José Antonio Rojas Nieto
La marcha del mercado petrolero
La economía estadunidense experimenta signos contradictorios
en su comportamiento que impiden asegurar -como de hecho ya lo hacen algunos
políticos- que la recuperación no sólo es incuestionable
sino firme. No está claro.
Este mes de abril, por ejemplo, se alcanzó la tasa
de desempleo más alta de los pasados ocho años (6 por ciento),
y aunque efectivamente la demanda de bienes manufacturados fue mayor, su
comportamiento aún es errático y desigual. Coincidentemente,
estimaciones preliminares indican que en abril se registró el nivel
más bajo de la demanda de crudo, tanto en Estado Unidos como en
los otros dos grandes bloques de consumo (Unión Europea y Japón);
y, aunque se espera un fortalecimiento paulatino, el rango de éste
también resulta incierto.
Sin embargo, si las estimaciones que sobre ello se hacen
resultaran válidas, la demanda mundial de crudo alcanzará
en diciembre cerca de 81 millones de barriles diarios, el máximo
no sólo de este año sino de toda la historia. Esto, por cierto,
representaría cerca de 6 millones de barriles más de consumo
que el experimentado en abril y, curiosamente, equivale a la limitación
del volumen de producción acordado por productores OPEP y No OPEP
a partir de principios del año pasado.
Precisamente por eso, da la impresión de que, por
sí misma, esta evolución resulta insuficiente para explicar
la firmeza de los precios. Varias razones complementarias nos pueden ayudar
a comprenderlo. Una primera sería la del nivel de inventarios en
los tres grandes bloques consumidores, en este momento cercano a 2 mil
225 millones de barriles de crudo y petrolíferos, equivalentes a
56 días de consumo, cuatro más de los registrados en 2000
y 2001 (52 días), pero cuatro menos de los de 1999 (60 días).
Otro aspecto que, sin duda, fortalece los precios es la inevitable incertidumbre
de parte importante de la oferta, que se desprende ya no sólo del
nivel de producción OPEP -que seguramente en su próxima reunión
del 24 de junio determinará una leve ampliación- sino, en
primer término, de la agudeza y persistencia del conflicto entre
Israel y Palestina, riesgo continuo para la estabilidad de los suministros
provenientes de la zona de producción de crudo más importante
del mundo, el golfo Pérsico.
Pero, en segundo término, esta incertidumbre en
el nivel de la oferta se desprende de la evolución específica
que siga la producción iraquí, afectada ya no sólo
por la determinación propia de abatir su nivel en protesta a la
beligerancia de Israel, sino por las limitaciones derivadas del Programa
Crudo por Alimentos impuesto por la ONU (Oil for Food Program) cuya etapa
actual finaliza el 29 de mayo y cuyas nuevas características están
por determinarse. Es cierto, entonces, que el papel del control de la producción
OPEP ha sido determinante en el nivel actual de precios, pero hay que cuidarse
de no sobrestimarlo.
En ese marco, México -relativamente bien portado
aunque no del todo, porque cuando puede le envía a Estados Unidos
mayores volúmenes de crudo- ha experimentado una notable mejoría
en sus ingresos petroleros en relación con los deprimidos meses
de septiembre de 2001 a febrero de 2002. Cuatro meses de este año
con un precio medio de la mezcla mexicana ligeramente superior a los 18
dólares y un volumen de exportaciones próximo a un millón
600 mil barriles diarios lo manifiestan. Y lo corroboran ingresos por cerca
de 3 mil 500 millones de dólares, 600 millones de dólares
menos que los del mismo periodo en 2001, pero 500 más respecto al
precio de 15.50 dólares presupuestado como promedio del año
en los criterios de política económica.
No es ocioso reiterar que vienen meses muy complicados
en los que se disputará la ampliación de la producción
para satisfacer el incremento de la demanda. Sólo hay que imaginarse
cómo se van a distribuir los 5 a 6 millones de barriles de crudo
que -se estima- se irá incrementando entre mayo y diciembre el consumo
mundial de crudo. ¿Qué cuotas exigirá la OPEP? ¿Qué
cuotas espera obtener la ansiosa Rusia, convertida ya en el primer productor
mundial de crudo? ¿Qué exigirán Noruega y México,
hasta hoy relativamente solidarios antes que nada consigo mismos, pero
también con la OPEP?
Atrás de esto, sin duda, está la pregunta
en torno al nivel de precios que esta difícil recuperación
económica soportaría. La responsabilidad de los productores
en estos momentos es mayúscula. La de México entre ellos,
acaso mayor por el papel que juegan sus exportaciones a Estados Unidos
las que, por cierto, pronto será conveniente analizar con mayor
detalle.