Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 28 de marzo de 2002
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Política

MEXICO-CUBA

Ambas naciones han sido víctimas de las presiones hegemónicas de EU, advierte

Pugnar por la soberanía cubana es también defender la mexicana: Horacio Labastida

Señala que es responsabilidad de Fox decidir si aumenta la dependencia del exterior

ALONSO URRUTIA

Horacio Labastida, quien fuera el primer embajador mexicano ante el régimen nicaragüense surgido de la revolución sandinista, resume que Cuba y México han compartido muchas cosas, entre ellas las enormes presiones estadunidenses en la historia reciente. De ello, concluye: "por eso evidentemente la defensa de la soberanía de Cuba, desde el origen de la revolución cubana, es también la defensa de la soberanía nacional".

La vinculación con Cuba tiene un significado importante porque "nuestro apoyo a ese país ha sido en cierto sentido mutuo, porque somos víctimas de las presiones hegemónicas. En la medida en que apoyamos la libre autodeterminación cubana estamos apoyando la libertad mexicana".

Recurrente en sus alusiones históricas, reivindica la noción de soberanía que ha perdurado por años. "Es un concepto que acuñó Morelos desde que escribiera los Sentimientos de la Nación, frente a quienes pugnaban por una independencia condicionada ante España. Entonces deslizó una frase clave: la soberanía es absoluta o no lo es".

Crítico de la forma como se ha asumido la globalización, sostiene también que la reciente cumbre para la financiación del desarrollo fue un completo fracaso, incluso si se abstrae del incidente entre el gobierno mexicano y Fidel Castro. En realidad, el que llaman Consenso de Monterrey es el consenso de Washington; se acordó darle apoyo para el desarrollo a aquellos regímenes que no alteren los principios de Estados Unidos.

Recuerdo de un hombre sereno

Sobre el papel del canciller Jorge G. Castañeda, ni una palabra por ahora. Su amistad con su padre, Jorge Castañeda y Alvarez de la Rosa, su jefe cuando era el representante mexicano ante el gobierno sandinista, motiva la cautela. "Quisiera conocer las razones de ambas partes para poder esgrimir algún juicio", dice.

Inevitables las alusiones a quien fuera canciller al triunfo de la revolución sandinista: "era un hombre de una enorme serenidad, nunca lo vi alterarse ni siquiera ante las enormes y groseras presiones que tuvo en todo momento de Estados Unidos. Siempre se manejo con serenidad y finura en el manejo de la política exterior. Siempre daba una respuesta fina y sensata dejando callado al embajador estadunidense".

Eran los tiempos, recuerda, del famoso comunicado franco-mexicano que dio reconocimiento al Frente Farabundo Martí para la Liberación Nacional como fuerza beligerante.

Evoca la situación de Nicaragua a la caída de Somoza: "entonces había un problema muy serio para los sandinistas: la carencia de petróleo. Venezuela se los había ofrecido condicionando la entrega a la incorporación de cierto personaje al gobierno de reconstrucción nacional.

"Cuando llegué a Managua había una reunión de representantes latinoamericanos y me pidieron que hablara en el discurso inaugural. Sabía que el problema era la necesidad del petróleo. Quise comunicarme con el presidente López Portillo y con el canciller, pero no pude hacerlo, así es que llegado el momento y pensando en que lo único realmente patriótico que los mexicanos podíamos ofrecer era el petróleo, sin condiciones, lo hice".

Eran otros tiempos, también de presiones -como ahora-, difíciles en la política exterior mexicana. "Es una historia llena de batallas por la liberación".

Cuestionado sobre el significado de Cuba en la política exterior mexicana, Labastida vuelve a la historia y a los sihoracio_labastida_8jsmbolismos: "En el mural de Diego Rivera Sueño de una tarde dominical en la Alameda, encontramos a Martí del brazo de Rivera y de La catrina de Posadas. ƑCuál es el significado?, comentaba alguna vez con Isidro Favela. Será que Martí le está dando vida a la muerte de Posadas, representa nuestra cercanía con el libertador Martí, que nos da sangre libertaria".

Eso es un simbolismo, asume Labastida, pero que resume los paralelismos en la historia de México y Cuba. "Cuando en 1868, con Macedo, Cuba inicia su primera independencia, México acababa de concluir su segunda independencia, la del imperio de Maximiliano. Cuando Martí pugnaba por la independencia cubana, México ingresaba al proceso liberador de la revolución. Cuando triunfó la revolución cubana, en México habíamos muchos que convocábamos a concentraciones en su apoyo, porque redescubrimos en ella el sueño de la libertad americana, el sueño bolivariano".

Esa es una historia, dice, de intercambios culturales y políticos intensos que nos vinculan y que hoy no debemos perder por un incidente, porque eso sería muy grave, y en eso el papel del Congreso para aclarar la situación es muy importante.

-Pero hoy el canciller ya habla de que han terminado las relaciones con la revolución cubana y que se inician las relaciones con la República de Cuba.

-Son sutilezas impropias. Como dijeron los cubanos, no se puede desvincular la República de Cuba de la revolución cubana, como sucede en el caso mexicano.

-ƑQué significado tenía para el gobierno mexicano y su política exterior la postura frente a Cuba?

-Evidentemente la defensa de la soberanía de Cuba es la defensa de la soberanía mexicana. Así lo planteamos desde su origen, la defensa a Cuba frente a las presiones estadunidenses es una defensa a México frente a esas mismas presiones. Es decir, en el fondo está el hecho de que debemos luchar por disminuir la dependencia política y no aumentarla. Esa es la responsabilidad que tiene ahora el presidente Fox; tiene que determinar si aumenta o disminuye. Si la aumenta seremos más obedientes al mandato del capitalismo trasnacional; si la disminuye es que se aumenta la soberanía nacional.

Para Labastida la política exterior mexicana se ha forjado entre las presiones antinacionalistas provenientes del exterior y las reivindicaciones nacionalistas de diversas fuerzas del interior. "En ese choque se ha conformado la política exterior, sobre la base de reafirmar el nacionalismo y la soberanía. Por ello la doctrina Estrada tiene sentido: no intervengamos unos sobre otros, y por eso tiene sentido el principio juarista de respetar el derecho ajeno, para que se respete el nuestro".

Labastida admite que el haber orillado a Castro a retirarse de la cumbre sobre la financiación del desarrollo fue "muy ofensivo para el gobierno cubano". A juicio de Labastida, el razonamiento se ciñó al hecho de que el denominado Consenso de Monterrey en realidad era un consenso de Washington; el documento estaba previamente redactado.

A la hora en que se tenía previsto un encuentro privado de jefes de Estado para su meditación, Castro no encajaba porque hubiera podido objetar el documento. Ahí ocurre el problema cuyos alcances, a la luz de las acusaciones "gravísimas" de Granma y Juventud Rebelde, obligan a esclarecer el incidente.

Sin superarse aún este desencuentro, ya se avecina un segundo si lo sucedido en la Cumbre de Monterrey incide en el sentido del voto ofrecido por México en la reunión de Naciones Unidas sobre derechos humanos. "Muchos en México veríamos muy mal que se alentara un voto de censura en contra de Cuba, sencillamente porque sabemos que esta condena a la isla está motivada por los intereses de Estados Unidos y sus presiones sobre el resto de los países. Sabemos que ese voto no responde a una libre deliberación, sino a esa presión".

Del caso cubano, Labastida pasa a la política exterior en tiempos de la globalización, un modelo que se impone por la vía opresiva, por el camino de cancelar la autodeterminación en aras del interés trasnacional, de las políticas neoliberales.

-ƑDebe adecuarse el concepto de soberanía en estos tiempos de globalización?

-No debemos modificarla. La soberanía del país no puede estar sujeta a nada, es el derecho de autodeterminación de un país. La única posibilidad de establecer contactos con otras naciones extranjeras es establecer una relación de igualdad. La soberanía nacional en un concepto de globalidad no opresiva en el que los países decidan libremente su inserción, sigue siendo absoluta y total.

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