Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Domingo 5 de mayo de 2002
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COPAS DEL MUNDO

Para los coreanos es cuestión de honor estar a la altura de su poderoso vecino

Surcorea-Japón, Mundial forzoso y de conveniencias

A partir de 1998, las relaciones diplomáticas entre ambos países se han suavizado

AFP

Paris 4 de mayo. En mayo de 1996, la FIFA se vio en la difícil situación de tener que decidir entre Corea del Sur y Japón para la organización del Mundial 2002 y optó por la decisión salomónica de compartir la competencia, algo que nunca acabó de convencer a unos y otros.

Corea del Sur defendía un pasado futbolístico más rico al haber participado en cinco Mundiales, frente a uno solo de Japón. Pero la FIFA no estaba dispuesta a dejar de lado a un país de las posibilidades económicas de Japón, que fue el primero en presentar su candidatura cuando Havelange anunció en 1989 que Asia organizaría la cita de 2002.

Al conceder una primera coorganización a dos países con muchos recelos, la FIFA arriesgó mucho, como demostraron los primeros años de desconfiada colaboración.

SGE.BJA41.090202231528.photo00.El peso de la historia era demasiado grande, sobre todo en el caso de Corea del Sur, ya que casi todo el segundo milenio de nuestra era estuvo subyugada al poder chino y japonés. La cicatriz más reciente fue la colonización nipona entre 1910 y 1945.

Durante la segunda Guerra Mundial, los hombres surcoreanos fueron enviados a campos de trabajo para alimentar el esfuerzo de la guerra, mientras que las mujeres fueron raptadas para ser utilizadas como prostitutas de los soldados en el frente. La herida y el odio han quedado abiertos desde entonces en el alma coreana.

Tras el encuentro de 1998 entre los más importantes dirigentes políticos de ambos países, las relaciones mejoraron un poco.

Para Corea del Sur, estar a la altura de su poderoso vecino en la organización era cuestión de honor. Cuando Japón anunció que propondría más de 30 campos de entrenamientos y 10 estadios, desde Seúl se dijo que ellos harían lo mismo.

Tampoco gustó en Japón la repartición de entradas, 675 mil para cada uno, cuando el país del Sol Naciente es tres veces superior en población.

Pese a los mayores recelos posteriores de Corea del Sur, este país no puso obstáculos al principio, cuando se anunció la organización conjunta. Japón se opuso a la coorganización desde que se dio a conocer.

La prensa nipona atribuyó este rechazo a que el emperador Akihito se vería obligado a acudir a Seúl, lo que no ha hecho un soberano japonés desde 1945.

Pero los comités organizadores han sabido superar casi todos los problemas y sobre todo han hecho lo posible para que los dos países se repartan los partidos más importantes. Por ejemplo, la inauguración en Seúl y la final en Yokohama.

Habrá que ver cómo se solucionan las cosas sobre el terreno, cuando los aficionados tengan que desplazarse entre dos países separados por el mar y diferentes en su forma de vida.

De todas maneras, el emperador Akihito ya ha hecho saber que no asistirá en Seúl a la ceremonia de apertura.

El futbol no puede solucionar siglos de recelos.

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