Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 18 de mayo de 2002
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San Isidro, con nueva encomienda

Además de lluvia, ejidatarios de Atenco le piden que evite el despojo de tierras

MARIA RIVERA

Los símbolos recobran su significado en San Salvador Atenco. Como cada 15 de mayo, los campesinos de este municipio -donde el gobierno federal pretende construir el nuevo aeropuerto de la ciudad de México- pidieron a san Isidro lluvia abundante para las cosechas. Pero en esta ocasión el patrono de los labriegos recibió una nueva encomienda: "defendernos de mal gobierno que quiere despojarnos de nuestras tierras".

Se ha dicho que cuando todo parece perdido, cuando fracasan todos los intentos, sólo quedan dos caminos: rezar o blasfemar. El miércoles los ejidatarios optaron por el piadoso.

Al amanecer colocaron la pequeña imagen religiosa sobre una plataforma jalada por un tractor, y con el acompañamiento de una banda musical iniciaron su peregrinar por los ocho pozos del municipio.

En La Purísima, ante un altar adornado con claveles y nubes le tocaron Las mañanitas y le agradecieron el nuevo día y los bienes recibidos, sin olvidar la petición principal: su intercesión ante las más altas instancias divinas para detener el decreto expropiatorio del 22 de octubre del 2001, que afectaría 73 por ciento de su territorio.

Y advirtieron al mártir que si no les hacía el milagro también se quedaría como ellos, a la buena de Dios. "Porque si nos acaban a nosotros quién le va a hacer peregrinaciones, ni modo que los del aeropuerto se acuerden de él o le festejen su santo..."

Terminada la ceremonia religiosa, los campesinos dieron cuenta de los tamales y del café caliente con que los recibió la sociedad ejidal responsable del manantial. "¡Y échense una alegre, que esto parece velorio!", gritó alguien a los músicos. La banda Búfalo, de San Pablito Chiconcuac, respondió con un animado Juan Colorado.

Conforme transcurría la mañana, y mejoraba el menú, se sumaban más peregrinos. En la siguiente parada, apenas terminado el rezo, más tardaron en sacar la barbacoa del hoyo y los chicharrones del fuego que la romería en desaparecerlos. Las primeras botellas de Don Pedro también se esfumaron.

Gerardo Sánchez, de 57 años, uno de los organizadores del festejo, explica que es la forma de agradecerle a san Isidro por las cosechas con que los ha socorrido. Entre todos los vecinos se cooperaron para comprar o preparar la comida. "Quien más quien menos dio su parte, 50 o 100 pesos son buenos para hacer esta fiesta; estas son las cosas que nos unen".

Mientras va de un lado para otro poniéndole su piquetito a las canelitas que surgen a su paso, aclara: "Nosotros no somos agresivos ni nada de eso, lo único que queremos es defender nuestro ejido. Si nos expropian esto, nos quitarían todo nuestro patrimonio, nuestra manutención, ¿de dónde vamos a sacar para comer después? Todos nos cierran las puertas para conseguir un empleo, la mayoría nos dedicamos al campo porque poco o mucho pero ahí vamos sacando para comer. Estas tortillas están hechas del maicito que Dios nos socorre, no del que traen importado y al que le revuelven de todo".

El pozo de la colonia Zapotlán de plano fue desairado por los músicos, que tras una rápida diana dieron por terminada su participación. Su comportamiento tenía razones: "Aquí sólo dan galletas de animalitos y refrescos". "Nomás faltaba que quisieran concierto", rumiaba uno de los músicos, entretenido en una partida de baraja.

En El Manal cundió el desánimo cuando anunciaron el menú: más galletas y más cocas. "¡Uuuy, qué codos!", opinó el del trombón. A la pregunta de los anfitriones, "¿a ver quién falta?", sólo los niños, que poseen una infinita capacidad para consumir galletas de animalitos, respondieron. El resto clavó la mirada en el cielo en busca de nubarrones de lluvia.

Con el tremendo banquete en el ejido La Galera el ánimo combativo y las consignas retornaron. "¡Tierra sí, aviones no!", fue la más socorrida de la tarde. Los ejidatarios recordaban que apenas en septiembre del año pasado les instalaron su pozo, después de interminables peticiones. "Estábamos felices porque nunca nos habían dado nada -relata Santiago Medina-; le metimos todos nuestros ahorros a la siembra y ahora resulta que no sólo nos quieren quitar el agua, sino hasta las tierras. Le digo que cuando el pobre emplea el dinero en sombreros, los hijos nacen sin cabeza. Pero primeramente Dios estamos dispuestos a todo para defender lo nuestro".

Sonriendo apunta hacia el cielo: "Nuestros antepasados nos enseñaron que san Isidro es quien nos ayuda, y esta vez no nos va a fallar. ¡Mire, parece que al rato caerá un buen aguacero!"

El jolgorio continuó y las abundantes botellas de brandy y los galones de neutle hicieron que la frontera entre lo sagrado y lo profano desapareciera. Los brindis tradicionales del rumbo surgían a cada paso: "cuando vivió la reina Xóchitl escribió en los magueyes: ¡pulque para los hombres, agua para los bueyes!". Bien comidos y bien tomados, los músicos se afanaban tocando lo mejor de su repertorio: desde Por un caminito, la clásica del argentino Leo Dan, hasta Jefe de jefes, el narcocorrido de Los Tigres del Norte.

Al terminar la parada el nicho con el santito, como llaman sus creyentes a san Isidro, comenzó a bambolearse peligrosamente entre las manos de los achispados peregrinos. Como pudieron lo transportaron hacia tierra firme, es decir, hacia su plataforma.

En el pozo de Santa Rosa, como que la peregrinación recordó el motivo de la reunión. Volvieron a agradecer los bienes recibidos y a demandar protección para su agua y sus parcelas. "Te pedimos, señor, que intercedas por estas tierras y nos des fuerza para seguir luchando. Gloria al Padre, al Hijo, y al santo patrono de los campesinos, san Isidro Labrador".

Victorino Rosas, de 55 años, ejidatario de este paraje, señala a su alrededor. "Montiel y Fox se cansan de decir que este es un movimiento controlado, pero que vengan a ver. Esta festividad, ¿quién la hace? Campesinos que venimos a darle las gracias al Creador por nuestras cosechas. Mire, yo tengo cinco hijos: dos de mis muchachas son ingenieras, un hijo está por recibirse de veterinario y otra en leyes, y el más chiquitillo es estudiante de secundaria. A todos les he dado educación, con el campo. Yo de aquí saco para comer y con lo que me sobra me pongo a engordar animales, y ahí la voy llevando. El gobierno no se fija si tenemos qué comer, pero ahora pretende quedarse con lo nuestro.

"Nos quieren quitar el pan de la boca para que vengan los extranjeros y nos digan lo que hay que hacer. Luego hablan de soberanía. ¿A qué soberanía se refieren cuando ya ni la tierra que pisamos es nuestra? Dicen que somos agresivos, pero los agredidos somos nosotros. Estamos indignados, y con justa razón, pero de algo pueden estar seguros: no vamos a dar un paso atrás."

Reflexivo, don Odilón del Valle, de 71 años, comenta que conocen muy bien la estrategia del gobierno. "Tiempo, tiempo, tiempo. Están apostando a cansarnos, pero no entienden que somos pacientes, que nos vamos a mantener unidos. ¿Por qué quieren quitarnos nuestras tierras, cuando es tan poco lo que hemos recibido de allá, de los de arriba?"

Restablecido el ánimo piadoso, la peregrinación se encaminó al parque de los Ahuehuetes de San Salvador, donde se llevó a cabo el acto principal del día: una misa. Durante ésta el sacerdote no hizo la mínima alusión al conflicto que viven sus feligreses, siguiendo la pauta de la jerarquía eclesial mexiquense. Ni falta que hizo: todos parecían tener en mente que este no era un 15 de mayo cualquiera, que podría ser la última celebración a su santo patrono y que hoy más que nunca requerían de su protección.

En este pueblo siempre se necesita detener la mirada para descubrir cosas que no se habían advertido antes. Por medio de sus múltiples festividades los habitantes de Atenco ponen de manifiesto su tradición comunitaria. No hay anfitrión que deje una mano extendida; lo poco o mucho que poseen, lo comparten con gusto.

Los funcionarios gubernamentales, ex-plican, trata de socavar estas bases, por eso esparcen rumores de que algunos ya están negociando la venta de sus tierras, para dividirlos. Pero les recuerdan la proverbial capacidad de resistencia que poseen. Con movilizaciones o peregrinaciones, por me-dios divinos o humanos, Atenco se mantiene en pie de lucha.

Números Anteriores (Disponibles desde el 29 de marzo de 1996)
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