Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 14 de marzo de 2002
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Cultura

Restrena hoy el montaje que le valió recibir jitomatazos en el Palacio de Bellas Artes

El arte de la ópera se realiza entre el sueño y la memoria, afirma Juan José Gurrola

Dirige Cavalleria rusticana y La noche de un neurasténico ''Es una oportunidad de pedir perdón por mis errores y demostrar que en 1993 no estaba tan errado'', expresa

ANGEL VARGAS

En 1993, literalmente, le llovieron jitomatazos y alguna que otra cebolla. Fue una noche de gritos, silbidos, abucheos y muy escasos y tímidos aplausos. Fue una noche de franca polémica la que vivió en aquel entonces Juan José Gurrola en su primera incursión en el ámbito operístico, con el montaje de Cavalleria rusticana en el Palacio de Bellas Artes.

Nueve años después las circunstancias lo vuelven a poner en el mismo lugar y con la misma obra, algo que el polifacético artista no asume como un desafío ni para él ni para el público operístico, sino como ''una gran oportunidad de pedir perdón por mis errores y demostrar que en aquel entonces no estaba tan errado, quizá sólo un poco fuera de hacerlo perfecto".

Similitud con las corridas de toros

Gurrola, sin embargo, en esta ocasión no sólo se encarga de la dirección escénica, escenografía e iluminación de Cavalleria rusticana; pone en escena también La noche de un neurasténico, obras de los italianos Pietro Mascagni y Nino Rota, respectivamente, con las cuales la Compañía Nacional de Opera prosigue a partir de hoy su temporada 2002.

Ambos títulos se presentarán en una misma función: hoy y el martes 19, a las 20 horas y el domingo 17 a las 17 horas con el acompañamiento de la Orquesta y el Coro del Teatro de Bellas Artes bajo la dirección concertadora de Juan Trigos.

El también fotógrafo, pintor y performer ultima detalles de la parte final de Cavalleria rusticana: ''Se mueven por aquí, giran; tú das el balazo, špum!, por acá, y tú llevas esta mano a la cabeza... y todos, ša la chingada!, salen de aquí (del escenario) rápido".

Los actores-cantantes repiten la escena, hay algo que no termina de convencer al director escénico, quien espeta: ''Lo repiten, pero ya chingón, Ƒno? Todos (los del coro) se van, menos los que sostienen a la vieja... šA ver! -dirigiéndose a los dos protagonistas-. Y ustedes se hacen pendejos acá".

Así es Juan José Gurrola, quien baja del escenario para ocupar su lugar en el butaquerío del Teatro del Palacio de Bellas Artes y conceder una breve entrevista engurrola_juan_pl06 la que se asume como un enamorado arrebatado del arte operístico al cual, por cierto, considera muy similar a las corridas de toros por la pasión, el erotismo y la sensación de triunfo o tragedia que ambas son capaces de generar.

-Usted que es director de teatro, Ƒcómo entiende la ópera?

-Es mucho como los toros: si uno vio la faena de Manolete o los seis toros de Lorenzo Garza o las grandes tardes del Calesero, sabe; si no, pues no.

''La ópera es entrar a la tradición más grande de algo que muchas personas no entienden, me incluyo entre ellas, pero que son capaces de sentir sin cortapisas. Cuando el cantante llega a tocar las fibras más grandes de su ser, está sacando el dolor del alma, el dolor del público y suda toda la humanidad.

''Al encontrarme frente a este fenómeno, tengo casi que hincarme; respetar, pero también hacer mis innovaciones y travesuras. La ópera, a diferencia del teatro, está entre el sueño y la memoria, el tiempo es diferente y la historia no se va contando paso por paso; todo es aleatorio y depende de la música.

''Como en los toros, la ópera desata pasiones, distintas dimensiones del alma; es una comunión musical, sentimental, sensual y de gran tradición; para decirlo todo, un gran milagro."

La gloria o el carajo en un segundo

-A quienes buscan innovar en los toros, generalmente no les va bien. ƑQué sucede en la ópera?

-Ahí están el Cordobés y el Glison que hicieron cosas impresionantes y que a muchos no gustaban, pero al final cautivaron a la mayoría de la gente. Los ortodoxos los tachaban de fantoches, igual sucede en la ópera: en un segundo te puedes ir a la gloria o al carajo.

''Me da mucho gusto que me llamaran, porque estoy tratando de romper un poco la tradicional tiesura del cantante que quiere aventar la voz. En La noche de un neurasténico los actores están volando, y en Cavalleria hay más movimiento, pero con un respeto absoluto a lo tradicional; el pueblo tiene que regresar a la paz. Será un programa que generará polémica, pero los jóvenes dirán, Ƒa poco esto es ópera?

-ƑQué le representa regresar a Bellas Artes con un montaje que propició tanta polémica?

-Representa la gran oportunidad de pedir perdón por mis errores al gran público operístico y demostrarle que no estaba tan errado, quizá un poco fuera de hacerlo perfecto. Representa también un placer diferente a dirigir teatro, pero sobre todo es una gran emoción tener esta oportunidad de torear en esta Plaza de Toros México que es el Palacio de Bellas Artes, porque quien viene aquí o lo abuchean y se hunde o lo vitorean y sale a hombros.

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