Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 10 de junio de 2002
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Alza masiva de precios

Prepara Cuba severos ajustes económicos por la caída de ingresos

GERARDO ARREOLA CORRESPONSAL

la habana, 9 de junio. Tras salir a flote remando una década contra la corriente, ya sin el salvavidas soviético, la economía cubana empezó a perder velocidad y a lanzar señales de que se dispone a realizar fuertes ajustes en sus planes, que por ahora incluyen dos decisiones de impacto social: una masiva alza de precios y una operación de cirugía mayor sobre la industria azucarera.

Ambas medidas, anunciadas hace una semana casi en forma simultánea y con bajo perfil, siguieron a la irrupción de avisos de emergencia: la caída del turismo, pilar económico de la isla; la posible contracción de las remesas familiares, el ingreso neto más importante; la depresión de precios y mercados del azúcar, el níquel y el tabaco, puntales de las exportaciones cubanas y un conflicto con Venezuela, que provocó la interrupción del suministro de un tercio del consumo nacional de petróleo.

El cuadro se entrelaza con los tres factores explosivos que desdibujaron el horizonte económico de la isla el último tercio del año pasado: la recesión mundial, el 11 de septiembre y el paso del huracán Michelle, el más devastador en medio siglo.

Alza de precios

La subida de precios en el mercado interno en dólares empezó a regir el pasado lunes 3 en forma confusa. A pesar de que son notorios algunos casos, ni el gobierno ni las cadenas de tiendas ofrecieron un listado preciso de aumentos o rebajas, también previstas por las autoridades.

Las gasolinas, que según versiones en los propios expendios tendrían un incremento sustancial, mantuvieron el precio, aunque los mismos despachadores creen saber que sólo se trata de una posposición y el alza se hará efectiva en fecha próxima.

En cualquier caso, la decisión de aumentar precios indica la convicción del gobierno de que ha llegado la hora de mirar debajo de los colchones de los cubanos, donde según especialistas pueden estar guardados cientos de millones de dólares.

La solvencia financiera de un sector de la población fue revelada plásticamente en los días inmediatamente anteriores al alza: los tumultos para comprar a precios viejos, estimulados por el rumor de los aumentos, provocaron una venta en todo el país que el gerente de una tienda calculó como superior a la facturación total de enero-abril.

ƑDe dónde salió tanto dinero?

Aunque hay fuentes internas de dólares para los cubanos (microempresas, autoempleo, propinas, sobresueldo, mercado negro y otros giros ilegales), el grueso viene de la ayuda que envían los familiares residentes en el extranjero. El Ministerio de Economía calcula que cerca de 60 por ciento de los 11 millones de cubanos tiene acceso de alguna manera al billete verde.

No hay registro conocido de este rubro, pero los economistas locales lo calculan a partir de su destino casi exclusivo: el ingreso bruto en las tiendas en dólares (unos mil millones en 2000; entre 800 y 900 millones el año pasado). Y es que, aunque hay otras opciones potenciales, la capacidad de compra de los cubanos en moneda fuerte está restringida casi exclusivamente a los bienes de consumo y enseres domésticos, que salen a un mercado cautivo.

En círculos empresariales se considera que en 2001 las remesas tuvieron una caída, como reflejo de la recesión, que las ubican por debajo de su media estimada en 500 millones de dólares anuales, una masa que en su mayor parte entra al consumo o se guarda en el colchón, pues por diversos factores no llega al sistema bancario y tiene casi nulas opciones productivas.

En cualquier caso, el alza parece indicar el interés del gobierno por extraer dólares del ahorro privado, pero al mismo tiempo por presionar por esa vía para reducir el circulante en moneda nacional. Según la Oficina Nacional de Estadísticas, la liquidez en pesos llegó el año pasado a 12 mil 337 millones 600 mil pesos, nivel sólo comparable con el que alcanzó a mediados de los 90 y que, para la dimensión de la economía cubana, es considerado inflacionario. Esa cifra puede indicar que en la calle hay más capacidad de compra que la oferta del circuito comercial.

El cubano común es atraído por la oferta en divisas, donde encuentra artículos inexistentes o escasos en el mercado en moneda nacional, si bien encarecidos por una sobretasa que puede llegar a 240 por ciento sobre el precio de costo. Si no tiene acceso directo al billete verde, puede cambiar pesos en las casas de cambio oficiales (27 pesos por dólar). Por ello los primeros resultados del alza parecen ser una depreciación del peso, un encarecimiento del costo de la vida y un encogimiento del salario real y el ahorro.

Azúcar: fin de época

La industria azucarera, columna vertebral de la economía cubana durante siglos, parece haber llegado al final de una época. El pasado 1Ɔ de junio el diario oficial Granma publicó una pequeña noticia, que en dos párrafos anunció un viraje histórico:

"Todos los análisis coinciden en que esta realidad económica impone para la próxima zafra y en el futuro, una producción que satisfaga nuestro consumo interno, cumplir los compromisos contraídos y acceder al mercado externo con un precio que genere ingresos en divisas superiores al costo de fabricación.

"Tal situación convoca a todos los trabajadores de la agroindustria a una transformación profunda, que se corresponda con la realidad actual del mercado y que permita producir con más bajos costos."

En la zafra recién terminada (2001-2002) molieron sólo 104 de los 156 ingenios, para producir 3 millones 610 mil toneladas de dulce, un resultado pobre, pero ubicado dentro del rango de resultados en la última década, que contrasta con la media de más de 7 millones de toneladas en la segunda mitad de los 80.

Pero hay otro problema: los precios internacionales del azúcar están deprimidos (por debajo de los 6 centavos de dólar por libra, nivel insostenible, según los expertos). Granma informó que con la producción actual, superior en 80 mil toneladas a la del año pasado, el ingreso será de 120 millones de dólares menos (es decir, pasará de 561 millones de dólares a 441 milones).

La racionalización del sector azucarero es un viejo tema de la economía cubana, al menos desde los años 80. Se trata de sumar al país a la tendencia internacional de elevar la productividad, modernizando y reduciendo dimensiones. Expresa o tácitamente, las autoridades reconocían esa necesidad, pero explicaban la demora en resolverla por el costo social que pudiera implicar.

Más que una rama económica, la explotación de la caña de azúcar es en Cuba, como en otros países, una tradición centenaria: los ingenios, algunos con casi un siglo de vida, han sido eje de comunidades y ciudades, referencia para la traza de carreteras y líneas férreas, lazo de cohesión familiar y generacional, signo de identidad, fuente de imaginería social, plataforma de creación cultural, foco de rebeliones raciales y gremiales y hasta ahora sustento de 400 mil trabajadores de los que dependen dos millones de personas.

Versiones de distintas fuentes indican que el gran viraje consistirá en el cierre de 71 ingenios, de los cuales 60 podrían mantenerse produciendo azúcar (es decir, 38 por ciento de los complejos actuales) y 25 se dedicarían a derivados como alcohol y fármacos. La compactación y la búsqueda de productividad y rentabilidad acerca a la política sectorial cubana a rangos mundiales donde, por ejemplo, Australia produce 5 millones de toneladas de azúcar en 28 ingenios y el estado de Florida llega a 2.5 millones con 7 fábricas.

Por ahora sólo se conoce el escueto comentario de Granma y trascendidos extraoficiales, que dejan interrogantes sobre dos consecuencias inmediatas: a) el destino de los desempleados y de las poblaciones que salen de la industria y b) las metas de producción y su impacto en el respaldo financiero del país (como materia prima cotizable, el azúcar funciona como garantía de pago internacional).

Divisas: el flanco débil

El entorno de las dos grandes decisiones cubanas de estos días tiene un factor común: la escasez de divisas, el flanco más débil de la economía de la isla. La recesión ya había arrastrado al turismo mundial el año pasado, cuando el 11 de septiembre terminó por dar a la industria el peor golpe en mucho tiempo. El crecimiento sostenido del sector en Cuba, una media de 7 por ciento, se desplomó hasta el uno por ciento.

En los primeros cuatro meses de 2002, según el Ministerio de Turismo, la actividad ha caído 14 por ciento, comparado con el mismo periodo del año anterior. El ingreso turístico había caído en 2001 respecto del ejercicio previo (de 2 mil millones de dólares a mil 800). El níquel y el tabaco, dos de las principales exportaciones nacionales, enfrentan un panorama que igualmente reporta baja en el ingreso de moneda dura en la isla: techos de producción y mercado y baja de precios.

Los ingresos son insuficientes para financiar las compras de Cuba, encabezadas por dos fuertes rubros: petróleo (unos mil millones de dólares al año) y alimentos (600 millones). El primero ya resintió este año un sobreprecio causado por un diferendo con Petróleos de Venezuela, S.A. (PDVSA), que mantiene paralizado el suministro de 53 mil barriles diarios de crudo.

Las acciones sobre los precios y la industria azucarera siguen a otras de diversa cuantía, como limitación de exportaciones y un drástico plan de ahorro de energía, pero que apuntan al mismo objetivo de reducir la presión sobre el presupuesto en divisas, que se desempeña en el peor ambiente posible debido al bloqueo económico estadunidense que hostiliza el financiamiento, las operaciones en dólares y el flete, además de mantener obstruido el mercado principal y natural de la isla.

La desaparición de la Unión Soviética representó para Cuba la caída en picada de su economía, pero un plan de modesta y controlada apertura a mecanismos de mercado y la inversión extranjera evitó el colapso y permitió reiniciar el camino, con un crecimiento sostenido en promedio de 4 por ciento en la segunda mitad de la década pasada.

Pero el producto interno bruto creció el año pasado 3 por ciento y el plan oficial para 2002 es repetir esa cifra. La experiencia conocida parece haber agotado sus posibilidades y la economía cubana podría estar en el umbral de una nueva etapa.

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