LETRA S
Junio 6 de 2002

Las nuevas generaciones del orgullo lésbico


 

ls-amantesCecilia Riquelme


 

 
 

Si recordamos la cantidad de lesbianas que salieron a la calle en las primeras marchas del orgullo lésbico gay a comienzos de los 80´s, y la comparamos con las marchas multitudinarias de los últimos tres años, observaremos un aumento significativo de la presencia de mujeres. Han pasado dos décadas. En veinte años aparecieron elementos en la escena social cotidiana --la sexología, el feminismo, el VIH/sida--, que contribuyeron a que se hable más abiertamente de sexualidad y a que los medios incorporen poco a poco el tema de las orientaciones sexuales.

Estos cambios le han facilitado a las nuevas generaciones de lesbianas el proceso de asumir su orientación sexual. El trabajo de colectivos organizados, eventos públicos, programas en radio y televisión, revistas y libros sobre el tema y la irrupción del Internet, han configurado un panorama de paulatina visibilidad lésbica, que ofrece a las mujeres interesadas en encontrar información referentes con que identificarse.

A la par de la apertura de esos espacios, las propias lesbianas han abierto lugares de encuentro o de expresión donde pueden socializar entre sí, como las cafeterías Las Virreynas y Rex, exclusivas para mujeres, y las revistas Las Amantes de la Luna y Lesvoz, referencias informativas obligadas que además canalizan servicios a la comunidad. Pero, sin duda, lo que ha abierto un canal comunicativo sin precedentes, es el Internet. En México las páginas Azul profundo, Lesbianas en México, Unión lésbica, La casa del orgullo y el portal Lesbianas Latinas, entre otras, han posibilitado una red insospechada de contactos e intercambios, incluyendo el fenómeno reciente de encontrar pareja a través del chat; sin embargo, la situación para las más jóvenes presenta algunas particularidades que quisiéramos destacar.
 
 

Nueva generación de activistas

Marta (27 años) notó su preferencia por las mujeres desde los cinco años, y su primera experiencia lésbica la tuvo a los 18. Toda su adolescencia se la pasó sin poder hablarlo. A los 19 años asistió a la Semana Cultural Lésbica Gay, donde encontró información y contactos.

"Fui a la marcha del orgullo el año 94, conocí al colectivo El Clóset de Sor Juana, que me ayudó a romper mitos y miedos que traía, resolví dudas. Fue importante para mi."

Paulina (24 años) se educó en una escuela de monjas, no tenía un nombre para lo que sentía, cuando tenía 13 años escuchó por primera vez la palabra homosexual. Recuerda que necesitaba hablar con alguna compañera de lo que estaba sintiendo, en ese ambiente la sexualidad estaba teñida de culpas y pecado, lloraba mucho en esas épocas, la religión pesaba. Antes de salir de la prepa pudo asumirlo.

"Mucho tuvo que ver que me despegara de la religión y entender que las decisiones sobre mi vida las tengo yo. Contribuyó llegar a la universidad y escuchar distintas opiniones, saber que no existía una sola verdad."

Marta Cuevas y Paulina Millán coordinan el colectivo Nueva Generación de Jóvenes Lesbianas, organización que nace en 1996 por iniciativa de un grupo de chavas que buscaban informarse y compartir entre iguales.

Marta nos cuenta: "cuando me incorporé al movimiento, me relacionaba con muchas mujeres mayores que yo, pero sentía que estaba platicando con mis tías. Sentía la necesidad de compartir y tener como referentes a gente de mi misma edad."

Por su parte, Paulina señala a las adolescentes como la población más vulnerable, porque no pueden tomar decisiones sobre su vida. La mayoría no trabaja, vive con sus papás, dependen económicamente de ellos. En esas circunstancias, afirma Paulina, "para la chavita que está saliendo del clóset su mundo es limitado. De pronto no se sienten aceptadas en su casa, muchas en la escuela sufren discriminación cotidiana, y tienen que hacer lo que dicen sus papás, porque son ellos quienes toman las decisiones y se sienten los dueños de las vidas de sus hijas adolescentes."

Los padres son autores de mucha tortura psicológica, ejemplos como: "si tengo una hija lesbiana la mato, o la desheredo" son frecuentes. Paulina dice que sucede muchísimo que corran a las chavas de la casa, cuando se enteran de su orientación.

"Mi mamá siempre se preocupó por mi, al grado de que nada me faltara, pero cuando se enteró, empezó con las amenazas de correrme de la casa; en ese momento por las dudas abrí el periódico y busqué trabajo. Nunca creí que me correría, pero sucedió. Estudiaba y trabajaba, lo cual era pesadísimo y fue muy difícil, pero tenía un dinero. Por eso siempre le digo a las chavas que consideren todas las posibilidades."

En seis años de trabajo, muchas chicas han sido apoyadas por el colectivo Nueva Generación de Jóvenes Lesbianas, en cada sesión se reúnen alrededor de 30 mujeres, donde se abordan temas como la autoaceptación, la sexualidad, el género, el feminismo, el ligue, la maternidad, etcétera.

Pero, el logro que Marta refiere con mayor entusiasmo es la organización del Festival Juvenil de la Diversidad Sexual, que se realiza cada año desde el 2000, y donde confluyen los colectivos organizados, manifestaciones culturales y los medios de comunicación de la diversidad sexual. La tercera versión se realizará probablemente en el próximo mes de octubre.
 
 

La voluntad de las Musas

Musas de Metal es otro grupo abocado a desarrollar trabajo entre las lesbianas adolescentes. Ellas convocaron a las más jóvenes, el año pasado, a conformar un nuevo grupo de reflexión llamado Hadas, que reúne a chicas entre 15 a 20 años cada 15 días para realizar talleres sobre diversos temas como: estrategias para salir del clóset en la familia y en la escuela, construcción de identidad, bisexualidad, formación de familias alternativas, entre otros; además, este año han incorporado como actividad sesiones de cine debate. Paulina Martínez comenta que la mitad de las participantes del colectivo Musas son mujeres menores de 30 años, lo que habla de la necesidad de los sectores más jóvenes de mujeres lesbianas y bisexuales por compartir con iguales sus sentimientos y experiencias.

La ausencia de estudios que reflejen la realidad de la diversidad juvenil mexicana, llevó a Paulina Millán a desarrollar su propia investigación desde su quehacer profesional en la psicología. A partir de su experiencia, ella se vio motivada a abordar un tema, sin ningún antecedente en México: el riesgo de suicidio entre las jóvenes lesbianas y los jóvenes gay. Según su parecer, son frecuentes los intentos de suicidio en esa población. En Estados Unidos, por ejemplo, 30 por ciento de los suicidios adolescentes tiene que ver con la orientación sexual, y otro alto porcentaje con la discriminación. Por ello, Paulina está convencida de que es necesario llamar la atención pública sobre este problema para prevenirlo.

Son muchas las dificultades que enfrentan estos grupos de jóvenes lesbianas, pero las principales son: disponer de espacios de reunión y recursos para desarrollar y difundir su trabajo. Los retos que enfrentan las jóvenes activistas se mezclan con los sueños de cada una de ellas: participar en la construcción de una nueva cultura de respeto hacia la diversidad para posibilitar el poder salir del clóset y ser aceptadas y respetadas por sus padres; salir del clóset y no tener que reprimir la expresión de sus afectos en público; salir del clóset y no ser expulsada de la escuela o del trabajo; conseguir el registro de uniones de hecho y registrar en el seguro social a la pareja; salir del clóset y conseguir un crédito para poder pagar el tratamiento de inseminación asistida; salir del clóset para que mañana la familia no le quite lo que construyeron juntas; salir del clóset, en fin, tan sólo por el simple gusto de refrendar el orgullo de amar a otras mujeres.