Martes 23 de abril de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
n Aunque los diputados del PRI y el PAN aludieron ayer a la ciudadanía
Montero Serrano, Menéndez Priante y Díaz Ordaz Castañón no escucharon a Voz y Fuerza Ciudadana
q La organización presenció el intercambio de descalificaciones entre Meza y Bear Sanz

Martín Hernández Alcántara n

Primero salió el diputado priista Mario Montero Serrano. Lo siguió pegado el legislador de triste apellido, Gustavo Díaz Ordaz Castañón, militante del PVEM. Ni tardo ni perezoso, el panista Juan Francisco Menéndez Priante abandonó el recinto, desahogando así las ganas que tenía de irse desde hacía rato y que no pudo ocultar.
A ninguno de los tres "representantes populares" le interesó escuchar las intervenciones de Armando Domínguez Márquez y José Antonio Gómez Lince, representantes de la organización no gubernamental Voz y Fuerza Ciudadana (VFC), quienes esperaron pacientemente durante más de tres horas para poder tomar la palabra en la reunión que los legisladores y el secretario de Macroproyectos de la Comuna, Maximino Bear Sanz tuvieron ayer.
Eso sí, durante toda la conversación con el servidor público municipal , Montero Serrano y Menendez Priante aludieron a la ciudadanía, a la sociedad, al pueblo que no ha sido informado los suficiente de los proyectos que pretende realizar la administración de Luis Paredes Moctezuma. Díaz Ordaz Castañón permaneció todo el tiempo callado.
Domínguez Márquez, Gómez Lince y otros miembros de VFC arribaron al salón de Comisiones puntualmente, ataviados todos con traje y corbata. Antes de hablar tuvieron que escuchar los argumentos, sin sustento jurídico o proyecto que los avale, que ha venido externando Bear Sanz, el funcionario que ha descalificado en múltiples formas a la organización.
Después presenciaron el round verbal que protagonizaron Bear Sanz y el diputado priista Carlos Meza Viveros, el cual tuvo de todo: ataques directos, sarcasmo, reclamos insinuados y hasta regaños mutuos.
Domínguez Márquez quiso hablar, pero los diputados se lo impidieron alegando que tenían que acatar el protocolo. Cuando la reunión finalizó oficialmente, los ciudadanos dijeron su verdad, pero pocos, muy contados "representantes populares", de los que no huyeron, la escucharon con la atención que ameritó.