Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Sábado 25 de mayo de 2002
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Espectáculos
Dirigida por Antonio de Castro, se presenta en el teatro Juan Ruiz de Alarcón

1822, el año que fuimos imperio, retrata las coincidencias políticas con la época actual

La obra presenta la transición de la dictadura de Agustín de Iturbide al inicio de la República

Héctor Ortega interpreta a fray Servando Teresa de Mier, acérrimo crítico del emperador

MIRANDA ROMERO ESPECIAL

Entre los hombres no se necesitan sino farsas, porque todo es una comedia

Es el año 1822 y en un llano desértico a las afueras de Iguala dos ejércitos se encuentran frente a frente, uno con el uniforme realista español, el otro llevando la bandera de los que luchaban por deshacerse de un dominio que había durado demasiado. Supuestos enemigos que contemplan silenciosos a sus generales, que dan un paso al frente y en una imagen para la posteridad se dan la mano y se funden en un incómodo abrazo que ahora reconocemos como la consumación de la Independencia de México.

En la obra de teatro 1822, el año que fuimos imperio, se narra el periodo de transición desde el ascenso de Agustín de Iturbide como emperador hasta el inicio de la Républica en nuestro país. Es una puesta en escena tragicómica que nos muestra el otro lado de las intrigas políticas que poblaron los primeros años de nuestra nación independiente, con un espíritu que nos hace encontrar escalofriantes paralelismos con nuestros días. Esta visión sarcástica tiene su principal figura en fray Servando Teresa de Mier, hombre culto e inteligente que hizo de su mordaz lengua el instrumento para ejercer una constante crítica a la política de esos años, quitándole solemnidad a las figuras que nos obligamos a reconocer como héroes de la patria, y que en esta ocasión es interpretado por el actor Héctor Ortega, en forma por demás notable.

Dirigida por Antonio de Castro, la obra se presenta en el teatro Juan Ruiz de Alarcón y ha sido construida a partir del texto original de Flavio González Mello.

Paralelismos entre el imperio y la actualidad

"Desde hace muchos años tengo la fortuna de conocer a Flavio (González Mello), quien tiene una gran pasión por la historia de México. El me mostró la obra y me emocionó mucho este proyecto, pues me pareció que tocaba una serie de temas muy interesantes de manera divertida. El tema de la obra es cómo se hace un país y la figura del padre Mier es muy inspiradora, ya que es un personaje que tiene una gran pasión por el debate y, pese a que es un polemista y beligerante, tiene esta enorme integridad inteclectual que a mí me resulta satisfactoria", dice el director.

Sobre los paralelismos entre la obra y la actualidad, De Castro dice: "en aquellos años se toman una serie de decisiones muy curiosas, como el nombrar emperador a un general del ejército español, lo cual parecía lo más sensato para consolidar el imperio, y así se empiezan a dibujar muchas correspondencias interesantes con nuestra época, como si hiciéramos una obra que se llamara 2002, y después de todas las celebraciones de la incipiente democracia, que por sí sola no arregla nada, uno se pregunta ¿cómo es posible que el país haya votado por quien votó? Hay todas estas correspondencias que se dibujan entre el imperio de Iturbide y nuestra época, aunque el propósito de la obra no es hacer una paráfrasis con el momento en el que vivimos, pero es interesante ver que todo el circo de la clase política de esa época guarda correspondencia con lo que sucede ahora, como el hecho de que en la época de Iturbide hay una enorme rivalidad entre el Ejecutivo y el Congreso, llegando incluso Iturbide a disolver éste argumentando que no puede gobernar con un Congreso de oposición, que no le dejaba hacer nada. Servando dice: la patria no existe, lo que existe es la gente. La obra es una sátira, lo que no es extraño, pues la vida de la clase política y la comedia en México siempre han ido de la mano y uno ve cómo el juicio político a veces es tan parcial, los personajes de la política son héroes adorados, son nuestros padres y luego estos mismos se vuelven enemigos despiadados, como es el caso de Iturbide, quien de ser tomado como el padre de la patria termina como enemigo, desterrado en Irlanda, acusado de robar y de abrir cuentas millonarias en Suiza, lo que parece que nosotros nos inventamos, pero es cierto y ahí esta; la obra ayuda a profundizar en esa época que es muy importante pues es cuando se crea la idea de nación''.

-¿Cual es la característica principal de la puesta en escena?

-Tratamos de retomar, en parte, la estética de las monografías de papelería, pues me parece monstruosa la educación que tenemos, sobre todo la enseñanza de la historia, y estoy seguro de que hay mucha gente que ni sabe lo que ocurrió en 1821. Lo que tenemos son imágenes, una iconografía común que contiene estos dibujos en colores pastel, estos dos generalotes dándose un abrazo en un llano de Iguala; quisimos partir de este mundo de estampitas para subirlas al escenario e intentar proyectarlas en volumen, como si se movieran y hablaran. La puesta recurre a varias convenciones teatrales muy decimonónicas; tenemos toda esta telonería muy perfectiva, como las litografías del siglo XIX, y eso lo hace también muy divertido, pues hace mucho que no se hacía algo así, como una obra a la antigüita, lo que hoy es una idea inusual.

Congresos similares

Por su parte, el escritor Flavio González Mello reflexiona sobre el personaje de fray Servando Teresa de Mier: "El es un personaje que vivió muchas aventuras. Su vida está llena de episodios emocionantes; se podrían haber hecho muchas obras de teatro, pero al revisar la historia me llamó la atención esta idea de llamar al rey de España para que viniera a convertirse en rey de México. Comencé a hurgar en el Diario de debates del primer Congreso mexicano y encontré una serie de dichos y sucesos que me remitían a lo que es el Congreso de la época actual, y ahí se conformó la historia e inicié el proceso de escritura.

"En la obra yo intento que estén las visiones de las figuras más representativas de la época. Lo que me llamó la atención del padre Mier fue su sentido del humor, lo que siempre se agradece. A veces se metía en alegatos muy complicados, pero podía sintetizar con sarcasmo, lo que es un arma muy poderosa. Da mucha risa lo que dijo cuando lo invitaron a la coronación de Iturbide: Les ruego me disculpen, pero como soy sacerdote, la Iglesia me prohíbe ir a comedias.

"Siento que en la política actual no hay una figura como fray Servando Teresa de Mier, que posea una gran lucidez política junto con un gran sentido del humor. Es prócer de la Independencia, pero antisolemne. Actualmente hace falta alguien con la agudeza del buen sarcasmo".

Más que una reflexión gratuita

El maestro Héctor Ortega, quien personifica a fray Servando Teresa de Mier, abunda: "Esta no es una reflexión gratuita de la historia de México, sino un análisis de la situación actual. Ahí están todos los elementos: la cargada, la lambisconería, la dependencia, el acarreo, las trampas, la desintegración del país por la dependencia al extranjero, todo esto es vigente; también hay un cambio de la dictadura de Iturbide a la República democrática, que tiene que ver con los acontecimientos que ocurren en nuestro país. Parece que se está hablando de los partidos políticos actuales y de los presidentes de los últimos sexenios. Aunque Antonio o yo buscáramos la solemnidad no podríamos porque él viene de una comedia con un gran sentido del humor y yo soy hijo del clasicismo, pero también de la vanguardia teatral y del humor. Soy el primero que dio un curso de sketch cómico en la universidad; tenemos una buena dosis de elementos para reír. Aparte, yo me siento en mi mejor momento, desde La muerte accidental de un anarquista me da la impresión de que todas las obras de teatro que he hecho me las mandaron hacer. Me encanta el personaje, un loco, un libertario, y eso es apasionante; como Ernesto Guevara, esas personas que aman con pasión la libertad y la justicia y están al servicio de las grandes causas del hombre".

1822, El año que fuimos imperio, de Flavio González Mello. Dirección: Antonio Castro. Con Héctor Ortega, Mario Iván Martínez, Emilio Ebergenyi, Hernán del Riego, Martín Altomaro, Juan Sahagún, Sergio López, Humberto Solórzano, Mario Zaragoza, Alan Kerriou, Eugenio Lobo. La música original corrió a cargo de Eduardo Gamboa y la responsable de escenario y vestuario es Mónica Raya. Se presenta en el teatro Juan Ruiz de Alarcón del Centro Cultural Universitario; Insurgentes Sur 3000. Funciones: jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.

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