Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Lunes 10 de junio de 2002
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Espectáculos
JAZZ

Antonio Malacara

Festival de jazz de ESM/ VI y último

SABADO 8. Tal vez por ser el último día del festival, tal vez por ser sábado, tal vez por el prestigio de los grupos programados (Cynthya Snell, Mac Trío, Géraldine Célérier, Verónica Ituarte, Sociedad Acústica de Capital Variable), pero esta tarde el auditorio Angélica Morales está lleno hasta los topes. En el público ya no predomina la presencia de estudiantes de la Superior de Música. Hoy es un día especial.

GERALDINE CELERIER LLEGO con su segundo disco solista, Reminiscencias (2002), y cuatro de los cinco tracks contenidos en él fueron interpretados con muy buen pulso por los mismos músicos, con excepción del guitarrista Jaime de la Parra, quien hace un estupendo trabajo en el cidí y que no llegó al concierto.

Ecuánime maestría



PERO AHI ESTABA el discreto contrabajo de Juan Manuel Guiza, además de la ecuánime maestría en los beats y los contrastes de Armando Cruz (profesor de batería en esta escuela). Lo más sobresaliente, sin embargo, fue el piano de Mark Aanderud, un virtuoso más en este festival, chilango radicado en Praga que aprovecha las vacaciones para palomear con los cuates y grabar algunas cosas; el año pasado fue con Agustín Bernal y ahora con la Célérier.

MARK LUCE ENORME desde Habanera trunca, sus solos le otorgan nuevas dimensiones a la composición de Géraldine, le inyectan brillantez, hacen que su nostalgia fluya con otra dinámica. Ella, la cantante, sabe que la voz sirve para algo más que decir de las palabras, y la vuelve un instrumento más que va y viene por mil recovecos, transgrediendo los cartabones tradicionales de "lo bello", jugando con la atonalidad y los susurros, con el ruido y los sonidos guturales; solamente para regresar, de vez en vez, al canto tradicional, con la voz delgada y melodiosa que se requiere en cada caso.

LOS AIRES BRASILEÑOS llegan con Bebé, de Hermeto Pascoal, y pronto Armando Cruz disuelve el aire en una danza épica que se va tejiendo con esquirlas de contrapunto. Mark y Géraldine dialogan al otro lado con pequeños apuntes que van ganando profundidad en los graves del piano. Hermanos de sangre es dedicado a Francisco Téllez, quien aparece para agradecer la ovación del auditorio. Aquí la Célérier toca la guitarra de puntillas, solvente, Armando la sigue con las manos en la batería, después con las felpas; Mark se mete directamente a las cuerdas del piano, Manuel sigue firme en sus bases; la voz aparece entre celta y africana. Lo intimista de las atmósferas se da de manera natural... hasta que Aanderud rompe los esquemas y nos receta un solo más cercano al clasicismo académico que al jazz.

"SOBERBIO" SE EMPEÑA en bajar al teclado de la computadora para adjetivar el trabajo del pianista, no le interesa caer en los lugares comunes; es entonces que, aprovechando este arrebato de recargada cursión, "sublime" exige su derecho de ser el calificativo. El articulista, aturdido, termina por mandar ambos adjetivos al cuerno y convoca a uno de sus viejos conocidos: "A todísima madre".

Gajo de amor



EL PUNTO MAXIMO del concierto se inicia con Gajo de amor; los ritmos entrecortados e impares cobijan una voz que, a estas alturas, se siente plena y llena de recursos dentro de la estrechez de sus registros; Aanderud continúa en sus amplios espacios de creatividad. Poco después llega Ragtime, de Arturo Márquez, pero a pesar del título, es la samba la que abre el discurso. El cuarteto está en su mejor momento cuando tres de ellos deciden callar para dejar totalmente solo a Mark Aanderud; el maestro ratifica por enésima ocasión su poder técnico y artístico, y en su navegar llega a un puerto hecho de blues y ragtime. Géraldine saca entonces un kazoo y empieza a pitorrear lúdica y rítmicamente con el piano. Contrabajo y batería se integran para finalizar poderosamente el set.

PERO LA GENTE no los deja ir. La continuidad del festival estaba ya medio colgada, pero el grupo de Géraldine Célérier se vio obligado a regresar con un muy particular arreglo a La chica de Ipanema. La presentación era un éxito total.

ESTO DEL ENCORE sólo se había dado con Agustín Bernal, unos días antes. Y se repitió una hora después ante el señorío de Verónica Ituarte y su nuevo grupo, con la sorpresa de Baldomero Jiménez en el piano, otro portento de la música contemporánea en México. Pero bueno, como te darás cuenta, se nos acabó el espacio. Gracias al maestro Téllez, tuvimos una nueva fiesta de jazz, con seis días de libertad en pequeñas dosis.

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