Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 5 de mayo de 2002
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Capital

Angeles González Gamio

En defensa de la Roma

El 24 de enero de 1902, Edward Walter Orrin, el exitoso empresario que fundó el célebre Circo Orrin, casa del famoso payaso Bell, informó al ayuntamiento que había adquirido un terreno llamado Potrero de Romita, con el propósito de establecer una colonia con todos los servicios. Tras una serie de ajustes, los planos finalmente fueron aprobados y se iniciaron las primeras obras de infraestructura de la que habría de conocerse como la colonia Roma.

La propiedad formaba parte de la hacienda de la Condesa, una de las más prósperas de la época; por su parte, los fraccionadores anunciaban los terrenos como los más "pintorescos y sanos" de la ciudad, antecedente de la preocupación ecológica. El diseño urbano fue verdaderamente innovador: calles amplísimas, muchas de ellas de 20 metros, con camellón central, bellamente arbolado, al igual que las generosas banquetas. La avenida principal, entonces llamada Jalisco, hoy Alvaro Obregón, hasta la fecha es lujosa, con sus 45 metros de ancho y su doble hilera de magníficos árboles, muchos de esa época.

Los lotes originales eran para mansiones: los grandes tenían entre mil y 5 mil metros cuadrados. Los frentes de 25 hasta 37 metros y entre 52 y 60 metros de fondo, permitían construir casonas y jardines espléndidos, con espacio para caballerizas o bien edificios de departamentos con calles privadas. Los lotes medianos eran de 600 a mil metros y los pequeños de š400 a 600 metros cuadrados! Esto propició que los más opulentos adquirieran sus terrenos y contrataran a los mejores arquitectos para que les construyeran magníficas residencias estilo parisino, de las cuales todavía podemos ver varias que se salvaron de la fiebre destructora que nos ha caracterizado.

El arquitecto Edgar Tavares comenta en su excelente libro sobre la colonia Roma, que su traza urbana fue el modelo para las colonias Condesa, Hipódromo y Polanco, pues además fue muy buen negocio: para 1906, las tres cuartas partes del fraccionamiento habían producido ganancias aproximadas a 2 millones de pesos, una verdadera fortuna si se considera que el metro cuadrado de terreno costaba 25 pesos, y su compra requería un enganche de 10 por ciento, con el resto pagadero a 10 años; si la operación era al contado, se concedía el mismo porcentaje de descuento.

Esta hermosa colonia, desgraciadamente tuvo el mismo destino que otras igualmente valiosas, como el propio Centro Histórico: las bellas casonas fueron abandonadas y arrendadas para usos comerciales; muchos las vendieron y los compradores las destruyeron para hacer edificaciones viles, con diseño y materiales deleznables, con el único afán de obtener ganancias rápidas y fáciles; pero muchas de las viejas mansiones siguen allí, esperando que llegue un alma sensible a devolverles su antiguo esplendor.

Para protegerlas en tanto ello sucede, es de enorme valor el Catálogo de inmuebles de la colonia Roma que se presenta el próximo miércoles 8, en Alvaro Obregón 161, sede de la representación del gobierno de Quintana Roo. Lo publica la Dirección de Arquitectura y Conservación del Patrimonio Artístico Inmueble del INAH, que dirige con gran entusiasmo la talentosa arquitecta Sarita Topelson. En el prólogo, Guillermo Tovar y de Teresa, fundador del Consejo de la Crónica de la Ciudad de México y habitante de la colonia Roma, comenta la importancia de que haya un catálogo, para que se pueda emitir una "declaratoria" que prohíba legalmente la destrucción de ese valioso patrimonio.

En la presentación de la obra, que cuenta además con un útil glosario de términos arquitectónicos, participan: el director del INBA, Saúl Juárez Vega; el destacado doctor en arquitectura, Alberto González Pozo; el representante del gobierno quintanarroense, Jaime Muñoz Domínguez; el historiador Xavier Guzmán; la propia Sarita y la que esto escribe. Tras el brindis de rigor, puede uno caminar gozando la cálida temperatura, a D' Alfredos, situado en la esquina de Alvaro Obregón y Orizaba, donde en un ambiente de maderas, cacharros de cobre y sillas mexicanas, el gentil dueño, don Alfredo, le ofrece sabrosa comida tipo alemán. De botana de la casa: pate, verduras frescas y pan negro. Para acompañar con una refrescante cerveza de barril hay chamorros, milanesa holstein, salchichotas acompañadas del clásico choucrut y demás platillos típicos de ese país europeo.

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