Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Jueves 6 de junio de 2002
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Sociedad y Justicia

Rancheros texanos temen una solución a medias

En McAllen, certeza de que México no pagará el agua

Desconfían de negociaciones políticas entre ambos países

JIM CASON Y DAVID BROOKS ENVIADOS

Mcallen, Texas, 5 de junio. Aquí todos saben que México no pagará el agua que dicen que debe, pero están a la espera del resultado de negociaciones entre ese país y Washington para ver qué decidirán los políticos sobre quién gana y quién pierde, y por cuánto.

Este jueves importantes funcionarios de los dos gobiernos se reunirán en el Departamento de Estado para discutir una propuesta inicial mexicana y buscar una solución negociada a la disputa, que de pronto se volvió un asunto prioritario en la agenda bilateral.

"Sabemos que van a llegar a un arreglo en los próximos tres meses, pero sentimos que México debería pagar alguna consecuencia", opina Jo Jo White, gerente administrador del distrito de agua para dos de los condados más afectados por la crisis del líquido en el sudeste de Texas. "Si Estados Unidos le va a permitir circunvalar el tratado mismo, debe haber un costo para México. No me importa que sea la peor sequía agraria del mundo; tienen que entregar algo de agua".

Glen Jarvis, uno de los planificadores regionales de agua en esta parte de Texas, espera que México "demuestre buena fe" al entregar al menos un volumen reducido del líquido para los granjeros de este lado de la frontera.

Para el ranchero Bobby Sparks, todos los políticos son sospechosos, y con una foto en la que aparecen él y el presidente George W. Bush abrazándose detrás de su escritorio, dice: "Hasta estoy dudando de él". La pregunta, señala Sparks, es si los políticos estadunidenses van a sacrificar a tres condados texanos por el bien de la relación bilateral con México.

Dice entender que hay que mantener un México fuerte y una buena relación con él, y que hay temas importantes, como el de los indocumentados, el Tratado de Libre Comercio (TLC) y el narcotráfico, pero alguien tiene que resolver este problema, "alguien debió hacerlo hace mucho".

White está de acuerdo y reconoce que esta disputa "es regional en carácter, no afecta al resto de Estados Unidos ni al resto de Texas". Por esto, teme que los funcionarios buscarán resolver la disputa sólo motivados a limitar las consecuencias políticas de la crisis sin solucionar el problema mismo.

Estos granjeros y sus simpatizantes tienen una medida de poder político que, al parecer, está creciendo en la medida que no hay una solución de ese corte. Mientras que el subsecretario de Relaciones Exteriores, Enrique Berruga, llega a Washington a presentar una propuesta inicial consensada entre gobernadores y autoridad federal en torno a la disputa por el agua, la situación aquí se polariza más.

Ayer el Texas Farm Bureau, la principal asociación de granjeros del estado, expresó su disposición de abrogar todos los acuerdos del agua con México y advirtió que esa propuesta podría ser llevada ante su organización nacional. Al mismo tiempo, la Junta de Políticas Agrarias de Texas está por enviar una carta a los presidentes Vicente Fox y Bush para pedirles que resuelvan la crisis enfrentada por granjeros de ambos lados del río Bravo.

Los granjeros temen que no serán consultados por su gobierno sobre las propuestas y negociaciones para resolver la crisis. Aceptan que el tratado sobre el uso de agua del Bravo, adoptado en 1944 por ambos países, no incluye medidas punitivas para el país que no cumpla con sus obligaciones.

White y Sparks saben que México no podrá pagar la deuda de agua que ellos dicen que debe. Esta situación, señala Sparks, debería haber sido resuelta por los políticos hace un año, pero "esto ya se ha contaminado con el politiqueo, y ahora es más tenso que nunca y todos perderán".

Pero argumentan que una solución debe reconocer esto, y advierten que Washington tiene que asumir la responsabilidad de lo ocurrido. "Si no están dispuestos a protegernos, si van a argumentar la eficacia política, špor Dios!, entonces que Washington nos otorgue compensación por nuestras pérdidas", argumenta White.

Según documentos del Departamento de Agricultura de Estados Unidos, algunos de estos granjeros han obtenido compensación y apoyo financiero federal. Entre 1999 y 2001, en esta zona han recibido más de 114 millones de dólares de Washington. Además, las autoridades federales señalan que no todas las pérdidas sufridas por este sector pueden ser atribuidas a la falta de agua, ya que algunas fueron causadas por el clima, insectos y otros enemigos naturales de los granjeros.

Para Mary Kelly, directora del Texas Center for Policy Studies y analista del uso de recursos ambientales, el primer paso es que los dos gobiernos dejen de gritarse uno al otro. "Ambos necesitan acordar de inmediato un plan de uno o dos años para manejar la sequía", dice. De ahí, indica que esta crisis demuestra claramente la necesidad de elaborar una estrategia bilateral comprensiva sobre cómo manejar los recursos limitados a lo largo del río Bravo.

Agua e integración económica

Esta disputa no sólo surgió de conflictos en cada país, sino de la integración económica. "El TLC jugó un papel en todo. Todas las importaciones de maíz y granos han obligado a los granjeros en el norte de México a cultivar productos como alfalfa, con mayor valor en el mercado pero que consume más agua", explicó Kelly.

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