Directora General: Carmen Lira Saade
México D.F. Miércoles 12 de junio de 2002
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Política

Arnoldo Kraus

Futbol

Durante el Mundial de Futbol todo debe parar. O al menos seguir otro ritmo. Se sabe que es el deporte del hombre, "una especie" de neo opio de los pueblos; que Fox vaticinó el resultado del partido de México contra Ecuador y que con algunos secretarios dirige desde Aguascalientes porras para que se oigan hasta Japón -si mi geografía no falla es probable que sí se hayan escuchado, pues los hidrocálidos están más cerca de los nipones que los defeños. Se sabe también que cuando gana el equipo mexicano los cláxones en la ciudad de México despiertan a los pocos insensatos que duermen a las 3:30 am, que casi todos los periódicos anuncian a ocho columnas "Avanza México" cuando nuestra selección triunfa -un amigo despistado estaba seguro de que el peso se recuperaba y que Francisco Barrio se había curado del Alzheimer-; que varias revistas culturales se integran a la magia de la industria futbolera y dedican sendos números para alinear a sus lectores cultos entre Kafka y Blanco -del primero se sabe que avizoró el mundo que vivimos y del segundo que maltrataba a su esposa- o entre Musil y Hernández. Se sabe además que este deporte genera 500 mil millones de dólares al año -suma equivalente al Producto Interno Bruto anual de México-, que algunos jugadores mexicanos ganan al mes lo que muchos científicos o intelectuales perciben en dos o más años de trabajo, que durante el Mundial de Futbol aumenta el consumo mientras disminuye la productividad de la mano de obra, que en estos días en todos los rincones de México, a cualquier hora, e independientemente de la condición económica o social, el futbol ocupa todo el tiempo disponible -y el no disponible también- mientras que de la matanza de Agua Fría apenas se habla; que las revistas dedicadas al Mundial imprimen varias decenas de miles mientras el tiraje de muchos libros en nuestro país suele ser tan sólo de 2 mil ejemplares; que el presidente Fox ha hablado con algunos miembros de la selección, pero no se ha apersonado en Santiago Xochiltepec; que en tanto los jugadores de la selección visitaron la casa presidencial y sus esposas viajaron con ellos a Japón -Ƒsabremos cuánto le cuesta al país mantener a nuestro representativo?- ni el gobierno federal ni el de Oaxaca ni la Secretaría de Salud han enviado médicos a la clínica en Santiago Xochiltepec, que fue construida por sus habitantes, y finalmente que la espiral del fanatismo crece cada vez más llegando a convertir la sana pasión en enfermedad; fanatismo que implica, como en el caso de los hooligans, y en menor grado en otros aficionados, la quiebra y la pérdida de muchos valores éticos, y que como parte de la trama y de la pasión conlleva violencia extrema y, en ocasiones, la muerte de "los otros".

šCuánta razón tiene el novelista estadunidense Robert Coover cuando define al futbol como "una suerte de fe sin teología, una causa sin ideología, una pasión sin límites" y una "representación del pecado y de la redención". Y agrego: la enajenante capacidad de los mass media, el poder del dinero, la vorágine de la modernidad, la despersonalización, el cúmulo de problemas que se viven a escala mundial y que repercuten directamente en el individuo hacen de éste presa fácil para convertirlo en tabique de la masa. En síntesis, el ser deja de ser. El ser pensante se transforma en ser pasional. El ser individuo en ser-masa. El ser, que debería confrontar y valorar todo lo que sucede a su alrededor, se transforma en ser-producto de lo que el futbol exige.

No debe temerse a las pasiones, pero sí a las pasiones de la masa. A las pasiones en las que el cuestionamiento no existe y en las que dejar de ser ni siquiera implica dudar de lo que esconde el poder. El fanatismo, la desfiguración del rostro y la inconsciencia ante otros problemas son testimonio de la fragilidad del individuo. Por lo mismo, no en balde hay quienes afirman que las justas de esta índole sirven a los gobiernos para continuar sus fechorías mientras el fanatismo y los baños de este neo opio se apoderan de la masa. Resaltan, por ejemplo el Mundial de Argentina 1978, cuando el general Videla fabricó un amaño acorde con su política, o el de la Italia fascista, en 1934, cuando se sabía que el país sede ganaría.

Es cierto. El futbol es una "fe sin teología, una causa sin ideología", una escuela donde el individuo enajena su pulsión de vida al mercado. Un rictus en el rostro y el alma, donde la persona que cuestiona, que duda, desaparece.

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