jueves 30 de mayo de 2002
La Jornada de Oriente publicación para Puebla y Tlaxcala México

 
Hasta adentro

Supervivencia (II)

n Marko Castillo

Cuál es la visión que los poblanos tenemos de nuestro propio teatro? ¿Podemos reconocer, clasificar, evaluar, calificar, aceptar o desdeñar los productos que nacen de nuestros creadores escénicos? ¿Sabemos como ciudadanos comunes carreras, trayectorias, esfuerzos logros y fracasos de nuestros teatreros? ¿Tomamos partido por un movimiento de teatro en especial que suceda en nuestros espacios?
A estas alturas, discutir sobre la tradición teatral en Puebla (si la hubiera) es totalmente irrelevante. No conocemos los esfuerzos de nuestros artistas en este rubro. Ignoramos la historia del teatro en nuestra entidad, luego entonces, no tenemos la calidad suficiente para erigirnos en juez de nadie.
Si discutimos sobre la tradición encontramos dos posturas (a favor y en contra, como siempre), pero ante la ausencia del movimiento teatral, discutir este punto es dar patadas utópicas, que al no existir un cuerpo físico que las reciba, las damos al aire (hay que procurar, cuando demos algo, que sea en concreto).
Cuando se es extremadamente joven, se piensa en romper viejos esquemas repetidos en materia de arte. Implantar la nueva visión que por necesidad de vida es carga de las nuevas generaciones. Pero en donde no hay esquemas que romper, el trabajo consiste en afianzar. Apuntalar condiciones sólidas que alberguen todo tipo de inquietudes.
Esto lo escribo por la preocupación creciente que siento ante el enfrentamiento de las nuevas generaciones con los creativos ya formados (después hablaremos, si quieren, del tipo de formación). La necesidad juvenil choca impotente ante un muro de aire, no hay nada que atacar (no me refiero a la adolescencia treintañera de varios de los teatreros que piensan innovar "formas" de hacer teatro. ısos me dan hueva. Somos casi de la misma edad, nada más que yo empecé muy chiquito a vivir).
Los apoyos institucionales en nuestra entidad son algo nuevo, empezaron con la gestión del desaparecido maestro Héctor Azar y continúan, ahora, con la administración de Pedro çngel Palou (en otra ocasión comentaremos el tipo de apoyos). Pero antes no existían becas, estímulos, apoyos de producción, premios en las muestras, sueldos ni proyectos. Los que nos dedicábamos al teatro lo hacíamos por necesidad comunicante, por amor a las tablas del escenario, no por ganar un lugar en el universo teatral desde Puebla a base de descalificaciones, desconocimientos (la ignorancia es atrevida) y meras invenciones cuya finalidad es el olvido.
Hay que rescatar la verdadera esencia del teatro, como mímesis (para utilizar una palabra griega que la tradición ha salvaguardado). ¿En dónde están en las actuales propuestas, la violencia, el desencanto, la poética (de puesta, propuesta y apuesta) del tiempo que nos ha tocado vivir?
¿O acaso la "tradicional" historia de Antígona desprovista de fábula, que está en preparación, concrete el tan llevado y traído lenguaje posmodernista para entregarnos la concreción del futuro teatro poblano? Espero que así sea, pero si no, seguiré insistiendo en que debemos trabajar por y para el teatro, (un consejo, la retribución económica viene después, primero hay que aprender a hacer teatro).
Creo que nuestras autoridades deben propiciar el "movimiento" teatral en nuestra ciudad.