Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 15 de abril de 2002
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Política

Hasta detractores asistieron a la asunción de Robles

"Rosario, estamos contigo; nos traicionaron los amachuchos"

Nada fácil, la tarea ante el descrédito del sol azteca

JAIME AVILES

En un acto por demás frío -aunque había un solazo y hacía un calorón-, Rosario Robles Berlanga asumió ayer la presidencia de las ruinas, el cascajo y los escombros del PRD, una vez que de la peor de las maneras posibles llegó a su fin la prolongada labor devastadora de Amalia García Medina, quien ahora (špeligro!) se dispone a buscar la gubernatura de Zacatecas (y que algún dios ampare a los paisanos de don Genaro Codina si tal cataclismo se verifica).

Bajo la cúpula del monumento a la Revolución y sobre las tumbas de Francisco I. Madero, Plutarco Elías Calles y Lázaro Cárdenas, la ex jefa del gobierno capitalino habló del futuro con optimismo ilimitado, mientras al pie del templete, cocinándose a fuego lento, la escuchaban Cuauhtémoc Cárdenas, Andrés Manuel López Obrador, Martí Batres y los gobernadores de Tlaxcala, Zacatecas, Michoacán y Baja California Sur.

Estaba también, tras la máscara de su perpetua sonrisa (ahora sabemos que era y fue siempre de burla) nada menos que Amalia. Vacía había quedado, es de subrayarse, la silla del gobernador de Chiapas, quien sólo unos días antes, para que se vea en qué anda, afirmó que el presidente Vicente Fox es un "promotor de la democracia".

Detrás de sus líderes, unas 5 mil personas, 3 mil sentadas y 2 mil de pie, atendían el discurso de Rosario. Esta, con un conjunto de color azul, leía con vigor ante un esmirriado atril de acrílico. A sus espaldas y a su izquierda, pero a la derecha de la multitud (y del partido), sentados frente a una mesita cubierta con paño verde, no dejaban de mirarla o de asentir los miembros de la nueva mesa directiva, entre ellos (no reconocí a nadie más) el senador zacatecano Raymundo Cárdenas, el flamante secretario general de lo que buenamente ha quedado del PRD.

Parecían, con su tristísima expresión satisfecha, los miembros de la junta de padres de familia de una secundaria de Guanajuato. Este Cárdenas, segundo de a bordo en la nave hundida, ocupará su cargo con el fin de hacerle sentir a Robles el peso del Comité Ejecutivo Nacional, donde forman abrumadora mayoría los compinches de Amalia y de Jesús Ortega; es decir, los entusiastas de la política de Fox y de los sueños presidenciales de Jorge G. Castañeda.

Pero frente a ellos había dos gorditos panzones con el siguiente cartel: "Rosario, estamos contigo; nos traicionaron los amachuchos". Y ese breve rótulo sintetizaba como nadie el sentimiento de la gente, rosarista a morir.

Una leona

Sin prisa, pero ante todo sin pausa, Robles continuaba leyendo con potente vozarrón. Es cierto que marcaba las comas y los puntos, pero con bien calculada velocidad, sosteniendo el ritmo; no dejaba espacio para la reacción del público. Hasta donde esta crónica recuerda, el único aplauso la abrazó después del punto final.

ƑQué dijo? Básicamente elogió la aportación del PRD a forjar la democracia mexicana, reconoció que este partido ha sido hasta hoy el dique ante el cual se contuvo la generalización de la violencia, y también exaltó la lucha de "quienes tomaron las armas y cubrieron su rostro para que fuera escuchada su voz". Luego, con eso que esta crónica ha descrito como "optimismo ilimitado", auguró la victoria para sus colores en las elecciones de 2003 y 2006.

No había por qué no tomarla en serio. En 1999 Robles empuñó el timón de un gobierno que trabajaba correcta y puntualmente... sin que nadie lo supiera. Y logró darle el brillo que, entre otros factores, permitió el triunfo de López Obrador. Al dejar el cargo, libró una batalla terrible contra el panismo capitalino, que trató a toda costa de ahogarla en una supuesta cloaca de corrupciones, y volvió a salir invicta.

Más tarde se fue a Tabasco y peleó codo a codo con Raúl Ojeda Zubieta, enfrentando no uno, sino dos colosales fraudes consecutivos. Una tarde, en agosto del año pasado, la encontré en Villahermosa, cuando todo estaba perdido, y por muchos años, para la causa de la democracia en aquellas tierras. ƑY ahora qué? "Ahora, a Michoacán, a ganar con Lázaro, y después a la campaña por la dirección nacional", me dijo. Y cumplió con ese arduo itinerario al pie de la letra.

En esas estaba cuando, ante un nuevo embate jurídico de la ultraderecha confesional, la Suprema Corte de Justicia de la Nación ratificó la ley expedida por el gobierno de Robles a favor del aborto.robles_protesta_di89 Era ya febrero de este año y la seguían por todas partes, al menos en la ciudad de México, numerosas cámaras de televisión. Yo acababa de regresar de Argentina, por eso pregunté: Ƒcuántos reporteros andan con Chucho Ortega? "Uy, ni la mitad", me respondió alguien. Estaba claro quién iba a ganar, pero...

"No mames", me dijo ayer, en el mitin, un testigo de la elección interna del PRD. "El mapachismo de la gente de Ortega que vimos en Chiapas y Oaxaca no tiene nada que pedirle al del PRI." Esa es la verdad: Rosario Robles es una leona, lo ha demostrado en todos los momentos difíciles, pero esta vez, maniatada por sus enemigos, perdón, camaradas de partido, y con el inmenso descrédito en que ha caído la organización que ya preside, con la política filopanista de Dolores Padierna en la delegación Cuauhtémoc (su última hazaña fue prohibir el Tecnogeist en el Zócalo) y con tantas decepciones más... la verdad es que su tarea será punto menos que imposible.

Fuera de las vallas que rodeaban el escenario donde hablaba Robles Berlanga, parado sobre las puntas de los pies, como queriendo entrar, pero sin atreverse, estaba el senador tabasqueño Humberto Mayans Canabal. Su actitud ilustraba muy bien sus titubeos frente al PRD de su tierra: un partido que le ofreció la candidatura, antes que a Raúl Ojeda, pero que no lo convenció de afrontar los riesgos. Después, al darse cuenta de que su amigo, el empresario hotelero, estuvo dos veces a punto de ganar, Mayans vio burro y se le ofreció viaje. Ahora es "el poder tras el trono" del nuevo comité estatal que preside el poeta Auldárico Hernández Gerónimo, y esparciendo calumnias a diestra y siniestra, como es su estilo y acostumbra, aguarda el momento de dar el zarpazo, como decíase en aquel programa de concurso de Pedro Ferriz, el viejo, no el otro, la cosa esa.

Entre el gentío, muchas filas más atrás de las sillas que ocupaba la plana mayor de Robles -Carlos Imaz, Armando Quintero, Juan N. Guerra, Ramón Sosamontes, Antonio Santos e Inti Muñoz-, la gente hablaba del último chiste de Castañeda, quien el viernes, mientras el presidente Hugo Chávez estaba secuestrado por sus fallidos golpistas, aconsejó a Vicente Fox que hablara pestes de él... para complacer a Washington.

Hoy, Chávez está de regreso en Miraflores, porque el pueblo que votó por él salió a la calle a defender su voto en un admirable ejercicio democrático, y la política exterior de México, diseñada por un canciller tan soberbio como imprudente, ha hecho una vez más el ridículo y dañado los vínculos amistosos de nuestro país con un gobernante que, nos guste o no, expresa, y vaya cómo, la soberana voluntad de quienes lo eligieron en pleno uso de sus muy sagrados derechos constitucionales. Pero Castañeda se puso, y puso a Fox, del lado de los golpistas. Qué catástrofe, decían por allí los corrillos de rosaristas, en plena disolución ahora que todo había terminado y Rita Guerrero acababa de cantar el himno nacional, y la prodigiosa voz de Tania Libertad enhebraba caramelos en el aire.

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