Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 30 de mayo de 2002
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Editorial
 
DERROTA DEL CHARRISMO EN EL DF

SOL CORNISA 1El jefe del gobierno capitalino, Andrés Manuel López Obrador, señaló en reiteradas ocasiones que el intento de paro general ensayado por la dirigencia del Sindicato Unico de Trabajadores del Gobierno del Distrito Federal (SUTGDF), movimiento que se inició anteayer y fue levantado este miércoles sin mayor pena ni gloria, era un "chantaje político" contra su administración y un intento de obtener beneficios personales por parte de los líderes sindicales.

Estos, a su vez, alegaron en todo momento supuestas violaciones a las condiciones de trabajo establecidas y pretendieron presentarse ante la opinión pública como abanderados de intereses laborales, al margen de cualquier pretensión política.

El episodio admite una tercera interpretación, acaso complementaria de la primera: se trató de la primera medida de charrismo sindical priísta para medir sus fuerzas en el nuevo entorno institucional del país y de la capital, en el cual el viejo corporativismo tricolor debe actuar desde la oposición.

Ciertamente, las supuestas reivindicaciones laborales eran débiles y difusas, si no es que impresentables, luego de que el gobierno de López Obrador decretó generosos incrementos salariales. Tal vez por ello el conato de paro vergonzante --llamado eufemísticamente por sus promotores "asamblea informativa"-- suscitó entre las bases sindicales una inocultable renuencia y entusiasmo mínimo, mientras que el intento de paralización de labores fue marginal y fugaz, por decir lo menos.

En no pocos casos pudo documentarse que los asalariados fueron presionados para que faltaran a sus labores, utilizando el procedimiento típicamente priísta del "pase de lista" obligatorio en las concentraciones que se realizaron afuera de diversas sedes delegacionales.

El fracaso del paro, más que una victoria política del GDF, debe verse como una expresión del buen juicio de sus trabajadores sindicalizados, quienes en esta ocasión no parecen haber hallado motivos sólidos para acatar el llamado de la cúpula sindical. Esta, por su parte, fue capaz de darse cuenta en las primeras 24 horas del paro de su escasísimo poder de convocatoria y de su falta de ascendiente entre las bases, y optó por dar marcha atrás, a cambio de nada, en la medida.

En un sentido general, los protagonistas de esta pulsada no fueron, pues, la administración capitalina y los dirigentes del SUTGDF, sino la sociedad civil --representada en este caso por los afiliados a dicha organización sindical-- y los remanentes del corporativismo que sobreviven a lo que se denominó sistema político mexicano.

El episodio podría prefigurar, así, el paradójico epitafio del charrismo sindical priísta: mientras fue parte del gobierno, jamás promovió una huelga, y cuando fue oposición no tuvo bases para concretarla.
 

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