas blancas bajo la luz del crepúsculo, pues sólo estas almas voladoras trascienden el plano del laberinto. Pueden observar todo, como si estuvieran leyendo un mapa. Las crestas amarillas de las cacatúas ondean en el aire, igual que minúsculas veletas, dando pistas tácitas a los perdidos.

* N del T: En arquitectura, el estilo "bambú" recuerda las poblaciones nativas del Pacífico y renuncia a los hábitos y tendencias occidentales.

Xu Feng (Huzhou, provincia de Zhejiang, 1973) es graduado en arquitectura por la Universidad Qinghua. Desde 1999 trabaja en el Instituto Chino de Investigación y Diseño Arquitectónico. Su principal campo de estudio es la arquitectura china moderna. Es autor del libro Arquitectura china moderna hacia el siglo XXI.

Traducción del inglés de Gabriela Valenzuela Navarrete