Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Martes 19 de marzo de 2002
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Editorial
 
ROBINSON: GOLPE A DERECHOS HUMANOS

SOLAyer, en el inicio de la 58 sesión de la Comisión de Derechos Humanos de la Organización de Naciones Unidas, la alta comisionada de la ONU para Derechos Humanos anunció su retiro del cargo a partir de septiembre próximo. De acuerdo con afirmaciones de organismos humanitarios independientes, como Amnistía Internacional y Human Rights Watch, la dimisión de la ex presidenta de Irlanda obedece a las presiones de Estados Unidos y Rusia, cuyos gobiernos, ambos miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, están descontentos con el desempeño de Robinson, quien ha criticado tanto a Washington como a Moscú; al primero, por las violaciones cometidas contra los prisioneros de guerra capturados en Afganistán y por las disposiciones excepcionales que el gobierno de George W. Bush adoptó en el marco de su "lucha contra el terrorismo"; al segundo, por las atroces operaciones de "limpieza" realizadas por el ejército ruso en Chechenia. La inconformidad incluye, al parecer, a China, violador sistemático de derechos humanos también criticado por la ahora dimitente.

Además de sus señalamientos críticos, el Departamento de Estado no le perdona a Robinson que haya organizado, en septiembre del año pasado, la Conferencia Mundial contra el Racismo, en la cual el gobierno israelí, protegido de Washington, fue severamente cuestionado por sus actos y actitudes discriminatorias contra los palestinos.

En el mismo discurso en el que anunció su retiro del cargo, la funcionaria internacional prosiguió sus críticas a Estados Unidos, al señalar que el gobierno de ese país afecta, con sus reacciones a los atentados del 11 de septiembre, "los pilares del sistema internacional", los cuales, a diferencia de los edificios atacados, "no serán fáciles de remplazar".

A contrapelo de los rencores de Washington, Moscú y Pekín, los destacados esfuerzos de Robinson en defensa de los derechos humanos, desde que fue nombrada alta comisionada de la ONU en la materia, en 1997, han sido reconocidos por la comunidad de organismos independientes y de activistas por las libertades y garantías individuales de todo el mundo. Desde esa perspectiva, cabe reconocer que su dimisión representa un golpe de grandes consecuencias para la causa de la vigencia de la legalidad internacional y de los propios derechos fundamentales en todo el mundo.

Finalmente, el hecho comentado constituye un recordatorio por demás preocupante: Estados Unidos, Rusia y China, tres de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU, el órgano de mayor poder real en esa organización y en el planeta, son regularmente señalados como violadores regulares y sistemáticos de los derechos humanos. En tal circunstancia, resulta obligado concluir que la legalidad en el mundo es, en gran medida, una mera aspiración. Es oportuno hacer votos por que los esfuerzos de Mary Robinson por construir esa legalidad sean más fructíferos una vez que los desarrolle fuera de la ONU, la cual le significó, como ella misma lo ha sugerido, una camisa de fuerza.
 

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