Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 21 de abril de 2002
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Economía

Jose Antonio Rojas Nieto

Dar la palabra

"...Cierre los ojos y verá cómo se hace ilusiones de que ahí están los reflectores, los camerinos y todas esas gentes. Cierre los ojos así y verá..." Es la recomendación de uno de los viejos moradores de San Vicente de Chupaderos en el estado de Durango, pueblo testigo del rodaje de más de 50 películas de vaqueros, la mayoría protagonizada por John Wayne. Se trata del tradicional set en el que películas ese vaquero "grandote de como 90 kilos" -dice uno de Chupaderos como coloquialmente se llama a este lugar de locaciones en el que, incluso, se rodaron escenas de una película de Tarzán-, y que ha sido motivo de un excelente cortometraje preparado por Bulmaro Osornio y Matías Meyer, estudiantes del Centro de Capacitación Cinematográfica (CCC) que este viernes lo presentaron en la sala Luis Buñuel (San Vicente de Chupaderos, El charro sexy producciones, 2002). Con los asistentes me impresioné profundamente de cómo este documental de fina manufactura logró dar la palabra a los de Chupaderos y permitir que los asistentes a esta especie de presentación de trabajos finales, nos conmoviéramos con la sensibilidad de tantos actores anónimos de viejas películas del oeste. El documental de Bulmaro y Matías logra lo que, curiosamente, Jean Meyer señaló -tanto a Javier Solórzano y Carmen Aristégui en Círculo Rojo, como a Ricardo Rocha en Detrás de la noticia- era la pretensión de su más reciente libro (Yo, el francés, editores Tiempo de Memoria, Tusquets, 2001): dar la palabra a hombres y mujeres, en su caso, a los miembros del ejército francés que nos invadió y cuya derrota celebramos cada 5 de mayo.

Y con los sobrecogidos y estremecidos espectadores de la sala Luis Buñuel del CCC, me estremezco y me sobrecojo con las palabras de Tachín -el doble de Tarzán, invitado a hacer el viaje desde Durango para el estreno- pero también con las de otros campesinos-actores que viven con la ilusión y el recuerdo de lo que representa Chupaderos para ellos: la esperanza de una vida distinta, llena de ilusiones, llena de aventuras, llena de expectativas. Y la sencillez y profundidad del mensaje de los de Chupaderos me traslada a mi vida cotidiana: la de los barriles de petróleo y los millones de Btu de gas natural que mueven, agitan y -muchas veces- violentan el mundo; la de los kilovatios-hora que alientan el desarrollo y la modernización urbana e industrial, pero que son objeto de terribles especulaciones; la de las cotizaciones de Wall Street y de Houston tantas veces tan manipuladas; la de la realidad impositiva de Pemex que no hemos podido modificar; la de la renta petrolera que alienta la evasión fiscal; la de la reforma eléctrica de tan difíciles y controvertidas experiencias. Y ahí -profundamente indignado- me encuentro con las declaraciones de un vulgar senador que asegura que la Constitución es una monserga y que debe reformarse para modificar el bodrio jurídico que representan alguno de sus artículos, entre ellos el 27, como lo reseña Andrea Becerril este miércoles en La Jornada. Y me pregunto una y otra vez por qué el Congreso, senadores y diputados no se esfuerzan más, muchísimo más, por dar la palabra a la sociedad; por escuchar más, muchísimo más sus anhelos; por reconocer más, muchísimo más sus ilusiones y esperanzas; por recoger más, muchísimo más sus alternativas. Y aquí -una vez más- reconozco y valoro el trabajo de tantas personas y tantas organizaciones que, de alguna manera, luchan por escuchar lo que nos quiere decir Tachín. Y -también aquí una vez más- reconozco y valoro el trabajo de poco más de una veintena de estudiosos, técnicos, profesionistas y académicos enamorados de los asuntos de energía, que en estos días cumplen un año de esfuerzos por dejar sentir y dar a conocer algunas opiniones, expectativas, ilusiones y alternativas de la sociedad civil sobre la energía. Y con ellos me congratulo de un año de trabajos de la Mesa Ciudadana de Observación de la Energía (www.energia.org.mx) que siguiendo el ejemplo del Observatorio Ciudadano de la Educación -como en su momento lo reconocimos y lo seguimos- se esfuerza cotidianamente en mostrar parte de los anhelos sociales en asuntos tan triviales pero tan sentidos y vitales como el de los precios del gas LP y de la energía; los subsidios eléctricos; los precios y la calidad de las gasolinas; los impuestos a los combustibles; el destino y el uso de la renta petrolera de Pemex; la reorganización de nuestras industrias petrolera y eléctrica, y muchos más, profundamente presentes en nuestra vida de hoy y de mañana.

Es pertinente aceptar la invitación de mi hermano Jean a dar la palabra; retomar el extraordinario esfuerzo de los admirados Bulmaro y Matías, y comprometernos con las tareas de muchas personas y organismos ciudadanos que luchan porque la sociedad pronuncie su palabra como lo hicieron Tachín y todos los de Chupaderos, y se escuche como lo logró hacer ese hermoso cortometraje que, sin duda, no sólo prestigia a los autores sino al mismo CCC. Felicidades.

 

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