Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 13 de abril de 2002
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Política

Bernardo Barranco V.

La dimisión de Juan Pablo II

Fue penoso ver cómo el Papa, con dolor extremo vivió su propio vía crucis esta Semana Santa ante los ojos expectantes de millones de televidentes de todo el mundo. Juan Pablo II ya no puede más, el tiempo parece que lo ha doblado. Lo mantiene su enorme fuerza de voluntad pero su paso, expresión y mirar son lastimosos. El otrora atleta de Dios ahora es un pontífice que sufre no sólo con sus padecimientos físicos sino con el complejo gobierno de la Iglesia católica a escala universal.

Como en casi todo fin de ciclo pontifical, la curia romana adquiere mayor poderío y autonomía de decisión; resulta lógico que las discrepancias se incrementen, que el poder se dispute palmo a palmo, que dentro y fuera de los muros sagrados del Vaticano se retejan alianzas. Actores eclesiásticos construyen escenarios, se miden fuerzas propias, como las de sus adversarios. Como pocas veces en la historia de la Iglesia, se vive un centralismo absolutista, probablemente fruto de la larga agonía del pontificado del papa Juan Pablo II.

El notorio y dramático decaimiento del Papa pone en evidencia la crisis del pontificado actual. Si bien desde 1992, analistas y medios lo han sentenciado a muerte por enfermedad o a la renuncia por incapacidad, la verdad es que ahora con mayor incertidumbre retorna la hipótesis del retiro. Sin embargo, en reiteradas ocasiones el propio Papa ha advertido que seguirá al frente de la Iglesia hasta que Dios así lo determine.

En enero de 1995, ante fuertes rumores sobre el delicado estado de salud del Papa, en un largo viaje a Oceanía, Juan Pablo II leyó un mensaje en Sidney abordando el tema: "En los últimos meses algunas personas se han preguntando si estaría en condiciones de venir hasta aquí. Sin embargo la divina providencia me ha permitido afrontar esta peregrinación... Mientras Dios lo permita, tendré que seguir cumpliendo el ministerio de Pedro". Los que lo conocen, consideran que el Papa jamás renunciará, sin embargo cabe preguntarse: Ƒquiénes y cómo toman las decisiones?, Ƒquién gobierna en el Vaticano?, Ƒel Papa está realmente en condiciones para guiar a la Iglesia católica? La cuestión no sólo es de gobernabilidad sino la inquietud por saber quiénes tienen realmente el control del aparato eclesiástico. La semana pasada la revista Newsweek sostuvo que el Papa ya no tiene la conducción de mando, afirma en un artículo que firma lo que le dan y lee lo que recibe de sus colaboradores, afirmaciones que provienen supuestamente de un anónimo alto funcionario vaticano. Tales aseveraciones fueron desmentidas inmediatamente por el cardenal Ratzinger y por el vocero Joaquín Navarro Vals, a quien cada vez se le cree menos, especialmente cuando habla de la salud del Papa.

Caben tres escenarios sucesorios. El primero, y más deseable, sería el natural fallecimiento del actual Papa y la realización de un cónclave bajo las condiciones y reglas establecidas en la constitución apostólica Universi dominici gregis promulgada el 22 de febrero de 1996. Los cardenales votantes construirían agendas sobre el futuro de la Iglesia y barajarían perfiles idóneos para conducir la catolicidad en el siglo XXI. Todo puede pasar y hasta las candidaturas más amarradas pueden venirse abajo. El segundo escenario es la dimisión del actual Papa. Con base en el canon 332 del Código de Derecho Canónico, en su segundo numeral el canon establece: "Si el romano pontífice renunciase a su oficio, se requiere para la validez que la renuncia sea libre y se manifieste formalmente, pero que no sea aceptada por nadie". Se realizaría un cónclave muy particular, con un Papa dimisionario con gran peso moral, que podría influir en la decisión de su sucesor; es decir, además de que cerca de 90 por ciento de los cardenales han sido nombrados por él, el propio papa Wojtyla podría inclinar la balanza por un candidato en especial. En la historia de la Iglesia sólo se tiene el recuerdo de Clemente V, quien renunció y finalmente terminó en prisión por obstaculizar el pontificado siguiente. En esta hipótesis, la curia y la nomenklatura vaticana podrían influir en el anciano pontífice para inclinar balanzas, y probablemente también habría oposición de algunos episcopados como el alemán, el brasileño y el estadunidense, los que han venido endureciendo sus críticas al excesivo centralismo burocrático del Vaticano. El tercer escenario es mantener la situación actual llevada al extremo. La actual curia mantendría artificialmente a un pontífice simbólico para conservar el poder y determinar la conducción de la Iglesia católica. Esta es la tesis central del libro A la sombra del Papa enfermo, redactado por un grupo anónimo llamado Discípulos de la Verdad, que afirma que es la red construida por el Opus Dei la que detenta el poder real del Vaticano actualmente. En la línea dibujada por Newsweek, se mantendría a un Papa anciano y dócil, a un pontífice enfermo y manipulable, sostenido hasta los límites dolorosos de un calvario inhumano.

El largo pontificado de Juan Pablo II ha marcado profundamente la historia reciente de la Iglesia y del siglo XX por su protagonismo en la caída del comunismo. Su estilo viajero reactivó un catolicismo adormilado y aburguesado. Su relación con la modernidad siempre fue ambigua, una veces la catolicidad se presenta triunfalista y eufórica portadora de salvación ante la decadencia cultural de Occidente, en otros ese mismo catolicismo se siente amenazado seriamente por la secularización. ƑCuál es el perfil del sucesor? ƑSeguirá el sucesor los trazos diseñados por este pontificado, o por el contrario aportará nuevas sensibilidades eclesiásticas? Un hecho es real: vivimos una atmósfera real de fin de ciclo.

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