LETRA S
Mayo 2 de 2002

Un abuso sin fronteras

El auge mundial de la prostitución infantil y el impacto de la pornografía en los medios electrónicos, exhiben las insuficiencias jurídicas y culturales para frenar la explotación sexual de niños y niñas. La magnitud del problema está obligando a gobiernos e instituciones internacionales a tomar medidas para proteger sus derechos.


 

ls-pornografiaManuel Zozaya


Un fantasma recorre el mundo. Con mayor frecuencia se habla de redes de tráfico de infantes (varones y mujeres) utilizados como objetos sexuales por adultos en la prostitución, al grado que se estima en un millón el número de infantes que ingresan a este "negocio" cada año, mientras que el número total de infantes que se dedican al trabajo sexual se estima en diez millones, según un estudio publicado recientemente en la revista británica The Lancet. Algunos son explotados por los hombres de la localidad, en tanto otros se destinan al turismo sexual o a la pornografía infantil. Si bien este fenómeno dista mucho de ser nuevo, los medios electrónicos de comunicación (videos, DVD's o internet) han vuelto mucho más accesible el material pornográfico infantil. De hecho, éste es uno de los argumentos que utilizan quienes están a favor de la censura en la red.

Sin embargo, culpar a los medios de comunicación por la expansión de este fenómeno es quedarse en la superficie del problema: Mientras exista la terrible desigualdad de recursos entre países (incluso en los mismos países pobres), existirá gente que no vea otra salida a su miseria que abandonar a sus hijas e hijos (o venderlos) a las redes de la prostitución. Asimismo, los y las niñas en situación de calle son sumamente vulnerables a caer en estas redes, atraídos por la promesa de un techo donde pasar la noche, una cena o incluso, la promesa de droga. En este sentido, cabe distinguir a aquellos que se prostituyen "por la libre", en la oscuridad de las grandes urbes, y aquellos que lo hacen forzados dentro de una organización criminal que los explota.
 
 

El emporio asiático

Caso emblemático de países donde la explotación sexual infantil se ha convertido en un problema nacional (y al mismo tiempo en una importante fuente de recursos) es Tailandia. El país surasiático logró mantenerse al margen de la guerra de Viet Nam (que involucró también a los vecinos países de Laos y Camboya), y sin embargo fue precisamente por ello que resultaba un atractivo centro recreativo para las fuerzas armadas de Estados Unidos. Los soldados, en descanso después de largas temporadas en el frente, buscaban de inmediato una manera fácil de desahogo sexual. La riqueza de los visitantes y la miseria de los anfitriones hizo el resto. Pronto surgió una productiva industria que conectaba el turismo con la prostitución. La guerra terminó, pero las bases del lucrativo negocio estaban echadas. Tailandia se convirtió en un paraíso sexual para los viajeros del primer mundo. Cualquiera que llegara con dólares, marcos, libras esterlinas, o francos, podía obtener casi cualquier cosa. El distrito rojo de Bangkok se surtía continuamente de mujeres cada vez más jóvenes, que emigraban desde las empobrecidas provincias del norte, o de los países vecinos, Myanmar (la antigua Birmania) o Camboya. Una vez en los burdeles, las jóvenes son iniciadas en el consumo de drogas para evitar que escapen. Algunas son destinadas al consumo local, mientras otras se reservan para el turismo sexual. Para Brian M. Willis de los Centros para Control de Enfermedades de Atlanta, y Barry Levy, de la Universidad de Tufts, autores del estudio mencionado, "La prostitución infantil, como otras formas de abuso sexual a los niños y niñas, no sólo es causa de muerte y enfermedad en millones de infantes, sino también de una terrible violación de sus derechos y dignidad, ya que en algunas regiones del sureste asiático hasta 90 por ciento de ellas viven con VIH, mientras otras sufren abortos o violaciones".
 
 

De la Tapo a la Merced

Si bien las circunstancias en México no son tan extremas, no por ello estamos exentos del problema. De hecho, tanto nuestra propia dependencia del turismo, como la emigración desde los países centroamericanos y del campo a la ciudad, así como la proliferación de los niños de la calle, han creado un mercado floreciente para quien desee tener relaciones sexuales con menores de edad. En México, las mujeres que emigran a las grandes urbes son "contratadas" como supuestas meseras desde que bajan del camión, sólo para terminar en manos de las redes del lenocinio. Algunas ciudades fronterizas crecieron, antes de convertirse en centros maquiladores, a la par del turismo sexual. Asimismo, Acapulco, Cancún o Puerto Vallarta, ofrecen al viajero exóticas diversiones sexuales, con personas cada vez más jóvenes.
 
 

El marco legal

Pero ¿por qué la creciente preferencia por los menores de edad? Hay estudios realizados por Onusida que describen la falsa percepción, por parte de la clientela, de que es improbable que una persona más joven (niño o niña) sea portadora del VIH. La realidad es la contraria, por su anatomía sexual aún en desarrollo las niñas y los niños tienen mayor riesgo de infección por el virus. Sin embargo, aunque es innegable que la prostitución y la pornografía infantil van en aumento, también es cierto que nuestra creciente percepción acerca de los derechos de niños y niñas nos ha sensibilizado ante una cuestión más añeja de lo que logramos ver. Sin ir más lejos, la conciencia mayor de estos derechos hace que los recientes casos de abuso sexual a menores de edad por parte de sacerdotes nos resulte tan intolerable que obligue a una institución de naturaleza tan cerrada, la Iglesia católica, a ventilar un problema interno que hunde sus raíces muchos años atrás.

Hasta ahora distintas organizaciones internacionales se han ocupado del problema, Entre ellas la Organización de las Naciones Unidas, en cuya Convención sobre los Derechos del Niño, aprobada en 1989, exhorta a los países firmantes (entre ellos México) a proteger a niñas y niños de las "actividades sexuales ilegales" y de la "explotación en la pornografía y la prostitución".

Nuestro país reformó, en el año 2000, el Código Penal Federal y de Procedimientos Penales que incluye como delito grave la corrupción sexual de niños y niñas así como la pornografía infantil. La década pasada se llevaron a cabo en México distintos esfuerzos para enfrentar el problema, como la creación de una Comisión Interinstitucional sobre Explotación Sexual Comercial Infantil, la cual creó un Plan de Acción para la Prevención y Atención de la Prostitución y Pornografía Infantil. Sin embargo, tal como se estableció en el Ier. Congreso Mundial contra la Explotación Sexual de los Niños, en Estocolmo, Suecia, mientras no se ofrezca a los niños y las niñas alternativas viables al trabajo explotador, mejorando el acceso a la escuela y ampliando las oportunidades educacionales y laborales para infantes en situación de riesgo, difícilmente se resolverá el problema.